martes, 10 de junio de 2025

292. El diablo (León Tolstói) [Lectura 2025]

En la segunda edición, de 1984, publicada por la editorial Juventud, Mariano Orta realiza un estudio crítico como introducción a la lectura de la novela, un estudio muy corto aunque revela el carácter contradictorio del autor según la biografía de Tolstói elaborada por Daniel Gilles. Asimismo, la novela cuenta con un prólogo que no está firmada. En aquel prólogo se revela un episodio de la vida del autor ruso que deja a entender que sería la semilla para crear su trágica novela. 

Una nota de esta misma novela realicé hace más de 10 años aquí en el blog. 

En esta novela póstuma el autor revela que luchar contra el demonio confiando en solo nuestras propias fuerzas es una batalla perdida y que corremos el riesgo de condenarnos. Como en la nota anterior, solo a través de una vida de oración y búsqueda de la santidad podemos resistir las asechanzas del demonio y debemos siempre confiar en el Señor que Él ya venció al pecado y a la muerte.

El autor nos advierte de las consecuencias fatales si persistimos en la corrupción del alma pero no es capaz de darnos la solución, que sin duda alguna es Cristo. Solo una vida con Cristo nos permitirá resistir al maligno.

No es que no se tenga tentaciones, todos lo tenemos y cada quien según su debilidad, hasta los santos los tuvieron, pero es allí, en esos momentos de turbación donde uno más debe aferrarse de Cristo. 

Lo contrario es pasar por el camino de Eugenio, quien fue realmente ingenuo al pensar que se libraría del diablo fácilmente. En el caso de Stepánida, ella claramente ha sucumbido ante el demonio y ha perdido todo intento de conversión.

Ambos finales propuestos por el novelista conduce a una situación dolorosa y que impacta directamente a su familia, su joven esposa y sus dos pequeños hijos.

Es una novela corta que retrata claramente los peligros de caer en los vicios y nos alerta de sus consecuencias fatales. Asimismo, nos interpela a examinar nuestra propia vida. ¿Estamos más cerca de Eugenio o de Jesús? 

miércoles, 4 de junio de 2025

291. El diablo. Una investigación contemporánea. (P. Gabriele Amorth, Paolo Rodari) 4ta. reimpresión 2023

En la carátula del libro se lee el siguiente texto: "la más grande victoria del diablo es hacer creer que no existe". 

Los autores del libro afirman que el diablo existe, que son una legión innumerable, que el infierno existe y que los demonios se empeñan sin descanso en separar al hombre de Dios para llevarlos a la condenación eterna. Para los católicos, creemos efectivamente que esto es así, en conformidad con la sana doctrina de la Iglesia católica. 

La investigación presenta los testimonios de algunos santos, que por la gracia de Dios, pudieron presenciar el infierno. Santa Teresa de Jesús o Don Bosco son alguno de ellos.

El libro también describe algunos casos de exorcismos de posesiones demoníacas y asimismo detalla las diferentes maneras de cómo el diablo se manifiesta, ordinariamente y extraordinariamente.

Finalmente, siguiendo fielmente la doctrina de la Iglesia, los autores enfatizan que la oración y los sacramentos es el medio más eficaz para luchar contra los demonios e instan a los fieles a llevarlo a cabo.

El libro nos deja un mensaje claro. Mantengámonos despiertos y alertas ante los ataques del demonio, defendámonos de ellos mediante la oración y una vida en búsqueda de la santidad, unidos siempre a Cristo como el sarmiento a la vid.

Cito el mensaje de San Juan Pablo II a los jóvenes chilenos, "Miremos a Cristo, Cristo ha vencido a la muerte y al pecado. El amor vence siempre. Dios siempre puede más". 

miércoles, 28 de mayo de 2025

290. Cien años de luz. Fátima, un foco de paz desde 1917 [lectura de 2025]

Título: Cien años de luz. Fátima, un foco de paz desde 1917.
Autores: Darío Chimeno y José María Navalpotro.
Fecha publicación: 2017

Contenido:

FRUTOS INVISIBLES DE FÁTIMA.

FÁTIMA 1917
o Historia de las apariciones.
o Quiénes eran Jacinta, Francisco y Lucia.
o El "Secreto" de Fátima.
o Milagros y conversiones.
o Los Papas y Fátima.
o Santos relacionados con Fátima.

FÁTIMA 2017
o Entrevista con el P. Cabecinhas, Rector.
o Un santuario en el nuevo milenio.
o Lugares de oración y peregrinación.
o Fátima en datos.
o La Virgen Peregrina.
o Una devoción universal.

Por segunda vez leo este maravilloso libro. Este mes de mayo, dedicado a nuestra Madre la Santísima Virgen María, volví a este libro que leyera hace dos años para recordar la historia de las apariciones de la Nuestra Señora del Rosario en Fátima a los tres pastorcitos en el año de 1917, apariciones que fueron precedidas por el Ángel de la Paz o de Portugal. Sin duda esta lectura es un alimento para crecer en nuestra fe y llenarnos de esperanza en la bondad de María y su intercesión por nosotros. También para recordar que el infierno existe, que no está vacío y que para salvarnos debemos de rezar mucho, como el rezo del Santo Rosario diario, asimismo hacer penitencia y ayuno, para la reparación de los corazones de Jesús y María, el perdón de los pecados y la conversión de las almas.

martes, 31 de diciembre de 2024

289. La Biblia en 365 días (Traducción del Vaticano, en la voz del Padre Fray Nelson Medina, OP)

 


