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viernes, 17 de mayo de 2024

Declaración del Dicasterio para la Doctrina de la Fe "Dignitas infinita sobre la dignidad humana", 08.04.2024


 Con el reciente documento del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el Papa Francisco suscribe el compromiso de la Iglesia en la defensa de la dignidad humana.

En esta época tan envenenada de la dictadura del relativismo, la cultura woke, la ideología de género y la política del bienestar sin Dios, la Santa Sede denuncia claramente los actos que van en contra de la dignidad ontológica del ser humano.  Algunas de las graves violaciones contra la Dignidad Humana que se mencionan en el documento pontificio son el aborto voluntario, la eutanasia y el suicidio asistido, el vientre de alquiler, la trata de personas, los abusos sexuales.

Oremos para que el Espíritu Santo ilumine el entendimiento y ablande el corazón de los gobernantes de las naciones para que reflexionen sobre sus políticas de gobierno a la luz de las Sagradas Escrituras y el Magisterio de la Iglesia.

domingo, 21 de enero de 2024

Luz del mundo. El Papa, la Iglesia y los signos de los tiempos. Una conversación con Peter Seewald (Benedicto XVI, 2010)


 La editorial Herder publicó este importante libro que reúne una entrevista larga de varios días entre Benedicto XVI y Peter Seewald (su biógrafo). Han pasado cinco años del pontificado Benedicto XVI desde que asumiera la posta de San Juan Pablo II el año 2005.

El libro se estructura en tres partes y un anexo. 

La primera parte, titulada "signos de los tiempos" se subdivide en seis temas que son los siguientes: 1. Los papas no caen del cielo; 2. El escándalo de los abusos; 3. Causas y oportunidades de la crisis"; 4. La catástrofe global; 5. Dictadura del relativismo y 6; Tiempo de conversión.

Cito aquí algunos pasajes de esta primera parte:

"Es significativo que todos los papas de la temprana Iglesia fueran mártires. Ser papa no implica poseer un señorío glorioso, sino dar testimonio de Aquel que fue crucificado y estar dispuesto a ejercer también el propio ministerio de esa misma forma, en vinculación con Él.
Sin embargo, también ha habido papas que se dijeron: el Señor nos ha dado el ministerio, ahora, disfrutémoslo. Sí, eso también forma parte del misterio de la historia de los papas".


"A partir de 1968, la fe cristiana entró cada vez más en contraposición con respecto a un nuevo proyecto de sociedad, de modo que tuvo que hacer frente una y otra vez a opiniones que luchaban poderosamente por imponerse. Por tanto, soportar hostilidad y ofrecer resistencia - aunque una resistencia que sirva para sacar a luz lo positivo- son cosas que pertenecen a la vida cristiana."

 Sobre el tema del escándalo de los abusos, cito:

"Lo importante es, en primer lugar, cuidar de las víctimas y hacer todo lo posible por ayudarles y por estar a su lado con ánimo de contribuir a su sanación; en segundo lugar, evitar lo más que se pueda estos hechos por medio de una correcta selección de los candidatos al sacerdocio; y, en tercer lugar, que los autores de los hechos sean castigados y que se les excluya toda posibilidad de reincidir. En qué medida tienen que hacerse públicos los hechos es, según creo, de por sí una pregunta que tendrá también diferentes respuestas en las diferentes fases de consciencia de la opinión pública. Pero lo que nunca debe suceder es escabullirse y pretender no haber visto, dejando así que los autores de los crímenes sigan cometiendo sus acciones. Por tanto, es necesaria la vigilancia de la Iglesia, el castigo para quien ha faltado, y sobre todo la exclusión de todo ulterior acceso a niños. Como he dicho, lo que está primero es el amor a las víctimas, el esfuerzo por hacerles todo el bien posible a fin de ayudarlos a procesar lo que han vivido".

La segunda parte, llamada "El pontificado" se compone de las siguientes partes a tratar: 1. "Habemus papam"; 2. "En las sandalias del pescador"; 3. "Ecumenismo y diálogo con el islam"; 4. "Anuncio"; 5. "Viajes pastorales"; 6. "El caso Williamson".

La tercera parte, denominada "¿Hacia dónde vamos?" comprende los siguientes temas: 1. "Iglesia, fe y sociedad"; 2. "El denominado atasco de las reformas"; 3. "¿Cómo se de la renovación?"; 4. "María y el mensaje de Fátima"; 5. "Jesucristo regresa"; 6. "De los novísimos". 

Luz del mundo, es un libro que permite conocer de primera mano el pensamiento del papa Benedicto XVI sobre diversos temas muy importantes de la Iglesia.

Al final del libro se encuentra la sección de anexos que recoje algunas de las declaraciones del papa Benedicto XVI a lo largo de sus primeros cinco años de pontificado sobre temas como: "Grave pecado contra niños indefensos", "Fe y violencia", "Sida y humanización de la sexualidad", y finalmente se incluye una bibliografía y breve crónica del pontificado.

Muy recomendable. 

viernes, 19 de enero de 2024

Deus Caritas Est. Sobre el amor cristiano. Carta Encíclica (Benedicto XVI, 2005)

 


Deus Caritas Est, sobre el amor cristiano, es la primera encíclica que escribió Joseph Ratzinger en su pontificado publicada en 2005.

La Iglesia es Madre y es Maestra. A través de este documento pontificio, el sucesor del apóstol San Pedro, el papa Benedicto XVI, nos enseña sobre el amor cristiano. El papa enseña con caridad y claridad. 

A continuación os presento cómo se estructura la encíclica: 




PRIMERA PARTE:

La unidad del amor en la creación y en la historia de la salvación.

Un problema de lenguaje.

"Eros" y "agapé", diferencia y unidad.

La novedad de la fe bíblica.

Jesucristo, el amor de Dios encarnado.

Amor a Dios y amor al prójimo.

SEGUNDA PARTE:

Caritas el ejercicio del amor por parte de la Iglesia como "comunidad de amor".

La caridad de la Iglesia como manifestación del amor trinitario.

La caridad como tarea de la Iglesia.

Justicia y caridad.

Las múltiples estructuras de servicio cartitativo en el contexto social actual.

El perfil específico de la actividad caritativa de la Iglesia.

Los responsables de la acción caritativa de la Iglesa.

Conclusión

Como fieles católicos debemos aprovechar toda ocasión para formarnos en la fe, en profundizar en el conocimiento de la sana Doctrina y en el amor a Dios, en ese sentido recomiendo mucho leer esta encíclica, escrito por el mismo papa Benedicto XVI, un hombre que demostró un conocimiento profundo de la teología y sobre todo de un profundo amor a Nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, hombre verdadero y Dios verdadero.


Citaré el numeral 42 que forma parte de su conclusión:

42. La vida de los Santos no comprende solo su biografía terrena, sino también su vida y actuación en Dios después de la muerte. En los Santos es evidente que, quien va hacia Dios, no se aleja de los hombres, sino que se hace realmente cercano a ellos. En nadie lo vemos mejor que en María. La palabra del Crucificado al discípulo -a Juan y, por medio de él, a todos los discípulos de Jesús: "Ahí tienes a tu madre" (Jn 19, 27)- se hace de nuevo verdadera en cada generación. María se ha convertido efectivamente en Madre de todos los creyentes. A su bondad materna, así como a su pureza y belleza virginal, se dirigen los hombres de todos los tiempos y de todas las partes del mundo en sus necesidades y esperanzas, en sus alegrías y contratiempos, en su soledad y en su convivencia. Y siempre experimentan el don de su bondad; experimentan el amor inagotable que derrama desde lo más profundo de su corazón. Los testimonios de gratitud, que le manifiestan en todos los continentes y en todas las culturas, son el reconocimiento de aquel amor puro que no se busca a sí mismo, sino que sencillamente quiere el bien. La devoción de los fieles muestra al mismo tiempo la intuición infalible de cómo es posible este amor: se alcanza merced a la unión más íntima con Dios, en virtud de la cual se está embargado totalmente de Él, una condición que permite a quien ha bebido en el manantial del amor de Dios convertirse a sí mismo en un manantial "del que manarán torrentes de agua viva" (Jn 7, 38). María, la Virgen, la Madre, nos enseña qué es el amor y dónde tiene su origenm su fuerza siempre nueva. A ella confiamos la Iglesia, su misión al servicio del amor:

