viernes, 19 de enero de 2024

Deus Caritas Est. Sobre el amor cristiano. Carta Encíclica (Benedicto XVI, 2005)

 


Deus Caritas Est, sobre el amor cristiano, es la primera encíclica que escribió Joseph Ratzinger en su pontificado publicada en 2005.

La Iglesia es Madre y es Maestra. A través de este documento pontificio, el sucesor del apóstol San Pedro, el papa Benedicto XVI, nos enseña sobre el amor cristiano. El papa enseña con caridad y claridad. 

A continuación os presento cómo se estructura la encíclica: 




PRIMERA PARTE:

La unidad del amor en la creación y en la historia de la salvación.

Un problema de lenguaje.

"Eros" y "agapé", diferencia y unidad.

La novedad de la fe bíblica.

Jesucristo, el amor de Dios encarnado.

Amor a Dios y amor al prójimo.

SEGUNDA PARTE:

Caritas el ejercicio del amor por parte de la Iglesia como "comunidad de amor".

La caridad de la Iglesia como manifestación del amor trinitario.

La caridad como tarea de la Iglesia.

Justicia y caridad.

Las múltiples estructuras de servicio cartitativo en el contexto social actual.

El perfil específico de la actividad caritativa de la Iglesia.

Los responsables de la acción caritativa de la Iglesa.

Conclusión

Como fieles católicos debemos aprovechar toda ocasión para formarnos en la fe, en profundizar en el conocimiento de la sana Doctrina y en el amor a Dios, en ese sentido recomiendo mucho leer esta encíclica, escrito por el mismo papa Benedicto XVI, un hombre que demostró un conocimiento profundo de la teología y sobre todo de un profundo amor a Nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, hombre verdadero y Dios verdadero.


Citaré el numeral 42 que forma parte de su conclusión:

42. La vida de los Santos no comprende solo su biografía terrena, sino también su vida y actuación en Dios después de la muerte. En los Santos es evidente que, quien va hacia Dios, no se aleja de los hombres, sino que se hace realmente cercano a ellos. En nadie lo vemos mejor que en María. La palabra del Crucificado al discípulo -a Juan y, por medio de él, a todos los discípulos de Jesús: "Ahí tienes a tu madre" (Jn 19, 27)- se hace de nuevo verdadera en cada generación. María se ha convertido efectivamente en Madre de todos los creyentes. A su bondad materna, así como a su pureza y belleza virginal, se dirigen los hombres de todos los tiempos y de todas las partes del mundo en sus necesidades y esperanzas, en sus alegrías y contratiempos, en su soledad y en su convivencia. Y siempre experimentan el don de su bondad; experimentan el amor inagotable que derrama desde lo más profundo de su corazón. Los testimonios de gratitud, que le manifiestan en todos los continentes y en todas las culturas, son el reconocimiento de aquel amor puro que no se busca a sí mismo, sino que sencillamente quiere el bien. La devoción de los fieles muestra al mismo tiempo la intuición infalible de cómo es posible este amor: se alcanza merced a la unión más íntima con Dios, en virtud de la cual se está embargado totalmente de Él, una condición que permite a quien ha bebido en el manantial del amor de Dios convertirse a sí mismo en un manantial "del que manarán torrentes de agua viva" (Jn 7, 38). María, la Virgen, la Madre, nos enseña qué es el amor y dónde tiene su origenm su fuerza siempre nueva. A ella confiamos la Iglesia, su misión al servicio del amor:

Santa María, Madre de Dios,
tú has dado al mundo la verdadera luz, 
Jesús, tu hijo, el Hijo de Dios. 
Te has entregado por completo 
a la llamada de Dios 
y te has convertido así en fuente 
de la bondad que mana de Él. 
Muéstranos a Jesús. Guíanos hacia Él. 
Enséñanos a conocerlo y amarlo, 
para que también nosotros 
podamos llegar a ser capaces
de un verdadero amor
 y ser fuentes de agua viva 
en medio de un mundo sediento


Benedicto XVI de niño

 

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