Lectura #101
En este cuento de terror publicado también en 1881 el autor continúa aplicando su técnica narrativa ya empleado en Janet la torcida, es decir, iniciando con una rápida introducción para luego llevarnos al pasado de los personajes principales y desde esa allí recorrer una línea temporal que coincida con los hechos del más espantoso terror.
Un anciano quien trabaja en unas pompas fúnebres y que en sus últimos años no hace más que dedicarse al alcohol es sorprendido por el anuncio de un tal Macfarlane. Un médico famoso y muy respetado por la sociedad. Fettes, muy agitado va hacia su encuentro y le susurra algo al oído, lo cual hace que el otro huya despavorido.
Lo que sigue es entonces el ya característico salto con garrocha al pasado, a la época en la cual Fettes era apenas un joven estudiante de medicina, un muchacho ambicioso y curioso y se narrará la relación que estos personajes tuvieron y cómo el terror cruzó por sus vidas.
Este cuento me ha gustado más. No solo la escena de terror ha sido tan inesperado como sorprendente sino también la obra nos permite mirar en retrospectiva cómo el ser humano puede conducirse en la vida por caminos tan desaprobables y ruines y cómo salen de ello luego. Los principios morales son puestos a prueba aquí constantemente lo cual hace a esta obra universal y atemporal.
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