Santa María, Madre de Dios,
tú has dado al mundo la verdadera luz, 
Jesús, tu hijo, el Hijo de Dios. 
Te has entregado por completo 
a la llamada de Dios 
y te has convertido así en fuente 
de la bondad que mana de Él. 
Muéstranos a Jesús. Guíanos hacia Él. 
Enséñanos a conocerlo y amarlo, 
para que también nosotros 
podamos llegar a ser capaces
de un verdadero amor
 y ser fuentes de agua viva 
en medio de un mundo sediento


Benedicto XVI de niño

 

domingo, 10 de diciembre de 2023

Encíclica Humanum genus (Papa León XIII, 1884)

A propósito de una reciente declaración desde el Vaticano sobre la Iglesia y la Masonería, noticia rebotada en diferentes medios de comunicación:


Con "Humanum genus" en 1884, el papa León XIII como sumo pontífice sucesor de San Pedro, reveló, con claridad y contundencia, los fines satánicos de la secta masónica, conocida como la masonería. 
Desde el inicio de la encíclica rápidamente el papa traza una línea divisoria entre la Iglesia y la masonería, cito:

"La raza humana, después de que "por envidia de Lucifer" se rebelara desgraciadamente contra Dios, creador y dador de dones sobrenaturales, quedó dividida en dos bandos diferentes y hostiles; uno de los cuales lucha incesantemente por el triunfo de la verdad y el bien, el otro por el triunfo del mal y del error. El primero es el reino de Dios en la tierra, es decir, la verdadera Iglesia de Jesucristo;  y quien quiera pertenecer a ella con afecto sincero y como corresponde a la salud, debe servir a Dios y a su Hijo Unigénito con toda su mente y todo su corazón. El segundo es el reino de Satanás, y sus súbditos son aquellos que, siguiendo los ejemplos desastrosos de su líder y de sus antepasados ​​comunes, se niegan a obedecer la ley eterna y divina, y aprenden muchas cosas sin preocuparse por Dios, muchas contra Dios." (La traducción es mía). Sigue la cita "A lo largo de una larga serie de siglos estas dos ciudades lucharon entre sí con diversas armas y combates, aunque no siempre con el mismo ardor e ímpetu. Pero en nuestros tiempos los partidarios de la ciudad malvada, inspirados y ayudados por esa sociedad, que está ampliamente difundida y fuertemente organizada y que toma el nombre de Sociedad Masónica, parecen estar todos conspirando juntos e intentando las pruebas finales. Porque sin ocultar más sus designios, se levantan con extrema audacia contra la soberanía de Dios; trabajan pública y abiertamente para arruinar a la Santa Iglesia, con la intención de privar completamente, si es posible, a los pueblos cristianos de los beneficios traídos al mundo por Jesucristo nuestro Salvador." (La traducción es mía).

Queda muy claro que la masonería es una religión del mal, de Satanás. Una organización que pretende destruir la doctrina de la Iglesia Católica, infiltrarse en ella y asimismo influir en los gobiernos de los países a nivel mundial.

El papa León XIII nos enseñó que la mejor arma contra ello es la oración, cito "implorar [a Dios] su poderosa ayuda con fervor vehemente y ansioso, igual a la gravedad del peligro y a la magnitud de la necesidad". Es importante también que como católicos nos preocupamos en nuestra formación religiosa para no caer en las trampas de las sectas y mantenernos firmes en la fe, como nos lo dijo Benedicto XVI en su testamento espiritual: "Manténganse firmes en la fe! ¡No se dejen confundir!".

El papa León XIII termina su encíclica con estas palabras "Para ello, invocamos el auxilio y mediación de la Virgen María, Madre de Dios, para que demuestre su poder contra las sectas impías, en las que se ve claramente revivir la soberbia contumaz, la perfidia indomable y la astucia simulada de Satán, ella quien triunfó sobre él desde su primera concepción. 
Roguemos también a San Miguel, príncipe de la milicia angelical, exterminador del enemigo infernal; San José, esposo de la Santísima Virgen, Celestial y saludable patrón de la Iglesia Católica; los grandes apóstoles Pedro y Pablo, propagadores y defensores invictos de la fe cristiana. Con su patrocinio y la perseverancia de la oración común, confiamos en que Dios se dignará asistir misericordiosamente a las necesidades de la sociedad humana, amenazada por tantos peligros. 
Luego, como prenda de las gracias celestiales y de nuestra benevolencia, os impartimos con gran afecto a vosotros, venerados hermanos, al clero y a todo el pueblo confiado a vuestro cuidado, la bendición apostólica."

Referencias:
Encíclica Humanum genus: https://www.vatican.va/content/leo-xiii/it/encyclicals/documents/hf_l-xiii_enc_18840420_humanum-genus.html
Testamento espiritual del papa Benedicto XVI: https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/elezione/documents/testamento-spirituale-bxvi.html
Noticia de Aciprensa: https://www.aciprensa.com/noticias/101968/vaticano-catolicos-tienen-prohibido-pertenecer-a-la-masoneria

martes, 4 de julio de 2023

Catecismo Mayor. Segunda parte del compendio de la Doctrina Cristiana (San Pío X, 38° edición)

 


AL SR. CARDENAL PEDRO RESPIGIH 

 Nuestro Vicario general  SEÑOR CARDENAL :  La necesidad de proveer cuanto antes a la religiosa institución de la tierna juventud, Nos ha aconsejado la publicación  de un Catecismo que exponga de un modo claro los rudimentos de nuestra santa fe y aquellas divinas verdades con que  debe informarse la vida de todo cristiano. Por tanto, habiendo  hecho examinar los muchos textos ya en uso en las diócesis  de Italia, Nos pareció oportuno adoptar, con ligeras modificaciones, el texto ha varios años aprobado por los Obispos del  Piamonte, Liguria, Lombardía, Emilia y Toscana. El uso de  . este texto será obligatorio para la enseñanza pública y privada en la diócesis de Roma y en todas las demás de la Provincia romana, y confiamos que también las otras diócesis lo  querrán adoptar, para llegar de esta manera al texto T(nico,  a lo menos para toda Italia, que es el deseo universal.  Con esta dulce esperanza os damos de todo corazón, señor  Cardenal, la Apostólica Bendición.  

Del Vaticano, a 15 de julio de 1905.  

PIO, PAPA X


Poco a poco voy conociendo más sobre la Doctrina Cristiana de mi religión católica. En esta oportunidad he leído el Catecismo Mayor de San Pío X. La instrucción del libro está elaborado mediante preguntas y respuestas desde lo más elemental de la Doctrina Cristiana. La lectura se hace muy comprensible.  Asimismo, el Catecismo contiene un resumen de la Historia del Cristianismo, Historia de la Iglesia y también fechas festivas.

Invito a todos a leer el Catecismo.

domingo, 18 de junio de 2023

Jesús de Nazaret. Desde el bautismo en el Jordán a la transfiguración. (Papa Benedicto XVI, 2007)



El libro se compone de diez partes: 1. El bautismo de Jesús; 2. Las tentaciones de Jesús; 3. El evangelio del Reino de Dios; 4. El sermón de la montaña; 5. La oración del Señor; 6. Los discípulos; 7. El mensaje de las parábolas; 8. Las grandes imágenes del evangelio de Juan; 9.Dos hitos importantes en el camino de Jesús: La confesión de Pedro y la Transfiguración y 10. Nombres con los que Jesús se designó así mismo.

Este libro es maravilloso para seguir creciendo en la fe católica. El papa Benedicto XVI, Doctor en teología, desarrolla con un lenguaje claro y sencillo varias interrogantes o temas fundamentales sobre Jesús. El autor toma como referencia a las Sagradas Escrituras para caracterizar al Jesús histórico. Relaciona el Antiguo y Nuevo Testamento teniendo como elemento central a Jesús como el Hijo de Dios, el nuevo Moisés, la encarnación del Logos.

Cada una de las partes está desarrollada con mucha profundidad citando pasajes bíblicos así como también a autores teólogos tanto para apoyarse en ellos o para disentir en su postura y tomar un enfoque distinto. 

El dominio de los temas es impresionante para un ignorante como yo y por lo mismo me he quedado asombrado y con mucho ánimo para releer este gran libro y otras lecturas relacionadas.

Les invito a leer este libro imprescindible sobre la interpretación del papa Benedicto XVI de la vida y obra de Jesús de Nazaret, nuestro Señor, el Hijo del Dios Vivo.

viernes, 12 de mayo de 2023

Rosarium Virginis Mariae (San Juan Pablo II, Carta Apostólica, 2002)


Mes de mayo, mes de la Virgen María 

San Juan Pablo II fue muy devoto de nuestra Santísima Madre la Virgen María. Su lema de su pontificado petrino fue "totus tuus" (todo tuyo)  inspirado en San Luis María Griñón de Monfort.

