jueves, 18 de mayo de 2023

Humillados y ofendidos (Fiódor Mikhailovich Dostoievski, 1861)

 Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados 

(Evangelio según San Mateo capítulo 5, versículo 5)



Humillados y ofendidos es una novela que se encuentra en la misma categoría temática de Pobres gentes, Nietochka Nezvánova y Noches blancas. Es un retrato sombrío y tristísimo de aquella gente que vive en la gran capital San Petersburgo, la ciudad más desarrollada de la Rusia zarista, la ciudad que mira a Europa a través de una ventana, la heredera de los antivalores modernos, esa gente retratada por el  autor es aquella que ha sufrido humillaciones, ofensas, desprecios, burlas, ultrajes, que desean el perdón, que desean perdonar, que desean justicia, que lloran de dolor e impotencia pero también orgullosas y que postergan ese ansiado perdón hasta las últimas consecuencias.

La novela me resultó muy conmovedora, contiene episodios que me hicieron soltar algunas lágrimas de lo triste que son. Es también una novela que se lee con rapidez, donde el final de cada capítulo es una invitación al siguiente sin postergación. Si se la compara con Pobre gente, la novela tiene mucha acción, es muy dinámica, Vania, el narrador, un joven escritor fracasado, nos conduce de un lado a otro para visitar y conocer cada una de esas tristes historias. Varios capítulos contienen extensos e interesantes diálogos que revelan de forma marcada el alma de cada personaje. 

Es importante resaltar que, a diferencia de otras novelas de otros autores, Fiódor Mikhailovich Dostoievski introduce en la novela, como gran artista del realismo, elementos religiosos, cristianos, católicos, como por ejemplo las citas a las Sagradas Escrituras como El Nuevo Testamento. Los personajes que sufren las humillaciones y ofensas como Natasha, Vania, el Sr. Ijméniev y su esposa son evidentemente católicos o por lo menos cristianos. Intentan cumplir con la doctrina como el de amar al prójimo y perdonar a los que nos ofenden. Estos personajes son los Cristos de la zona marginal de San Petersburgo, estos que sufren serán bienaventurados en el Reino de Dios (Mt. 5, 1-12).

La introducción en la novela de la Semana Santa sirve de apoyo para el mensaje que quiere dar el autor. Así como Nuestro Señor Jesucristo, cordero de Dios, se sacrificó por amor a los hombres; en la novela hay un sacrificio, de otro cordero, de Nellie, quien da su vida para que los otros protagonistas puedan perdonar y amar. 

Por otro lado, tenemos a un villano, con toda seguridad el más oscuro de toda la obra escrita por el autor hasta entonces, prototipo de Svidrigailov y Stavroguin un villano que encarna al demonio, a Satanás, al príncipe del mundo y que coincidentemente es un príncipe también (Valkovski). Es un personaje que representa lo más bajo de un hombre , la podredumbre moral de una sociedad que aplasta a los más débiles para saciar sus apetitos más impuros y abyectos.

Asimismo, el autor juega con dos historias similares pero distantes en el tiempo, la antigua historia (El viejo Smith, su hija y su nieta Yelena) servirá de espejo y advertencia de las fatales consecuencias a las historia reciente (Ijméniev y su hija Natasha).

Por otro lado, en la novela también evidenciamos la creciente popularidad de las "nuevas ideas" que se están implantando en la sociedad que mira a Europa, que se aleja de su propia tradición, es decir de aquella juventud acomodada, acaudalada, y que al alejarse de Dios optan por un sucedáneo, el concepto de amor a la "humanidad", un concepto abstracto, que no dice nada, y que refleja la imposibilidad de amar al individuo (por ejemplo Aliosha). Ya en 1873, Fiódor Mikhailovich Dostoievski en su Diario de un escritor en el artículo "Una de las falsedades de nuestro tiempo" dice: "¿Cabe imaginar que un joven ruso se muestre indiferente a la influencia de esos cabecillas del pensamiento progresista europeo y de otros personajes semejantes, y en particular a la derivación rusa de sus doctrinas? Perdonadme esa ridícula expresión, «la derivación rusa de sus doctrinas», pero la verdad es que esa derivación existe. Consiste en esas conclusiones extraídas de sus enseñanzas que adquieren carácter de axiomas irrefutables, aunque sólo en territorio ruso. En Europa, al parecer, ni siquiera se sospecha la posibilidad de esas conclusiones. Se me dirá, tal vez, que esos señores no enseñan nada malo; que aunque Strauss, por ejemplo, odie a Cristo y haya consagrado su vida a mofarse y denigrar el cristianismo, al mismo tiempo ha idolatrado a la humanidad en su conjunto y ha creado un conjunto de enseñanzas que no pueden ser más nobles y sublimes. Es muy posible que sea así y que los fines de todos los cabecillas contemporáneos del pensamiento progresista europeo sean filantrópicos y magníficos. Pero, en cualquier caso, hay algo que se me antoja indudable: si le dais a todos esos maestros contemporáneos plenos poderes para destruir la vieja sociedad y construir una nueva, el resultado será tal oscuridad, tal caos, algo tan grosero, ciego e inhumano que todo el edificio se vendrá abajo entre las maldiciones de la humanidad antes incluso de estar terminado. Una vez que se rechaza a Cristo, la mente humana puede llegar a resultados sorprendentes. Eso es un axioma. Europa, o al menos los más altos representantes de su pensamiento, han rechazado a Cristo; y nosotros, como se sabe, estamos obligados a imitar a Europa." 

La novela es hermosa, creo que Viseron Belinsky, si hubiera podido leerla, hubiera llorado como lo hizo con Pobre gente. Mis personajes favoritos fueron Vania y Nellie (Yelena).

Han pasado cerca de quince años desde la publicación de Pobres gentes, y se nota que las cosas en San Petersburgo van a peor. El autor lo enfatizará aún más en sus próximas novelas como Crimen y castigo, El idiotaLos demonios o Los hermanos Karamázov.

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