- El gran protagonista en la Confirmación es el Espíritu Santo. Muchos se preguntan "¿quién es ese?". Lo ignoran. Pero cuando lo conocen un poco terminan enamorados de él, lo buscan, le piden ayuda, le abren el corazón. Te digo de verdad que es un gran amigo, y vale la pena tenerlo a mano.
- La Confirmación es para la misión. Recibes el Espíritu Santo para estar fuerte, preparado, decidido, de manera que puedas cumplir con tu misión en este mundo. La Confirmación es un compromiso muy importante, y tendrás que ponerte a pensar cómo lo vas a cumplir, qué vas a hacer por los demás de ahora en adelante, en qué vas a gastar tus energías. Cada persona que se confirma debería ser una fuerza nueva para renovar la tierra.
- Para iniciarnos en la vida cristiana, tenemos un tesoro de tres sacramentos: el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía. A través de estos tres sacramentos, el Espíritu Santo nos introduce en un precioso camino de fe, de esperanza y de amor.
- En la Confirmación el Padre Dios manda el Espíritu Santo para que te haga cada vez más parecido a Jesús. Pero los tres (el Padre, Jesús y el Espíritu Santo) te envían a la sociedad para que seas un testigo de su amor.
- Entonces sí, aunque no seas perfecto, vas a ser un verdadero testigo de Jesús en la sociedad.
- Es muy bello convertirse en un instrumento del Espíritu Santo, para que a través de nosotros él pueda dar, y dar, y dar. Dar una sonrisa, dar una palabra de aliento, dar un vaso de agua, dar una mano, dar algo de lo que tenemos a alguien que tiene menos. Dar sin esperar recompensa, dar sin exigir agradecimientos ni reconocimientos, dar por el solo gusto de dar. Dar sin medida, y sin tristeza. Recibimos el Espíritu Santo para crecer siempre más en ese amor y convertirnos en fuentes de vida para todos.
- Con el Espíritu Santo se derraman en nosotros sus dones más preciosos, que nos hacen más dóciles para seguir sus impulsos. Con esos dones podemos ser menos esclavos de lo que nos hace daño y nos dejamos movilizar hacia las cosas buenas y bellas. En la Confirmación, antes de colocar el aceite en tu frente, se hace una oración donde se piden siete dones. Los siete dones del Espíritu Santo están tomados del texto de Isaías 11,2, donde habla del Mesías. Allí dice que "reposará sobre él el espíritu de Yahvé: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor de Yahveh".
- Son los dones que han estado plenamente en Jesús, porque él tenía "el Espíritu sin medida" (Jn 3,34).
- El primer don del Espíritu Santo es la sabiduría. Pero tenemos que aclarar que cuando la Biblia habla de sabiduría, no quiere decir los conocimientos o la instrucción intelectual. Es sobre todo el arte de vivir, de saber conducirse en la vida.
- El segundo don del Espíritu Santo es el entendimiento, que ilumina la inteligencia. Es la capacidad de captar las verdades más profundas de la fe, la habilidad para entender el sentido más profundo de la Palabra de Dios. Pero no es un don de los estudiosos, porque el Espíritu Santo puede derramar este don de una manera preciosa en una persona que ni siquiera sepa leer. Esa persona, aunque no sepa explicar algo con claridad, puede poseer una gran intuición espiritual para entender las cosas más altas y más sublimes de la fe.
- Cuando uno trata de estudiar, de profundizar su fe, o de comprender la Biblia, tiene que invocar al Espíritu Santo para que derrame este don con mayor intensidad. Porque nuestra mente, sin la luz del Espíritu Santo, nada puede comprender de las verdades cristianas.
- El don de la piedad perfecciona el amor fraterno, y nos permite reconocer al prójimo como imagen de Dios. De esa manera, cuando ayudamos a los demás no lo hacemos sólo por compasión, o porque nos duele su miseria y sus problemas. Hay algo más. Los ayudamos porque reconocemos la inmensa nobleza que ellos tienen. ¡Son imagen de Dios! ¡Entonces no puede ser que vivan mal, que estén sufriendo, que no tengan lo necesario para vivir!