En el 2002, San Juan Pablo II dedicó el año al Santo Rosario y publicó este documento apostólico muy importante sobre el Santo Rosario. La adición de los misterios luminosos es gracias a San Juan Pablo II. Los misterios de luz tratan sobre los misterios de la vida pública de Jesús, : 1. su Bautismo en el Jordán; 2. su autorrevelación en las bodas de Caná; 3. su anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión; 4. su Transfiguración; 5. institución de la Eucaristía, expresión sacramental del misterio pascual.

San Juan Pablo II dice: "12. El Rosario, precisamente a partir de la experiencia de María, es una oración marcadamente contemplativa. Sin esta dimensión, se desnaturalizaría, como subrayó Pablo VI: «Sin contemplación, el Rosario es un cuerpo sin alma y su rezo corre el peligro de convertirse en mecánica repetición de fórmulas y de contradecir la advertencia de Jesús: "Cuando oréis, no seáis charlatanes como los paganos, que creen ser escuchados en virtud de su locuacidad" (Mt 6, 7). Por su naturaleza el rezo del Rosario exige un ritmo tranquilo y un reflexivo remanso, que favorezca en quien ora la meditación de los misterios de la vida del Señor, vistos a través del corazón de Aquella que estuvo más cerca del Señor, y que desvelen su insondable riqueza»".

Como católicos que somos no debemos dejar pasar la oportunidad de leer este valiosísimo documento que estoy seguro os ayudará en incrementar vuestra formación cristiana.

El documento puede leerse completamente desde la página web del Vaticano, aquí comparto el enlace del documento: 





miércoles, 1 de marzo de 2023

Encíclica Humanae vitae (San Pablo VI, 1968)

  •  

En este documento el santo Pablo VI aborda el tema del control de la natalidad para enfatizar la posición de la Iglesia Católica. Es urgente que los gobiernos revisen y comprendan este documento para que deroguen las leyes que son contrarias a la doctrina cristiana.

Compartiré algunos pasajes del documento:

  • Sobre la transmisión de la vida
  • "El gravísimo deber de transmitir la vida humana ha sido siempre para los esposos, colaboradores libres y responsables de Dios Creador, fuente de grandes alegrías aunque algunas veces acompañadas de no pocas dificultades y angustias."
  • I. Nuevos aspectos del problema y competencia del magisterio Nuevo enfoque del problema.
  • "Los cambios que se han producido son, en efecto, notables y de diversa índole. Se trata, ante todo, del rápido desarrollo demográfico. Muchos manifiestan el temor de que la población mundial aumente más rápidamente que las reservas de que dispone, con creciente angustia para tantas familias y pueblos en vía de desarrollo, siendo grande la tentación de las autoridades de oponer a este peligro medidas radicales."
  • "Además, las condiciones de trabajo y de vivienda y las múltiples exigencias que van aumentando en el campo económico y en el de la educación, con frecuencia hacen hoy difícil el mantenimiento adecuado de un número elevado de hijos."
  • "Finalmente, y sobre todo, el hombre ha llevado a cabo progresos estupendos en el dominio y en la organización racional de las fuerzas de la naturaleza, de modo que tiende a extender ese dominio a su mismo ser global: al cuerpo, a la vida psíquica, a la vida social y hasta las leyes que regulan la transmisión de la vida."
  • "¿no sería indicado revisionar las normas éticas hasta ahora vigentes, sobre todo si se considera que las mismas no pueden observarse sin sacrificios, algunas veces heroicos?"
  • "...extendiendo a este campo la aplicación del llamado "principio de totalidad", ¿no se podría admitir que la intención de una fecundidad menos exuberante, pero más racional, transformase la intervención materialmente esterilizadora en un control lícito y prudente de los nacimientos? Es decir, ¿no se podría admitir que la finalidad procreadora pertenezca al conjunto de la vida conyugal más bien que a cada uno de los actos? Se pregunta también si, dado el creciente sentido de responsabilidad del hombre moderno, no haya llegado el momento de someter a su razón y a su voluntad, más que a los ritmos biológicos de su organismo, la tarea de regular la natalidad."
  • Competencia del Magisterio 
  • "Estas cuestiones exigían del Magisterio de la Iglesia una nueva y profunda reflexión acerca de los principios de la doctrina moral del matrimonio, doctrina fundada sobre la ley natural, iluminada y enriquecida por la Revelación divina."
  • "los constituía en custodios y en intérpretes auténticos de toda ley moral, es decir, no sólo de la ley evangélica, sino también de la natural, expresión de la voluntad de Dios, cuyo cumplimiento fiel es igualmente necesario para salvarse."
  • La respuesta del Magisterio 
  • II. Principios doctrinales
  • Una visión global del hombre
  • "El problema de la natalidad, como cualquier otro referente a la vida humana, hay que considerarlo, por encima de las perspectivas parciales de orden biológico o psicológico, demográfico o sociológico, a la luz de una visión integral del hombre y de su vocación, no sólo natural y terrena sino también sobrenatural y eterna."
  • El amor conyugal 
  • "El matrimonio no es, por tanto, efecto de la casualidad o producto de la evolución de fuerzas naturales inconscientes; es una sabia institución del Creador para realizar en la humanidad su designio de amor. Los esposos, mediante su recíproca donación personal, propia y exclusiva de ellos, tienden a la comunión de sus seres en orden a un mutuo perfeccionamiento personal, para colaborar con Dios en la generación y en la educación de nuevas vidas."
  • "los esposos se conviertan en un solo corazón y en una sola alma y juntos alcancen su perfección humana."
  • "Es un amor total, esto es, una forma singular de amistad personal, con la cual los esposos comparten generosamente todo, sin reservas indebidas o cálculos egoístas."
  • "Quien ama de verdad a su propio consorte, no lo ama sólo por lo que de él recibe sino por sí mismo, gozoso de poderlo enriquecer con el don de sí."
  • "Es un amor fiel y exclusivo hasta la muerte."
  • "Fidelidad que a veces puede resultar difícil pero que siempre es posible, noble y meritoria; nadie puede negarlo. El ejemplo de numerosos esposos a través de los siglos demuestra que la fidelidad no sólo es connatural al matrimonio sino también manantial de felicidad profunda y duradera."
  • "Es, por fin, un amor fecundo, que no se agota en la comunión entre los esposos sino que está destinado a prolongarse suscitando nuevas vidas. "El matrimonio y el amor conyugal están ordenados por su propia naturaleza a la procreación y educación de la prole. Los hijos son, sin duda, el don más excelente del matrimonio y contribuyen sobremanera al bien de los propios padres"."
  • La paternidad responsable
  • "Por ello el amor conyugal exige a los esposos una conciencia de su misión de "paternidad responsable" sobre la que hoy tanto se insiste con razón y que hay que comprender exactamente. Hay que considerarla bajo diversos aspectos legítimos y relacionados entre sí."
  • "En relación con los procesos biológicos, paternidad responsable significa conocimiento y respeto de sus funciones; la inteligencia descubre, en el poder de dar la vida, leyes biológicas que forman parte de la persona humana."
  • "En relación con las tendencias del instinto y de las pasiones, la paternidad responsable comporta el dominio necesario que sobre aquellas han de ejercer la razón y la voluntad."
  • "En relación con las condiciones físicas, económicas, psicológicas y sociales, la paternidad responsable se pone en práctica ya sea con la deliberación ponderada y generosa de tener una familia numerosa ya sea con la decisión, tomada por graves motivos y en el respeto de la ley moral, de evitar un nuevo nacimiento durante algún tiempo o por tiempo indefinido."
  • "La paternidad responsable comporta sobre todo una vinculación más profunda con el orden moral objetivo, establecido por Dios, cuyo fiel intérprete es la recta conciencia. El ejercicio responsable de la paternidad exige, por tanto, que los cónyuges reconozcan plenamente sus propios deberes para con Dios, para consigo mismo, para con la familia y la sociedad, en una justa jerarquía de valores."
  • "En la misión de transmitir la vida, los esposos no quedan, por tanto, libres para proceder arbitrariamente, como si ellos pudiesen determinar de manera completamente autónoma los caminos lícitos a seguir, sino que deben conformar su conducta a la intención creadora de Dios, manifestada en la misma naturaleza del matrimonio y de sus actos y constantemente enseñada por la Iglesia."
  • "Respetar la naturaleza y la finalidad del acto matrimonial. Estos actos, con los cuales los esposos se unen en casta intimidad, y a través de los cuales se transmite la vida humana, son, como ha recordado el Concilio, "honestos y dignos", y no cesan de ser legítimos si, por causas independientes de la voluntad de los cónyuges, se prevén infecundos, porque continúan ordenados a expresar y consolidar su unión. De hecho, como atestigua la experiencia, no se sigue una nueva vida de cada uno de los actos conyugales. Dios ha dispuesto con sabiduría leyes y ritmos naturales de fecundidad que por sí mismos distancian los nacimientos. La Iglesia, sin embargo, al exigir que los hombres observen las normas de la ley natural interpretada por su constante doctrina, enseña que cualquier acto matrimonial (quilibet matrimonii usus) debe quedar abierto a la transmisión de la vida."
  • "Inseparables los dos aspectos: unión y procreación 12. Esta doctrina, muchas veces expuesta por el Magisterio, está fundada sobre la inseparable conexión que Dios ha querido y que el hombre no puede romper por propia iniciativa, entre los dos significados del acto conyugal: el significado unitivo y el significado procreador."
  • Fidelidad al plan de Dios
  • "Justamente se hace notar que un acto conyugal impuesto al cónyuge sin considerar su condición actual y sus legítimos deseos, no es un verdadero acto de amor; y prescinde por tanto de una exigencia del recto orden moral en las relaciones entre los esposos. Así, quien reflexiona rectamente deberá también reconocer que un acto de amor recíproco, que prejuzgue la disponibilidad a transmitir la vida que Dios Creador, según particulares leyes, ha puesto en él, está en contradicción con el designio constitutivo del matrimonio y con la voluntad del Autor de la vida. Usar este don divino destruyendo su significado y su finalidad, aun sólo parcialmente, es contradecir la naturaleza del hombre y de la mujer y sus más íntimas relaciones, y por lo mismo es contradecir también el plan de Dios y su voluntad. Usufructuar, en cambio, el don del amor conyugal respetando las leyes del proceso generador significa reconocerse no árbitros de las fuentes de la vida humana, sino más bien administradores del plan establecido por el Creador. En efecto, al igual que el hombre no tiene un dominio ilimitado sobre su cuerpo en general, del mismo modo tampoco lo tiene, con más razón, sobre las facultades generadoras en cuanto tales, en virtud de su ordenación intrínseca a originar la vida, de la que Dios es principio. "La vida humana es sagrada —recordaba Juan XXIII—; desde su comienzo, compromete directamente la acción creadora de Dios"."
  • Vías ilícitas para la regulación de los nacimientos
  • "En conformidad con estos principios fundamentales de la visión humana y cristiana del matrimonio, debemos una vez más declarar que hay que excluir absolutamente, como vía lícita para la regulación de los nacimientos, la interrupción directa del proceso generador ya iniciado, y sobre todo el aborto directamente querido y procurado, aunque sea por razones terapéuticas."
  • "Hay que excluir igualmente, como el Magisterio de la Iglesia ha declarado muchas veces, la esterilización directa, perpetua o temporal, tanto del hombre como de la mujer; queda además excluida toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga, como fin o como medio, hacer imposible la procreación."
  • "Tampoco se pueden invocar como razones válidas, para justificar los actos conyugales intencionalmente infecundos, el mal menor o el hecho de que tales actos constituirían un todo con los actos fecundos anteriores o que seguirán después y que por tanto compartirían la única e idéntica bondad moral. En verdad, si es lícito alguna vez tolerar un mal moral menor a fin de evitar un mal mayor o de promover un bien más grande, no es lícito, ni aun por razones gravísimas, hacer el mal para conseguir el bien, es decir, hacer objeto de un acto positivo de voluntad lo que es intrínsecamente desordenado y por lo mismo indigno de la persona humana, aunque con ello se quisiese salvaguardar o promover el bien individual, familiar o social. Es por tanto un error pensar que un acto conyugal, hecho voluntariamente infecundo, y por esto intrínsecamente deshonesto, pueda ser cohonestado por el conjunto de una vida conyugal fecunda."
  • Licitud de los medios terapéuticos
  • "La Iglesia, en cambio, no retiene de ningún modo ilícito el uso de los medios terapéuticos verdaderamente necesarios para curar enfermedades del organismo, a pesar de que se siguiese un impedimento, aun previsto, para la procreación, con tal de que ese impedimento no sea, por cualquier motivo, directamente querido."
  • Licitud del recurso a los periodos infecundos
  • "A estas enseñanzas de la Iglesia sobre la moral conyugal se objeta hoy, como observábamos antes (n. 3), que es prerrogativa de la inteligencia humana dominar las energías de la naturaleza irracional y orientarlas hacia un fin en conformidad con el bien del hombre. Algunos se preguntan: actualmente, ¿no es quizás racional recurrir en muchas circunstancias al control artificial de los nacimientos, si con ello se obtienen la armonía y la tranquilidad de la familia y mejores condiciones para la educación de los hijos ya nacidos? A esta pregunta hay que responder con claridad: la Iglesia es la primera en elogiar y en recomendar la intervención de la inteligencia en una obra que tan de cerca asocia la creatura racional a su Creador, pero afirma que esto debe hacerse respetando el orden establecido por Dios."
  • "Por consiguiente, si para espaciar los nacimientos existen serios motivos, derivados de las condiciones físicas o psicológicas de los cónyuges, o de circunstancias exteriores, la Iglesia enseña que entonces es lícito tener en cuenta los ritmos naturales inmanentes a las funciones generadoras para usar del matrimonio sólo en los periodos infecundos y así regular la natalidad sin ofender los principios morales que acabamos de recordar."
  • "La Iglesia es coherente consigo misma cuando juzga lícito el recurso a los periodos infecundos, mientras condena siempre como ilícito el uso de medios directamente contrarios a la fecundación, aunque se haga por razones aparentemente honestas y serias. En realidad, entre ambos casos existe una diferencia esencial: en el primero los cónyuges se sirven legítimamente de una disposición natural; en el segundo impiden el desarrollo de los procesos naturales. Es verdad que tanto en uno como en otro caso, los cónyuges están de acuerdo en la voluntad positiva de evitar la prole por razones plausibles, buscando la seguridad de que no se seguirá; pero es igualmente verdad que solamente en el primer caso renuncian conscientemente al uso del matrimonio en los periodos fecundos cuando por justos motivos la procreación no es deseable, y hacen uso después en los periodos agenésicos para manifestarse el afecto y para salvaguardar la mutua fidelidad. Obrando así ellos dan prueba de amor verdadero e integralmente honesto."
  • Graves consecuencias de los métodos de regulación artificial de la natalidad
  • "Los hombres rectos podrán convencerse todavía de la consistencia de la doctrina de la Iglesia en este campo si reflexionan sobre las consecuencias de los métodos de la regulación artificial de la natalidad. Consideren, antes que nada, el camino fácil y amplio que se abriría a la infidelidad conyugal y a la degradación general de la moralidad. No se necesita mucha experiencia para conocer la debilidad humana y para comprender que los hombres, especialmente los jóvenes, tan vulnerables en este punto tienen necesidad de aliento para ser fieles a la ley moral y no se les debe ofrecer cualquier medio fácil para burlar su observancia."
  • "Podría también temerse que el hombre, habituándose al uso de las prácticas anticonceptivas, acabase por perder el respeto a la mujer y, sin preocuparse más de su equilibrio físico y psicológico, llegase a considerarla como simple instrumento de goce egoístico y no como a compañera, respetada y amada."
  • "Reflexiónese también sobre el arma peligrosa que de este modo se llegaría a poner en las manos de autoridades públicas despreocupadas de las exigencias morales. ¿Quién podría reprochar a un gobierno el aplicar a la solución de los problemas de la colectividad lo que hubiera sido reconocido lícito a los cónyuges para la solución de un problema familiar? ¿Quién impediría a los gobernantes favorecer y hasta imponer a sus pueblos, si lo consideraran necesario, el método anticonceptivo que ellos juzgaren más eficaz? En tal modo los hombres, queriendo evitar las dificultades individuales, familiares o sociales que se encuentran en el cumplimiento de la ley divina, llegarían a dejar a merced de la intervención de las autoridades públicas el sector más personal y más reservado de la intimidad conyugal."
  • "Por tanto, sino se quiere exponer al arbitrio de los hombres la misión de engendrar la vida, se deben reconocer necesariamente unos límites infranqueables a la posibilidad de dominio del hombre sobre su propio cuerpo y sus funciones; límites que a ningún hombre, privado o revestido de autoridad, es lícito quebrantar. Y tales límites no pueden ser determinados sino por el respeto debido a la integridad del organismo humano y de sus funciones, según los principios antes recordados y según la recta inteligencia del "principio de totalidad" ilustrado por nuestro predecesor Pío XII."
  • La Iglesia, garantía de los auténticos valores humanos
  • "A decir verdad, ésta no se maravilla de ser, a semejanza de su divino Fundador, "signo de contradicción"a, pero no deja por esto de proclamar con humilde firmeza toda la ley moral, natural y evangélica. La Iglesia no ha sido la autora de éstas, ni puede por tanto ser su árbitro, sino solamente su depositaria e intérprete, sin poder jamás declarar lícito lo que no lo es por su íntima e inmutable oposición al verdadero bien del hombre."
  • "Al defender la moral conyugal en su integridad, la Iglesia sabe que contribuye a la instauración de una civilización verdaderamente humana; ella compromete al hombre a no abdicar la propia responsabilidad para someterse a los medios técnicos; defiende con esto mismo la dignidad de los cónyuges. Fiel a las enseñanzas y al ejemplo del Salvador, ella se demuestra amiga sincera y desinteresada de los hombres a quienes quiere ayudar, ya desde su camino terreno, "a participar como hijos a la vida del Dios vivo, Padre de todos los hombres"."
  • III. Directivas pastorales
  • Posibilidad de observar la ley divina
  • "La doctrina de la Iglesia en materia de regulación de la natalidad, promulgadora de la ley divina, aparecerá fácilmente a los ojos de muchos difícil e incluso imposible en la práctica. Y en verdad que, como todas las grandes y beneficiosas realidades, exige un serio empeño y muchos esfuerzos de orden familiar, individual y social. Más aun, no sería posible actuarla sin la ayuda de Dios, que sostiene y fortalece la buena voluntad de los hombres. Pero a todo aquel que reflexione seriamente, no puede menos de aparecer que tales esfuerzos ennoblecen al hombre y benefician la comunidad humana."
  • Dominio de sí mismo
  • "Una práctica honesta de la regulación de la natalidad exige sobre todo a los esposos adquirir y poseer sólidas convicciones sobre los verdaderos valores de la vida y de la familia, y también una tendencia a procurarse un perfecto dominio de sí mismos. El dominio del instinto, mediante la razón y la voluntad libre, impone sin ningún género de duda una ascética, para que las manifestaciones afectivas de la vida conyugal estén en conformidad con el orden recto y particularmente para observar la continencia periódica. Esta disciplina, propia de la pureza de los esposos, lejos de perjudicar el amor conyugal, le confiere un valor humano más sublime. Exige un esfuerzo continuo, pero, en virtud de su influjo beneficioso, los cónyuges desarrollan íntegramente su personalidad, enriqueciéndose de valores espirituales: aportando a la vida familiar frutos de serenidad y de paz y facilitando la solución de otros problemas; favoreciendo la atención hacia el otro cónyuge; ayudando a superar el egoísmo, enemigo del verdadero amor, y enraizando más su sentido de responsabilidad. Los padres adquieren así la capacidad de un influjo más profundo y eficaz para educar a los hijos; los niños y los jóvenes crecen en la justa estima de los valores humanos y en el desarrollo sereno y armónico de sus facultades espirituales y sensibles."
  • Llamamiento a las autoridades públicas
  • "Nos decimos a los gobernantes, que son los primeros responsables del bien común y que tanto pueden hacer para salvaguardar las costumbres morales: no permitáis que se degrade la moralidad de vuestros pueblos; no aceptéis que se introduzcan legalmente en la célula fundamental, que es la familia, prácticas contrarias a la ley natural y divina. Es otro el camino por el cual los poderes públicos pueden y deben contribuir a la solución del problema demográfico: el de una cuidadosa política familiar y de una sabia educación de los pueblos, que respete la ley moral y la libertad de los ciudadanos."
  • "Somos conscientes de las graves dificultades con que tropiezan los poderes públicos a este respecto, especialmente en los pueblos en vía de desarrollo. A sus legítimas preocupaciones hemos dedicado nuestra encíclica Populorum Progressio. Y con nuestro predecesor, Juan XXIII, seguimos diciendo: "Estas dificultades no se superan con el recurso a métodos y medios que son indignos del hombre y cuya explicación está sólo en una concepción estrechamente materialística del hombre mismo y de su vida. La verdadera solución solamente se halla en el desarrollo económico y en el progreso social, que respeten y promuevan los verdaderos valores humanos, individuales y sociales". Tampoco se podría hacer responsable, sin grave injusticia, a la Divina Providencia de lo que por el contrario dependería de una menor sagacidad de gobierno, de un escaso sentido de la justicia social, de un monopolio egoísta o también de la indolencia reprobable en afrontar los esfuerzos y sacrificios necesarios para asegurar la elevación del nivel de vida de un pueblo y de todos sus hijos. Que todos los Poderes responsables —como ya algunos lo vienen haciendo laudablemente— reaviven generosamente los propios esfuerzos, y que no cese de extenderse el mutuo apoyo entre todos los miembros de la familia humana: es un campo inmenso el que se abre de este modo a la actividad de las grandes organizaciones internacionales." 
  • ...
Un documento importantísimo de leer.

