viernes, 26 de abril de 2024

La Virgen María en la medalla milagrosa (Miguel Gomes)


Hermoso libro para profundizar en la devoción mariana a través de la historia de la medalla milagrosa y las apariciones de la Santísima Virgen María a santa Catalina Labouré. 

Recordemos que fue el 27 de noviembre de 1830 la fecha en la cual la Virgen María se le aparece a santa Catalina Labouré para decirle que debe acuñar la medalla con la oración tan conocida hoy en día: ¡Oh María, sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a ti!. Toda la medalla en sí misma es un catecismo.


Catorce años después, el 08 de diciembre de 1854, el papa Pío IX, declara el dogma de fe de la Inmaculada Concepción. 

viernes, 19 de abril de 2024

Las maravillas de la santa misa (Fray Paul O'Sullivan O.P.)

  


Pasajes seleccionados del libro:

¿QUÉ ES LA MISA?
1. En la Misa, el Hijo de Dios se hace hombre otra vez, para que el extraordinario Misterio de la Encarnación, con todos sus infinitos méritos, se repita como cuando el Hijo de Dios se hizo hombre en el vientre de la Virgen María.
San Agustín nos dice: “¡Qué dignidad tan sublime tiene el sacerdote, en cuyas manos Cristo se convierte en hombre una vez más!”
2. La Misa es el nacimiento de Jesucristo. Él nace realmente en el altar cada vez que se celebra la Misa, así como Él nació en Belén.
San Juan Damasceno dijo: “Si alguien desea saber cómo el pan se transforma en el cuerpo de Jesucristo, yo se lo diré. El Espíritu Santo eclipsa al sacerdote y obra en él como obró en la Santísima Virgen María”.
San Buenaventura dijo: “Cuando Dios desciende sobre el altar, no hace menos de lo que realizó cuando se hizo hombre por primera vez en el vientre de la Virgen María”.
3. La Misa es igual al Sacrificio del Calvario. En ella Dios muere como murió el primer Viernes Santo. Tiene el mismo valor incalculable del Calvario y da a los hombres las mismas gracias inestimables.
La Misa no es una imitación o un recuerdo del Calvario, es exactamente el mismo sacrificio y difiere solamente en la manera como se ofrece.
En cada Misa la sangre de Jesús se derrama por nosotros otra vez. San Agustín dice: “En la Misa, la Sangre de Cristo fluye de nuevo por los pecadores”.
4. Nada en esta tierra, ni en el mismo cielo, da más gloria a Dios y obtiene más beneficios para nosotros que una sola Misa.
5. Por medio de la Misa ofrecemos a Dios la mayor gloria y alabanza que Él podría desear y le damos gracias por todos los beneficios que nos ha concedido. Hacemos mejor reparación de nuestras faltas que con las penitencias más severas.
6. No podemos hacer nada mejor por la conversión de los pecadores que ofrecer por ellos el Sacrificio de la Santa Misa. Si las madres solamente oyeran y ofrecieran Misas por las intenciones de sus hijos descarriados y las esposas por las de sus maridos, ¡qué felices serían sus familias!

La Misa, como hemos visto, es un estupendo misterio. Nuestras mentes, por otro lado, son débiles y lentas para entender. Por lo tanto, tenemos que leer con frecuencia y reflexionar seriamente en las maravillas de la Misa. Una Misa oída con comprensión y devoción consigue para nosotros más gracias que cientos o miles de Misas oídas negligentemente e ignorando lo que es la Misa.
Deberíamos establecer como regla inviolable el llegar a la iglesia unos minutos antes de que comience la Misa. En primer lugar, para estar preparados y en calma cuando el sacerdote suba al altar y en segundo lugar, para no distraer a otras personas.
Deberíamos no solamente oír la Misa, sino ofrecerla con el sacerdote. Más aún, deberíamos tener la intención de oír y ofrecer todas las Misas que se dicen al mismo tiempo en todo el mundo. ¡De esta manera recibiríamos una participación en estas innumerables Misas!

Todos notamos de inmediato la presencia del crucifijo en cada altar, que las vestiduras de los sacerdotes están todas marcadas con el signo de la Cruz, que el sacerdote comienza la Misa con la señal de la Cruz, que él hace esta santa señal muchas veces durante la Misa. ¿Por qué? Para dejarnos bien claro que la Misa es realmente y en verdad el Sacrificio de la Cruz. Que en la Misa, Cristo es crucificado, vierte su Preciosa Sangre y muere por nosotros.

viernes, 12 de abril de 2024

Vidas de Santos 1. Enero, febrero y marzo (P. Eliécer Sálesman)

 


He aquí algunos de los santos tratados en este libro, por mes:

Enero:
- María: Madre de Dios (1 de enero)
- San Antonio Abad (17 de enero)
- San Francisco de Sales (24 de enero)
- Conversión de San Pablo (25 de enero)
- Santo Tomás de Aquino (28 de enero)
- San Juan Bosco (31 de enero)

Febrero:
- La presentación de Jesús (2 de febrero)
- Santa Águeda (5 de febrero)
- Nuestra Señora de Lourdes (11 de febrero)
- Santa Bernardita Soubirous (18 de febrero)
- Santa Francisca Javier Cabrini (20 de febrero)
- San Moisés, profeta (24 de febrero)

Marzo
- Los 40 mártires de Sebaste (1 de marzo)
- Santas Felicidad y Perpetura (7 de marzo)
- San Abrahán, patriarca (12 de marzo)
- San Patricio (17 de marzo)
- San Cirilo de Jerusalén (18 de marzo)
- San José (19 de marzo)
- Santo Toribio de Mogrovejo (23 de marzo)
- La Anunciación (25 de marzo)
- Beato Miguel Pro (31 de marzo)

A continuación, transcribo el texto correspondiente a los 40 mártires de Sebaste (1 de marzo).

MARZO 1
LOS CUARENTA MÁRTIRES
DE SEBASTE (Año 320)

En el año 320 el emperador Licinio publicó un decreto ordenando que los cristianos que no renegaran de su religión serían condenados a muerte.

Cuando el gobernador de Sebaste (en Turquía) leyó en público el decreto del emperador, 40 soldados declararon que ellos no ofrecerían incienso a los ídolos y que se proponían ser fieles a Jesucristo hasta la muerte.

El gobernador les anunció que si no renegaban de la religión de Cristo, sufrirían grandes tormentos y que si quemaban incienso a los ídolos recibirían grandes premios. Pero ellos declararon valientemente que todos los tormentos del mundo no conseguirían apartarles de la verdadera religión.

El gobernador mandó torturarlos y echarlos en un oscuro calabozo. Los fervorosos soldados sufrieron gustosos los tormentos entonando aquellas palabras del salmo 90: "Dice el Señor: al que se declare en mi favor lo defenderé, lo glorificaré y con él estaré en la tribulación." (La cárcerl se iluminó y oyeron que Cristo los animaba a sufrir con valentía).

 El suplicio del hielo. El gobernador, lleno de ira, los hizo llevar a un lago helado y echarlos en él por la noche. Y allí muy cerca hizo colocar un estanque con agua tibia, para que el que quisiera renegar de la religión se pasara del agua helada al agua tibia. En esa noche hacía un frío espantoso.

Los mártires se animaban unos a otros diciendo: "Por esta noche de hielo conseguiremos el día sin fin de la gloria en la eternidad feliz". Y mientras sufrían aquel frío tan intenso oraban pidiendo a Dios que ya que eran cuarenta los que habían proclamado su fe en Cristo, fueran también 40 los que lograran ir con Cristo al cielo. 

Un cambio curioso. Y sucedió que ante el tormento del hielo uno de ellos se desanimó y se pasó al estanque de agua tibia. Pero ese cambio le produjo en seguida la muerte. Los otros seguían rezando y cantando himnos a Jesucristo y entonces uno de los soldados que los custodiaban gritó: Yo también creo en Cristo", y fue echado al lago helado para martirizarlo.

Uno de los mártires vio que venían 40 ángeles cada uno con una corona pero que un ángel se quedaba sin encontrar a quién darle la corona. Pero apenas el soldado proclamó su fe en Jesús, y fue echado al hielo, el ángel se le acercó para darle la corona del martírio. Y así fueron 40 los que volaron al cielo, después de tres días y tres noches de estar agonizando en el terrible hielo del lago.

Los soldados invitaban al más jovencito de todos para que renegara de su fe y se saliera de entre el hielo, pero la mamá del mártir le gritaba: "Hijo mío, recuerda que si te declaras amigo de Cristo en esta tierra, Cristo se declarará amigo tuyo en el cielo". Y el joven perseveró valientemente en su martirio alabando a Dios.

Las gentes reconocieron después los restos de estos soldados mártires y los conservaron con gran veneración. San Basilio decía: "Las reliquias de estos 40 santos son como murallas que nos defienden de los enemigos del alma".

San Gregorio cuenta que junto a los restos o reliquias de los 40 mártires la gente obtuvo muchos milagros, y que muchísimos cristianos se animaban a permanecer valientemente en la fe al recodar el martirio de los 40 soldados que prefirieron perder la vida del cuerpo antes que perder la fe del alma.

Señor: que también hoy sigamos el ejemplo de proclamar valientemente la fe católica y que prefiramos cualquier clase de suplicios y hasta muerte, con tal de conservarnos fieles a Jesucristo todos los días de nuestras vidas.