- El don del consejo nos permite orientar a los demás y ayudarles a descubrir cuál es la voluntad de Dios para sus vidas.
- Otro don del Espíritu Santo es la fortaleza. Pero no se trata de la fortaleza normal, que nos hace soportar las dificultades cotidianas. Este don nos permite ser capaces de una fortaleza superior, que nos lleva a dar la vida por el Señor, si esto fuera necesario.
- Dejarse matar por Cristo parece algo imposible, porque contradice al instinto de supervivencia que nos lleva a escapar de los peligros. Sin embargo, si Dios nos pidiera eso, seguramente el Espíritu Santo nos daría la fuerza para poder soportarlo.
viernes, 10 de octubre de 2025
294. Un regalo para tu confirmación. Manantial de vida nueva. (P. Víctor Manuel Fernández, 2009)
domingo, 24 de agosto de 2025
293. Historia de mi vida. (San Juan Pablo II). Ediciones Encuentro
Mi padre era digno de admiración y casi todos mis recuerdos de infancia y adolescencia lo tienen a él como referencia.Sabemos lo importante que son los primeros años de vida, la infancia, la adolescencia, para el desarrollo de la personalidad humana, de su carácter. Precisamente estos años me unen indisolublemente a Wadowice, la ciudad y sus alrededores. Cuando echo la mirada atrás para observar el largo viaje de mi vida, me doy cuenta de cómo el ambiente, la parroquia, mi familia, me han llevado a la pila bautismal en la iglesia de Wadowice, donde el 20 de junio 1920 se me dio tanto la gracia de ser un hijo de Dios como la fe en mi Redentor (7-VI-79).
Estoy convencido de que jamás en ninguna fase de mi vida mi fe ha sido un mero fenómeno «sociológico», que derivaba simplemente de las costumbres y la forma de ser de mi entorno. Es decir, una fe definida por el hecho de que los que me rodeaban «creían y actuaban así». Nunca consideré mi fe como «tradicional», a pesar de que he desarrollado una admiración creciente por la tradición de la Iglesia y por esa parte viva de ella que ha nutrido la vida, la historia y la cultura de mi país. Sin embargo, considerando con la mayor objetividad posible mi fe, siempre me pareció que no tenía nada que ver con ningún tipo de conformismo, sino que nació de lo más profundo de mi «yo» y que fue también el resultado de los esfuerzos de mi espíritu por buscar una respuesta a los misterios del hombre y del mundo. Siempre he visto claramente que la fe es un don (NA 35).
Hoy deseo venerar a san Carlos Borromeo, de quien recibí el nombre el día de mi bautismo. Más de una vez he tenido ocasión de hacer una peregrinación a su tumba en la catedral de Milán, así como de visitar los lugares relacionados con su vida, como Arona.
Aquí, en Roma, descansa su corazón en la iglesia de San Carlo al Corso, a él dedicada.
Esto es un detalle muy elocuente, pues muestra cómo este cardenal y pastor de la Iglesia ambrosiana de Milán fue, al mismo tiempo, un servidor de las causas universales de la Iglesia (4-XI-79).
La muerte de mi madre se me grabó profundamente en la memoria y, tal vez, todavía más la de mi hermano, debido a las circunstancias dramáticas en que sucedió y porque yo era más maduro. Así me convertí en huérfano de madre y en hijo único relativamente temprano (NA 12).
A mí, la experiencia de la acción del Espíritu Santo me la transmitió especialmente mi padre cuando tenía vuestra edad. Cuando tenía alguna dificultad, él me recomendaba que rezase al Espíritu Santo. Y esta enseñanza suya me ha enseñado el camino que he seguido hasta la fecha (26-IV-97).