Sobre san Pablo VI:
(Wikipedia)


Pablo VI o Paulo VI (en latín, Paulus PP. VI), de nombre secular Giovanni Battista Enrico Antonio Maria Montini (Concesio, 26 de septiembre de 1897-Castel Gandolfo, 6 de agosto de 1978), fue el 262.° papa de la Iglesia católica y soberano de la Ciudad del Vaticano desde el 21 de junio de 1963 hasta su muerte en 1978.
Sucediendo a Juan XXIII, decidió continuar con el Concilio Vaticano II, gran obra del pontífice anterior. Asimismo, fomentó las relaciones ecuménicas con las iglesias ortodoxas, anglicanas y protestantes, dando lugar a muchas reuniones y acuerdos históricos.

Entre 1922 y 1954 trabajó en la secretaría de Estado de la Santa Sede. Durante su estadía allí, Montini junto a Domenico Tardini fueron considerados como los más cercanos e influyentes colaboradores de Pío XII, quien en 1954 lo nombró arzobispo de Milán, la diócesis más grande de Italia, por lo que se convertía automáticamente en secretario de la Conferencia Episcopal Italiana. Allí fue conocido pronto como el «arzobispo de los pobres», por su amistad con los trabajadores de las fábricas a los que visitaba. Juan XXIII lo elevó al cardenalato en 1958, y después de la muerte de Juan XXIII, Montini fue considerado uno de los más probables sucesores.

Tomó el nombre de Pablo para indicar su misión renovadora en todo el mundo de la difusión del mensaje de Cristo. Reabrió el Concilio Vaticano II, dándole prioridad y dirección. Después de que el Concilio hubiera finalizado su labor, Pablo VI se hizo cargo de la interpretación y aplicación de sus mandatos, a menudo caminando por una delgada línea entre las expectativas contrapuestas de los distintos grupos dentro de la Iglesia católica. La magnitud y la profundidad de las reformas afectaron a todas las áreas de la Iglesia, superando durante su pontificado las políticas similares de reforma de sus predecesores y sucesores.

Pablo VI fue un gran devoto mariano, por lo que constantemente habló en congresos marianos y reuniones mariológicas, visitó varios santuarios y publicó tres encíclicas marianas. Citando las enseñanzas de Ambrosio de Milán, nombró a María como la Madre de la Iglesia durante el Concilio Vaticano II. Pablo VI buscó el diálogo con el mundo, con otras religiones y no creyentes. Se vio como un humilde servidor de la humanidad y exigió cambios significativos de los acaudalados de Estados Unidos y Europa a favor de los pobres en el Tercer Mundo.

Sus posiciones sobre el control de la natalidad (véase Humanae vitae) y otros temas fueron controvertidos en Europa Occidental y América del Norte, pero fueron aplaudidos en Europa Oriental y América Latina. Durante su pontificado se llevaron a cabo muchos cambios en el mundo, revueltas estudiantiles, la guerra de Vietnam y otros trastornos mundiales. Pablo VI trató de entenderlos a todos, pero al mismo tiempo, de defender el «depósito de la fe», que se le había confiado.

El 24 de diciembre de 1974 presidió la apertura de la Puerta Santa de la basílica de San Pedro, dando inicio al Jubileo de 1975, que fue seguido por aproximadamente mil millones de personas en todo el mundo.

