lunes, 19 de agosto de 2024

Tres discursos en memoria de Dostoievski (Vladímir Soloviov)


Es de agradecer a la editorial Taugenit por esta iniciativa que pone al alcance del público hispanófono una traducción de los tres discursos del filósofo Vladímir Soloviov en memoria de Dostoievski. 

Vladimir Soloviov fue amigo de Fiódor Dostoievski en sus últimos años (los discursos datan de poco tiempo después del fallecimiento de Dostoievski). Soloviov, filósofo, poeta y místico, compartía con Dostoievski su visión profundamente religiosa sobre el "ideal comunitario" que Fiódor Dostoievski supo anunciar en varias de sus novelas de su segunda etapa con una maestría incomparable. 

En estos tres discursos en memoria de Dostoevski (con traducción y prólogo de Nadia Smirnova), Soloviov resalta claramente tanto  las bases religiosas en las que Dostoievski construía sus obras como el objetivo que buscaba en ellas .

Fiódor Dostoievski se convirtió en un escritor religioso después de su paso por Siberia. Allí, conoció el mal encarnado pero también en aquellos encontró el bien genuino, espejo del Evangelio. Fueron precisamente las Sagradas Escrituras lo que le permitió resistir esos años tan duros de trabajos forzados.

Esa estancia en "la casa de los muertos" le permitió purificar su corazón y ver algo que antes lo tenía velado en aquella época del círculo de Petrashevski, el amor de Dios como única manera de salvación de los hombres.

Dostoievski, al salir de prisión, empezó a plantear sus novelas en términos de caída del hombre - redención del hombre a través de Cristo y su Iglesia, quien no lo haya visto pase a releer sus últimas obras. 

Y es entonces en los tres discursos donde Soloviov anuncia que lo que Dostoevski buscaba era que la gente se de cuenta que toda idea o plan que se sustente fuera de Dios llevará inevitablemente a la ruina, al desastre. Dostoievski estaba convencido que la sociedad estaba contaminándose de anticristianismo y por lo tanto la moral estaba corrompiéndose. Ante esto, lo que Dostoevski planteaba era una reforma no tanto en lo externo sino fundamentalmente una reforma interna en la sociedad, una reforma moral, viviendo en Cristo y en la Iglesia, solo así Rusia tendría un papel fundamental en la Historia de salvación de los hombres.

Soloviov relaciona el bien, la verdad y la belleza como unidad inseparable, concepción que atribuye también al pensamiento de Dostoievski:

"La infinidad del alma humana revelada en Cristo, capaz de contener toda la infinidad de la divino, es una idea que constituye el mayor bien, la verdad más alta y la belleza más perfecta. La verdad es el bien pensado por la mente humana; la belleza es el mismo bien y la misma verdad materializados corporalmente en una forma viva concreta [Jesuscristo]. Y su encarnación completa en todo cuanto existe es el fin, la meta y la perfección, y es por eso que Dostoievski decía que la belleza salvará al mundo".

Soloviov enfatiza en cada momento la intención religiosa de Dostoievski revelada en sus novelas. 

"El humano introduce el mal en la naturaleza y de ella extrae la muerte. Solo al renunciar a nuestra postura falsa, a nuestra insana fijación en nosotros mismos, a nuestra vil soledad, solo al ligarnos con Dios en Cristo y con el mundo en la Iglesia, podremos hacer la verdadera obra de Dios, aquello que Dostoievski llamaba la obra ortodoxa". [Cf. Lc. 9,23-24: "Decía a todos: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, la salvará"].

Asimismo, Soloviov atribuye a Rusia una misión colaboradora en la redención de los hombres pero para ello debe reconciliarse antes con sus enemigos históricos, los judíos y católicos. Me agradó que Soloviev destaque la firmeza de la religión católica a través de los tiempos: 

"Y si Roma [se refiere a la Iglesia católica, la verdadera], invencible en su santidad, en aspiración de llevar a toda la humanidad a esa santidad se movía y cambiaba, iba hacia delante, se tropezaba, caía fuertemente y de nuevo se levantaba, entonces no debemos juzgarla por esos tropezones y caídas, pues no la apoyábamos ni levantábamos [La iglesia ortodoxa a la Iglesia católica], sino que observábamos arrogantemente el difícil y resbaladizo camino de la hermana occidental estando sentados quietos y, estando quietos, no caímos. (...) Démosle más espacio en nosotros [a Dios] y veremos su fuerza en la iglesia católica y en la sinagoga judía".

Termina su tercer discurso en memoria de Dostoevski de la siguiente manera: 

"En una conversación, Dostoievski aplicó a Rusia la revelación de San Juan sobre una "mujer vestida del sol" [la Iglesia católica cree que aquí la Palabra se refiere a la Virgen María] que "estando en cinta, clamaba con dolores de parto y sufría por dar a luz" {Ap. 12,1-2}: la mujer es Rusia, y a lo que da a luz es la Palabra nueva que Rusia debe proferir al mundo. Sea correcta o no esta interpretación de la "gran profecía' [es incorrecta], Dostoievski adivinó esa Palabra nueva de Rusia. Es la palabra de reconciliación para el Oriente y el Occidente en la unión de la verdad eterna de Dios y de la libertad humana. 

He aquí el objetivo supremo y la obligación de Rusia, he aquí el "ideal comunitario" de Dostoievski. Su fundamento es el renacimiento moral y el sacrificio espiritual que ya no es de un individuo solitario, sino de la sociedad, del pueblo entero. Como antes, ese ideal no está claro para los maestros de Israel, pero en él está la verdad, y es el que vencerá". [La Iglesia sostiene que el conjunto de fieles católicos es el nuevo Israel].

Termina el libro con un apéndice en defensa de Dostoievski contra Leontiev.  Soloviov hace la defensa de Dostoievski sobre su versión cristiana:

"Dostoievski ha tenido que hablar con personas que no habían leído la Biblia y que habían olvidado la catequesis. Por eso, para que le comprendieran, tenía que usar expresiones como "armonía universal" cuando quería hablar de la Iglesia triunfante o gloriosa".

"Dostoievski no se apoyaba sobre el mero sentimiento de bondad hacia la gente, sino ante todo sobre los objetos místicos de la fe que están por encima de la humanidad, se apoyaba en Cristo y sobre la Iglesia, y la creación misma de la verdadera cultura le parecía a Dostoievski, antes que nada, un "asunto ortodoxo" religioso; y la "fe en la santidad del Carpintero de Nazaret crucificado en los tiempos de Poncio Pilato" [Jesús, hombre verdadero y Dios verdadero] era el origen que insuflaba vida en todo aquello que decía y escribía Dostoievski ".

Nota: el texto entre corchetes son mis puntualizaciones. 

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