Un día, mi padre me regaló un libro de oraciones entre las que había una oración al Espíritu Santo. Me dijo que la rezase diariamente. Así que desde ese día trato de hacerlo (VL 148).
Las manos de mi madre me enseñaron este misterio de juntar mis pequeñas manos de niño para rezar, mostrándome cómo hacer la señal de la cruz, el signo de Cristo, que es el Hijo de Dios vivo (14-VIII-91).
...
Cómo parte de su testamento espiritual San Juan Pablo II nos comunicó lo siguiente:
A medida que se acerca el final de mi vida terrena, vuelvo con la memoria a los inicios, a mis padres, a mi hermano y a mi hermana (a la que no conocí, pues murió antes de mi nacimiento), a la parroquia de Wadowice, donde fui bautizado, a esa ciudad tan amada, a mis coetáneos, compañeras y compañeros de la escuela, del bachillerato, de la universidad, llegando hasta los tiempos de la ocupación, en los que trabajé como obrero,
y después a la parroquia de Niegowic, a la de San Florián en Cracovia, a la pastoral de los universitarios, al ambiente..., a todos los ambientes..., a Cracovia y a Roma..., a las personas que el Señor me ha encomendado de manera especial.
A todos les quiero decir únicamente una cosa: ¡que Dios os dé su recompensa! «In manus tuas, Domine, commendo spiritum meum». (17-III-00).
Notas:
NA = André Frossard – Giovanni Paolo II, «Non abbiate paura!» [No tengáis miedo], Rusconi, 1983.
VL = Giovanni Paolo II – Vittorio Messori, Cruzando el umbral de la esperanza, Barcelona, Plaza y Janés, 1994.
martes, 10 de junio de 2025
292. El diablo (León Tolstói) [Lectura 2025]
miércoles, 4 de junio de 2025
291. El diablo. Una investigación contemporánea. (P. Gabriele Amorth, Paolo Rodari) 4ta. reimpresión 2023
En la carátula del libro se lee el siguiente texto: "la más grande victoria del diablo es hacer creer que no existe".
Los autores del libro afirman que el diablo existe, que son una legión innumerable, que el infierno existe y que los demonios se empeñan sin descanso en separar al hombre de Dios para llevarlos a la condenación eterna. Para los católicos, creemos efectivamente que esto es así, en conformidad con la sana doctrina de la Iglesia católica.
La investigación presenta los testimonios de algunos santos, que por la gracia de Dios, pudieron presenciar el infierno. Santa Teresa de Jesús o Don Bosco son alguno de ellos.
El libro también describe algunos casos de exorcismos de posesiones demoníacas y asimismo detalla las diferentes maneras de cómo el diablo se manifiesta, ordinariamente y extraordinariamente.
Finalmente, siguiendo fielmente la doctrina de la Iglesia, los autores enfatizan que la oración y los sacramentos es el medio más eficaz para luchar contra los demonios e instan a los fieles a llevarlo a cabo.
El libro nos deja un mensaje claro. Mantengámonos despiertos y alertas ante los ataques del demonio, defendámonos de ellos mediante la oración y una vida en búsqueda de la santidad, unidos siempre a Cristo como el sarmiento a la vid.
Cito el mensaje de San Juan Pablo II a los jóvenes chilenos, "Miremos a Cristo, Cristo ha vencido a la muerte y al pecado. El amor vence siempre. Dios siempre puede más".
miércoles, 28 de mayo de 2025
290. Cien años de luz. Fátima, un foco de paz desde 1917 [lectura de 2025]
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Finalizamos el proyecto de la lectura de toda la Biblia en 365 días (en la traducción de Vaticano), en la voz del Padre Fray Nelson Medina...
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"No había otra posibilidad, tenía que interrumpir aquella historia ruin, aquella broma estúpida que no se contentaba consigo misma sino...
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Spe Salvi, son las primeras palabras de: " « SPE SALVI facti sumus » – en esperanza fuimos salvados, dice san Pablo a los Romanos y ta...