De entre los cardenales que creó, tres llegarían a ser sus sucesores como papa: Albino Luciani el 15 de agosto de 1973, quien se convertiría en Juan Pablo I el 26 de agosto de 1978; Karol Wojtyła el 26 de junio de 1967, quien tomaría el nombre de Juan Pablo II el 16 de octubre de 1978; y Joseph Ratzinger el 27 de junio de 1977, electo papa el 19 de abril de 2005 bajo el nombre de Benedicto XVI.

domingo, 12 de febrero de 2023

Encíclica Rerum Novarum (Papa León XIII, 1891)

 


La iglesia católica no está ajena a los problemas del mundo. A lo largo del siglo XIX la revolución industrial se expandía por todo Europa y Rusia, el capitalismo y el socialismo surgían como ideologías contrarias, surgía el tema de la propiedad privada, se abolía la esclavitud para dar surgimiento a una nueva clase social, los denominados proletarios, personas que para su sustento diario se sometían a las exigencias de los grandes empresarios de la era industrial. El exceso de horas laborables, las extenuantes jornadas y la poca paga no compensaba en modo alguno, producto de lo cual hubieron muchas manifestaciones de la clase proletaria por un trato más justo y un sueldo más adecuado.

En esa coyuntura, el papa León XIII publica en 1891 su encíclica "Rerum Novarum" con el subtítulo de "Sobre la situación de los obreros". "Rerum Novarum" significa "de las cosas nuevas" o "de los cambios políticos ". En esta carta magna el Papa León XIII evidencia un gran conocimiento de la difícil situación por la que pasan los obreros y declara varios mensajes al respecto, citaré algunos pasajes:


"Las necesidades de cada hombre se repiten de una manera constante; de modo que, satisfechas hoy, exigen nuevas cosas para mañana. Por tanto, la naturaleza tiene que haber dotado al hombre de algo estable y perpetuamente duradero, de que pueda esperar la continuidad del socorro. Ahora bien: esta continuidad no puede garantizarla más que la tierra con su fertilidad."


"...de modo que cabe afirmar con verdad que el medio universal de procurarse la comida y el vestido está en el trabajo, el cual, rendido en el fundo propio o en un oficio mecánico, recibe, finalmente, como merced no otra cosa que los múltiples frutos de la tierra o algo que se cambia por ellos."


"Ahora bien: cuando el hombre aplica su habilidad intelectual y sus fuerzas corporales a procurarse los bienes de la naturaleza, por este mismo hecho se adjudica a sí aquella parte de la naturaleza corpórea que él mismo cultivó, en la que su persona dejó impresa una a modo de huella, de modo que sea absolutamente justo que use de esa parte como suya y que de ningún modo sea lícito que venga nadie a violar ese derecho de él mismo."


"Es tan clara la fuerza de estos argumentos, que sorprende ver disentir de ellos a algunos restauradores de desusadas opiniones, los cuales conceden, es cierto, el uso del suelo y los diversos productos del campo al individuo, pero le niegan de plano la existencia del derecho a poseer como dueño el suelo sobre que ha edificado o el campo que cultivó. No ven que, al negar esto, el hombre se vería privado de cosas producidas con su trabajo. En efecto, el campo cultivado por la mano e industria del agricultor cambia por completo su fisonomía: de silvestre, se hace fructífero; de infecundo, feraz."


"¿Y va a admitir la justicia que venga nadie a apropiarse de lo que otro regó con sus sudores? Igual que los efectos siguen a la causa que los produce, es justo que el fruto del trabajo sea de aquellos que pusieron el trabajo. Con razón, por consiguiente, la totalidad del género humano, sin preocuparse en absoluto de las opiniones de unos pocos en desacuerdo, con la mirada firme en la naturaleza, encontró en la ley de la misma naturaleza el fundamento de la división de los bienes y consagró, con la práctica de los siglos, la propiedad privada como la más conforme con la naturaleza del hombre y con la pacífica y tranquila convivencia. Y las leyes civiles, que, cuando son justas, deducen su vigor de esa misma ley natural, confirman y amparan incluso con la fuerza este derecho de que hablamos. Y lo mismo sancionó la autoridad de las leyes divinas, que prohíben gravísimamente hasta el deseo de lo ajeno: «No desearás la mujer de tu prójimo; ni la casa, ni el campo, ni la esclava, ni el buey, ni el asno, ni nada de lo que es suyo»"


"Está fuera de duda que, en la elección del género de vida, está en la mano y en la voluntad de cada cual preferir uno de estos dos: o seguir el consejo de Jesucristo sobre la virginidad o ligarse con el vínculo matrimonial. No hay ley humana que pueda quitar al hombre el derecho natural y primario de casarse, ni limitar, de cualquier modo que sea, la finalidad principal del matrimonio, instituido en el principio por la autoridad de Dios: «Creced y multiplicaos»"


"Es ley santísima de naturaleza que el padre de familia provea al sustento y a todas las atenciones de los que engendró; e igualmente se deduce de la misma naturaleza que quiera adquirir y disponer para sus hijos, que se refieren y en cierto modo prolongan la personalidad del padre, algo con que puedan defenderse honestamente, en el mudable curso de la vida, de los embates de la adversa fortuna. Y esto es lo que no puede lograrse sino mediante la posesión de cosas productivas, transmisibles por herencia a los hijos."


"Y hemos dicho «por lo menos» iguales, porque, siendo la familia lógica y realmente anterior a la sociedad civil, se sigue que sus derechos y deberes son también anteriores y más naturales. Pues si los ciudadanos, si las familias, hechos partícipes de la convivencia y sociedad humanas, encontraran en los poderes públicos perjuicio en vez de ayuda, un cercenamiento de sus derechos más bien que una tutela de los mismos, la sociedad sería, más que deseable, digna de repulsa."


"Querer, por consiguiente, que la potestad civil penetre a su arbitrio hasta la intimidad de los hogares es un error grave y pernicioso. Cierto es que, si una familia se encontrara eventualmente en una situación de extrema angustia y carente en absoluto de medios para salir de por sí de tal agobio, es justo que los poderes públicos la socorran con medios extraordinarios, porque cada familia es una parte de la sociedad."


"Cierto también que, si dentro del hogar se produjera una alteración grave de los derechos mutuos, la potestad civil deberá amparar el derecho de cada uno; esto no sería apropiarse los derechos de los ciudadanos, sino protegerlos y afianzarlos con una justa y debida tutela. Pero es necesario de todo punto que los gobernantes se detengan ahí; la naturaleza no tolera que se exceda de estos límites."


"Y por esta misma razón, porque los hijos son «naturalmente algo del padre..., antes de que tengan el uso del libre albedrío se hallan bajo la protección de dos padres»(3). De ahí que cuando los socialistas, pretiriendo en absoluto la providencia de los padres, hacen intervenir a los poderes públicos, obran contra la justicia natural y destruyen la organización familiar."


"Pero, además de la injusticia, se deja ver con demasiada claridad cuál sería la perturbación y el trastorno de todos los órdenes, cuán dura y odiosa la opresión de los ciudadanos que habría de seguirse. Se abriría de par en par la puerta a las mutuas envidias, a la maledicencia y a las discordias; quitado el estímulo al ingenio y a la habilidad de los individuos, necesariamente vendrían a secarse las mismas fuentes de las riquezas, y esa igualdad con que sueñan no sería ciertamente otra cosa que una general situación, por igual miserable y abyecta, de todos los hombres sin excepción alguna. De todo lo cual se sigue claramente que debe rechazarse de plano esa fantasía del socialismo de reducir a común la propiedad privada, pues que daña a esos mismos a quienes se pretende socorrer, repugna a los derechos naturales de los individuos y perturba las funciones del Estado y la tranquilidad común. Por lo tanto, cuando se plantea el problema de mejorar la condición de las clases inferiores, se ha de tener como fundamental el principio de que la propiedad privada ha de conservarse inviolable."


