viernes, 19 de abril de 2024

Las maravillas de la santa misa (Fray Paul O'Sullivan O.P.)

  


Pasajes seleccionados del libro:

¿QUÉ ES LA MISA?
1. En la Misa, el Hijo de Dios se hace hombre otra vez, para que el extraordinario Misterio de la Encarnación, con todos sus infinitos méritos, se repita como cuando el Hijo de Dios se hizo hombre en el vientre de la Virgen María.
San Agustín nos dice: “¡Qué dignidad tan sublime tiene el sacerdote, en cuyas manos Cristo se convierte en hombre una vez más!”
2. La Misa es el nacimiento de Jesucristo. Él nace realmente en el altar cada vez que se celebra la Misa, así como Él nació en Belén.
San Juan Damasceno dijo: “Si alguien desea saber cómo el pan se transforma en el cuerpo de Jesucristo, yo se lo diré. El Espíritu Santo eclipsa al sacerdote y obra en él como obró en la Santísima Virgen María”.
San Buenaventura dijo: “Cuando Dios desciende sobre el altar, no hace menos de lo que realizó cuando se hizo hombre por primera vez en el vientre de la Virgen María”.
3. La Misa es igual al Sacrificio del Calvario. En ella Dios muere como murió el primer Viernes Santo. Tiene el mismo valor incalculable del Calvario y da a los hombres las mismas gracias inestimables.
La Misa no es una imitación o un recuerdo del Calvario, es exactamente el mismo sacrificio y difiere solamente en la manera como se ofrece.
En cada Misa la sangre de Jesús se derrama por nosotros otra vez. San Agustín dice: “En la Misa, la Sangre de Cristo fluye de nuevo por los pecadores”.
4. Nada en esta tierra, ni en el mismo cielo, da más gloria a Dios y obtiene más beneficios para nosotros que una sola Misa.
5. Por medio de la Misa ofrecemos a Dios la mayor gloria y alabanza que Él podría desear y le damos gracias por todos los beneficios que nos ha concedido. Hacemos mejor reparación de nuestras faltas que con las penitencias más severas.
6. No podemos hacer nada mejor por la conversión de los pecadores que ofrecer por ellos el Sacrificio de la Santa Misa. Si las madres solamente oyeran y ofrecieran Misas por las intenciones de sus hijos descarriados y las esposas por las de sus maridos, ¡qué felices serían sus familias!

La Misa, como hemos visto, es un estupendo misterio. Nuestras mentes, por otro lado, son débiles y lentas para entender. Por lo tanto, tenemos que leer con frecuencia y reflexionar seriamente en las maravillas de la Misa. Una Misa oída con comprensión y devoción consigue para nosotros más gracias que cientos o miles de Misas oídas negligentemente e ignorando lo que es la Misa.
Deberíamos establecer como regla inviolable el llegar a la iglesia unos minutos antes de que comience la Misa. En primer lugar, para estar preparados y en calma cuando el sacerdote suba al altar y en segundo lugar, para no distraer a otras personas.
Deberíamos no solamente oír la Misa, sino ofrecerla con el sacerdote. Más aún, deberíamos tener la intención de oír y ofrecer todas las Misas que se dicen al mismo tiempo en todo el mundo. ¡De esta manera recibiríamos una participación en estas innumerables Misas!

Todos notamos de inmediato la presencia del crucifijo en cada altar, que las vestiduras de los sacerdotes están todas marcadas con el signo de la Cruz, que el sacerdote comienza la Misa con la señal de la Cruz, que él hace esta santa señal muchas veces durante la Misa. ¿Por qué? Para dejarnos bien claro que la Misa es realmente y en verdad el Sacrificio de la Cruz. Que en la Misa, Cristo es crucificado, vierte su Preciosa Sangre y muere por nosotros.

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