"...se trata de un problema cuya solución aceptable sería verdaderamente nula si no se buscara bajo los auspicios de la religión y de la Iglesia. Y, estando principalmente en nuestras manos la defensa de la religión y la administración de aquellas cosas que están bajo la potestad de la Iglesia, Nos estimaríamos que, permaneciendo en silencio, faltábamos a nuestro deber. Sin duda que esta grave cuestión pide también la contribución y el esfuerzo de los demás; queremos decir de los gobernantes, de los señores y ricos, y, finalmente, de los mismos por quienes se lucha, de los proletarios; pero afirmamos, sin temor a equivocarnos, que serán inútiles y vanos los intentos de los hombres si se da de lado a la Iglesia. En efecto, es la Iglesia la que saca del Evangelio las enseñanzas en virtud de las cuales se puede resolver por completo el conflicto, o, limando sus asperezas, hacerlo más soportable; ella es la que trata no sólo de instruir la inteligencia, sino también de encauzar la vida y las costumbres de cada uno con sus preceptos; ella la que mejora la situación de los proletarios con muchas utílísimas instituciones; ella la que quiere y desea ardientemente que los pensamientos y las fuerzas de todos los órdenes sociales se alíen con la finalidad de mirar por el bien de la causa obrera de la mejor manera posible, y estima que a tal fin deben orientarse, si bien con justicia y moderación, las mismas leyes y la autoridad del Estado."


"Es mal capital, en la cuestión que estamos tratando, suponer que una clase social sea espontáneamente enemiga de la otra, como si la naturaleza hubiera dispuesto a los ricos y a los pobres para combatirse mutuamente en un perpetuo duelo. Es esto tan ajeno a la razón y a la verdad, que, por el contrario, es lo más cierto que como en el cuerpo se ensamblan entre sí miembros diversos, de donde surge aquella proporcionada disposición que justamente podríase llamar armonía, así ha dispuesto la naturaleza que, en la sociedad humana, dichas clases gemelas concuerden armónicamente y se ajusten para lograr el equilibrio. Ambas se necesitan en absoluto: ni el capital puede subsistir sin el trabajo, ni el trabajo sin el capital. El acuerdo engendra la belleza y el orden de las cosas; por el contrario, de la persistencia de la lucha tiene que derivarse necesariamente la confusión juntamente con un bárbaro salvajismo."


"...para acabar con la lucha y cortar hasta sus mismas raíces, es admirable y varia la fuerza de las doctrinas cristianas. En primer lugar, toda la doctrina de la religión cristiana, de la cual es intérprete y custodio la Iglesia, puede grandemente arreglar entre sí y unir a los ricos con los proletarios, es decir, llamando a ambas clases al cumplimiento de sus deberes respectivos y, ante todo, a los deberes de justicia. De esos deberes, los que corresponden a los proletarios y obreros son: cumplir íntegra y fielmente lo que por propia libertad y con arreglo a justicia se haya estipulado sobre el trabajo; no dañar en modo alguno al capital; no ofender a la persona de los patronos; abstenerse de toda violencia al defender sus derechos y no promover sediciones; no mezclarse con hombres depravados, que alientan pretensiones inmoderadas y se prometen artificiosamente grandes cosas, lo que Ileva consigo arrepentimientos estériles y las consiguientes pérdidas de fortuna.

Y éstos, los deberes de los ricos y patronos: no considerar a los obreros como esclavos; respetar en ellos, como es justo, la dignidad de la persona, sobre todo ennoblecida por lo que se llama el carácter cristiano. Que los trabajos remunerados, si se atiende a la naturaleza y a la filosofa cristiana, no son vergonzosos para el hombre, sino de mucha honra, en cuanto dan honesta posibilidad de ganarse la vida. Que lo realmente vergonzoso e inhumano es abusar de los hombres como de cosas de lucro y no estimarlos en más que cuanto sus nervios y músculos pueden dar de sí. E igualmente se manda que se tengan en cuenta las exigencias de la religión y los bienes de las almas de los proletarios. Por lo cual es obligación de los patronos disponer que el obrero tenga un espacio de tiempo idóneo para atender a la piedad, no exponer al hombre a los halagos de la corrupción y a las ocasiones de pecar y no apartarlo en modo alguno de sus atenciones domésticas y de la afición al ahorro. Tampoco debe imponérseles más trabajo del que puedan soportar sus fuerzas, ni de una clase que no esté conforme con su edad y su sexo. Pero entre los primordiales deberes de los patronos se destaca el de dar a cada uno lo que sea justo."


"Pues lo que nos enseña de por sí la naturaleza, que sólo habremos de vivir la verdadera vida cuando hayamos salido de este mundo, eso mismo es dogma cristiano y fundamento de la razón y de todo el ser de la religión. Pues que Dios no creó al hombre para estas cosas frágiles y perecederas, sino para las celestiales y eternas, dándonos la tierra como lugar de exilio y no de residencia permanente. Y, ya nades en la abundancia, ya carezcas de riquezas y de todo lo demás que llamamos bienes, nada importa eso para la felicidad eterna; lo verdaderamente importante es el modo como se usa de ellos."


"No se ha de pensar, sin embargo, que todos los desvelos de la Iglesia estén tan fijos en el cuidado de las almas, que se olvide de lo que atañe a la vida mortal y terrena. En relación con los proletarios concretamente, quiere y se esfuerza en que salgan de su misérrimo estado y logren una mejor situación. Y a ello contribuye con su aportación, no pequeña, llamando y guiando a los hombres hacia la virtud. Dado que, dondequiera que se observen íntegramente, las virtudes cristianas aportan una parte de la prosperidad a las cosas externas, en cuanto que aproximan a Dios, principio y fuente de todos los bienes; reprime esas dos plagas de la vida que hacen sumamente miserable al hombre incluso cuando nada en la abundancia, como son el exceso de ambición y la sed de placeres; en fin, contentos con un atuendo y una mesa frugal, suplen la renta con el ahorro, lejos de los vicios, que arruinan no sólo las pequeñas, sino aun las grandes fortunas, y disipan los más cuantiosos patrimonios."


Sobre el rol del Estado "De ahí que entre los deberes, ni pocos ni leves, de los gobernantes que velan por el bien del pueblo, se destaca entre los primeros el de defender por igual a todas las clases sociales, observando ínviolablemente la justicia llamada distributiva."


"...interesa tanto a la salud pública cuanto a la privada que las cosas estén en paz y en orden; e igualmente que la totalidad del orden doméstico se rija conforme a los mandatos de Dios y a los preceptos de la naturaleza; que se respete y practique la religión; que florezca la integridad de las costumbres privadas y públicas; que se mantenga inviolada la justicia y que no atenten impunemente unos contra otros; que los ciudadanos crezcan robustos y aptos, si fuera preciso, para ayudar y defender a la patria."


"Ciertamente, la mayor parte de los obreros prefieren mejorar mediante el trabajo honrado sin perjuicio de nadie; se cuenta, sin embargo, no pocos, imbuidos de perversas doctrinas y deseosos de revolución, que pretenden por todos los medios concitar a las turbas y lanzar a los demás a la violencia. Intervenga, por tanto, la autoridad del Estado y, frenando a los agitadores, aleje la corrupción de las costumbres de los obreros y el peligro de las rapiñas de los legítimos dueños."


"El trabajo demasiado largo o pesado y la opinión de que el salario es poco dan pie con frecuencia a los obreros para entregarse a la huelga y al ocio voluntario. A este mal frecuente y grave se ha de poner remedio públicamente, pues esta clase de huelga perjudica no sólo a los patronos y a los mismos obreros, sino también al comercio y a los intereses públicos; y como no escasean la violencia y los tumultos, con frecuencia ponen en peligro la tranquilidad pública. En lo cual, lo más eficaz y saludable es anticiparse con la autoridad de las leyes e impedir que pueda brotar el mal, removiendo a tiempo las causas de donde parezca que habría de surgir el conflicto entre patronos y obreros."


"El alma es la que lleva impresa la imagen y semejanza de Dios, en la que reside aquel poder mediante el cual se mandó al hombre que dominara sobre las criaturas inferiores y sometiera a su beneficio a las tierras todas y los mares. «Llenad la tierra y sometedla, y dominad a los peces del mar y a las aves del cielo y a todos los animales que se mueven sobre la tierra»(23). En esto son todos los hombres iguales, y nada hay que determine diferencias entre los ricos y los pobres, entre los señores y los operarios, entre los gobernantes y los particulares, «pues uno mismo es el Señor todos»"


"De aquí se deduce la necesidad de interrumpir las obras y trabajos durante los días festivos. Nadie, sin embargo, deberá entenderlo como el disfrute de una más larga holganza inoperante, ni menos aún como una ociosidad, como muchos desean, engendradora de vicios y fomentadora de derroches de dinero, sino justamente del descanso consagrado por la religión. Unido con la religión, el descanso aparta al hombre de los trabajos y de los problemas de la vida diaria, para atraerlo al pensamiento de las cosas celestiales y a rendir a la suprema divinidad el culto justo y debido. Este es, principalmente, el carácter y ésta la causa del descanso de los días festivos, que Dios sancionó ya en el Viejo Testamento con una ley especial: «Acuérdate de santificar el sábado», enseñándolo, además, con el ejemplo de aquel arcano descanso después de haber creado al hombre: «Descansó el séptimo día de toda la obra que había realizado»"


"La violencia de las revoluciones civiles ha dividido a las naciones en dos clases de ciudadanos, abriendo un inmenso abismo entre una y otra. En un lado, la clase poderosa, por rica, que monopoliza la producción y el comercio, aprovechando en su propia comodidad y beneficio toda la potencia productiva de las riquezas, y goza de no poca influencia en la administración del Estado. En el otro, la multitud desamparada y débil, con el alma lacerada y dispuesta en todo momento al alboroto. Mas, si se llegara prudentemente a despertar el interés de las masas con la esperanza de adquirir algo vinculado con el suelo, poco a poco se iría aproximando una clase a la otra al ir cegándose el abismo entre las extremadas riquezas y la extremada indigencia."


"La reconocida cortedad de las fuerzas humanas aconseja e impele al hombre a buscarse el apoyo de los demás. De las Sagradas Escrituras es esta sentencia: «Es mejor que estén dos que uno solo; tendrán la ventaja de la unión. Si el uno cae, será levantado por el otro. ¡Ay del que está solo, pues, si cae, no tendrá quien lo levante!». Y también esta otra: «El hermano, ayudado por su hermano, es como una ciudad fortificada». En virtud de esta propensión natural, el hombre, igual que es llevado a constituir la sociedad civil, busca la formación de otras sociedades entre ciudadanos, pequeñas e imperfectas, es verdad, pero de todos modos sociedades. Entre éstas y la sociedad civil median grandes diferencias por causas diversas. El fin establecido para la sociedad civil alcanza a todos, en cuanto que persigue el bien común, del cual es justo que participen todos y cada uno según la proporción debida.

Por esto, dicha sociedad recibe el nombre de pública, pues que mediante ella se unen los hombres entre sí para constituir un pueblo (o nación). Las que se forman, por el contrario, diríamos en su seno, se consideran y son sociedades privadas, ya que su finalidad inmediata es el bien privado de sus miembros exclusivamente. «Es sociedad privada, en cambio, la que se constituye con miras a algún negocio privado, como cuando dos o tres se asocian para comerciar unido»"


"Existe, no obstante, la opinión, confirmada por múltiples observaciones, de que en la mayor parte de los casos están dirigidas por jefes ocultos, los cuales imponen una disciplina no conforme con el nombre cristiano ni con la salud pública; acaparada la totalidad de las fuentes de producción, proceden de tal modo, que hacen pagar con la miseria a cuantos rehúsan asociarse con ellos. En este estado de cosas, los obreros cristianos se ven ante la alternativa o de inscribirse en asociaciones de las que cabe temer peligros para la religión, o constituir entre sí sus propias sociedades, aunando de este modo sus energías para liberarse valientemente de esa injusta e insoportable opresión. ¿Qué duda cabe de que cuantos no quieran exponer a un peligro cierto el supremo bien del hombre habrán de optar sin vacilaciones por esta segunda postura?"


"En principio, se ha de establecer como ley general y perpetua que las asociaciones de obreros se han de constituir y gobernar de tal modo que proporcionen los medios más idóneos y convenientes para el fin que se proponen, consistente en que cada miembro de la sociedad consiga, en la medida de lo posible, un aumento de los bienes del cuerpo, del alma y de la familia."


"De lo contrario, degeneraría y no aventajarían mucho a ese tipo de asociaciones en que no suele contar para nada ninguna razón religiosa. Por lo demás, ¿de qué le serviría al obrero haber conseguido, a través de la asociación, abundancia de cosas, si peligra la salvación de su alma por falta del alimento adecuado? «¿Qué aprovecha al hombre conquistar el mundo entero si pierde su alma?»(33). Cristo nuestro Señor enseña que la nota característica por la cual se distinga a un cristiano de un gentil debe ser ésa precisamente: «Eso lo buscan todas las gentes... Vosotros buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura."


"Instese, incítese a los obreros al culto de Dios y a la afición a la piedad; sobre todo a velar por el cumplimiento de la obligación de los días festivos. Que aprendan a amar y reverenciar a la Iglesia, madre común de todos, e igualmente a cumplir sus preceptos y frecuentar los sacramentos, que son los instrumentos divinos de purificación y santificación."


"...las asociaciones católicas serán consideradas de no pequeña importancia para la prosperidad de las naciones."


"Actualmente se discute sobre la situación de los obreros; interesa sobremanera al Estado que la polémica se resuelva conforme a la razón o no. Pero se resolverá fácilmente conforme a la razón por los obreros cristianos si, asociados y bajo la dirección de jefes prudentes, emprenden el mismo camino que siguieron nuestros padres y mayores, con singular beneficio suyo y público. Pues, aun siendo grande en el hombre el influjo de los prejuicios y de las pasiones, a no ser que la mala voluntad haya embotado el sentido de lo honesto, la benevolencia de los ciudadanos se mostrará indudablemente más inclinada hacia los que vean más trabajadores y modestos, los cuales consta que anteponen la justicia al lucro y el cumplimiento del deber a toda otra razón. De lo que se seguirá, además, otra ventaja: que se dará una esperanza y una oportunidad de enmienda no pequeña a aquellos obreros que viven en el más completo abandono de la fe cristiana o siguiendo unas costumbres ajenas a la profesión de la misma. Estos, indudablemente, se dan cuenta con frecuencia de que han sido engañados por una falsa esperanza o por la fingida apariencia de las cosas. Pues ven que han sido tratados inhumanamente por patronos ambiciosos y que apenas se los ha considerado en más que el beneficio que reportaban con su trabajo, e igualmente de que en las sociedades a que se habían adscrito, en vez de caridad y de amor, lo que había eran discordias internas, compañeras inseparables de la pobreza petulante e incrédula. Decaído el ánimo, extenuado el cuerpo, muchos querrían verse libres de una tan vil esclavitud, pero no se atreven o por vergüenza o por miedo a la miseria. Ahora bien: a todos éstos podrían beneficiar de una manera admirable las asociaciones católicas si atrajeran a su seno a los que fluctúan, allanando las dificultades; si acogieran bajo su protección a los que vuelven a la fe."


"Apliquen la providencia de las leyes y de las instituciones los que gobiernan las naciones; recuerden sus deberes los ricos y patronos; esfuércense razonablemente los proletarios, de cuya causa se trata; y, como dijimos al principio, puesto que la religión es la única que puede curar radicalmente el mal, todos deben laborar para que se restauren las costumbres cristianas, sin las cuales aun las mismas medidas de prudencia que se estiman adecuadas servirían muy poco en orden a la solución."


"Por lo que respecta a la Iglesia, nunca ni bajo ningún aspecto regateará su esfuerzo, prestando una ayuda tanto mayor cuanto mayor sea la libertad con que cuente en su acción; y tomen nota especialmente de esto los que tienen a su cargo velar por la salud pública. Canalicen hacia esto todas las fuerzas del espíritu y su competencia los ministros sagrados y, precedidos por vosotros, venerables hermanos, con vuestra autoridad y vuestro ejemplo, no cesen de inculcar en todos los hombres de cualquier clase social las máximas de vida tomadas del Evangelio; que luchen con todas las fuerzas a su alcance por la salvación de los pueblos y que, sobre todo, se afanen por conservar en sí mismos e inculcar en los demás, desde los más altos hasta los más humildes, la caridad, señora y reina de todas las virtudes. Ya que la ansiada solución se ha de esperar principalmente de una gran efusión de la caridad, de la caridad cristiana entendemos, que compendia en sí toda la ley del Evangelio, y que, dispuesta en todo momento a entregarse por el bien de los demás, es el antídoto más seguro contra la insolvencia y el egoísmo del mundo, y cuyos rasgos y grados divinos expresó el apóstol San Pablo en estas palabras: «La caridad es paciente, es benigna, no se aferra a lo que es suyo; lo sufre todo, lo soporta todo»."


Sobre el papa León XIII


León XIII (en latín, Leo PP. XIII), de nombre secular Gioacchino Vicenzo Raffaele Luigi Pecci (Carpineto Romano, 2 de marzo de 1810-Roma, 20 de julio de 1903), fue el 256° papa de la Iglesia católica. ​ Su pontificado, de veinticinco años de duración, se desarrolló entre los años 1878 y 1903.