Finalizamos el proyecto de la lectura de toda la Biblia en 365 días (en la traducción de Vaticano), en la voz del Padre Fray Nelson Medina, a quien le agradezco muchísimo. Sin su iniciativa, quizá no lo hubiera finalizado.
Alabado sea Jesucristo y su Santísima Madre. Me encomiendo a la voluntad de Dios y pido con humildad la Gracia del Espíritu Santo para que haga realidad la Verdad de la Palabra de Dios en nuestras vidas.

viernes, 29 de noviembre de 2024

288. Carta encíclica Spe Salvi. Sobre la esperanza cristiana. (Benedicto XVI, 2007)

Spe Salvi, son las primeras palabras de: 
" « SPE SALVI facti sumus » – en esperanza fuimos salvados, dice san Pablo a los Romanos y también a nosotros (Rm 8,24). Según la fe cristiana, la « redención », la salvación, no es simplemente un dato de hecho. Se nos ofrece la salvación en el sentido de que se nos ha dado la esperanza, una esperanza fiable, gracias a la cual podemos afrontar nuestro presente: el presente, aunque sea un presente fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino. Ahora bien, se nos plantea inmediatamente la siguiente pregunta: pero, ¿de qué género ha de ser esta esperanza para poder justificar la afirmación de que a partir de ella, y simplemente porque hay esperanza, somos redimidos por ella? Y, ¿de qué tipo de certeza se trata? " (1)

Benedicto XVI nos recuerda que somos los cristianos quienes tenemos la verdadera esperanza, la fe en la vida futura, en la Vida Eterna. Esa esperanza nos soporta en nuestras vidas como fuertes cimientos, como una gran roca que es Jesús mismo. En la encíclica, que hace referencia a varios pasajes de la Palabra de Dios e interpretaciones, Benedicto XVI nos alienta a fortalecer nuestra fe en Jesucristo, quien es el Camino, la Verdad y la Vida. Solo a través de Él podemos llegar al Padre, al cielo y poder estar en comunión con Dios plenamente en la Vida Futura. 

Si el progreso técnico no se corresponde con un progreso en la formación ética del hombre, con el crecimiento del hombre interior (cf. Ef 3,16; 2 Co 4,16), no es un progreso sino una amenaza para el hombre y para el mundo (22).
Ciertamente, la razón es el gran don de Dios al hombre, y la victoria de la razón sobre la irracionalidad es también un objetivo de la fe cristiana.
Pero ¿cuándo domina realmente la razón? ¿Acaso cuando se ha apartado de Dios? ¿Cuando se ha hecho ciega para Dios? La razón del poder y del hacer ¿es ya toda la razón? Si el progreso, para ser progreso, necesita el crecimiento moral de la humanidad, entonces la razón del poder y del hacer debe ser integrada con la misma urgencia mediante la apertura de la razón a las fuerzas salvadoras de la fe, al discernimiento entre el bien y el mal. Sólo de este modo se convierte en una razón realmente humana. Sólo se vuelve humana si es capaz de indicar el camino a la voluntad, y esto sólo lo puede hacer si mira más allá de sí misma. En caso contrario, la situación del hombre, en el desequilibrio entre la capacidad material, por un lado, y la falta de juicio del corazón, por otro, se convierte en una amenaza para sí mismo y para la creación. Por eso, hablando de libertad, se ha de recordar que la libertad humana requiere que concurran varias libertades. Sin embargo, esto no se puede lograr si no está determinado por un común e intrínseco criterio de medida, que es fundamento y meta de nuestra libertad. Digámoslo ahora de manera muy sencilla: el hombre necesita a Dios, de lo contrario queda sin esperanza. Visto el desarrollo de la edad moderna, la afirmación de san Pablo citada al principio (Ef 2,12) se demuestra muy realista y simplemente verdadera. Por tanto, no cabe duda de que un « reino de Dios » instaurado sin Dios –un reino, pues, sólo del hombre– desemboca inevitablemente en « el final perverso » de todas las cosas descrito por Kant: lo hemos visto y lo seguimos viendo siempre una y otra vez (23).

Preguntémonos ahora de nuevo: ¿qué podemos esperar? Y ¿qué es lo que no podemos esperar? Ante todo hemos de constatar que un progreso acumulativo sólo es posible en lo material. Aquí, en el conocimiento progresivo de las estructuras de la materia, y en relación con los inventos cada día más avanzados, hay claramente una continuidad del progreso hacia un dominio cada vez mayor de la naturaleza. En cambio, en el ámbito de la conciencia ética y de la decisión moral, no existe una posibilidad similar de incremento, por el simple hecho de que la libertad del ser humano es siempre nueva y tiene que tomar siempre de nuevo sus decisiones. No están nunca ya tomadas para nosotros por otros; en este caso, en efecto, ya no seríamos libres.

La libertad presupone que en las decisiones fundamentales cada hombre, cada generación, tenga un nuevo inicio. Es verdad que las nuevas generaciones pueden construir a partir de los conocimientos y experiencias de quienes les han precedido, así como aprovecharse del tesoro moral de toda la humanidad. Pero también pueden rechazarlo, ya que éste no puede tener la misma evidencia que los inventos materiales. El tesoro moral de la humanidad no está disponible como lo están en cambio los instrumentos que se usan; existe como invitación a la libertad y como posibilidad para ella (24).

Pero no debemos olvidarnos del prójimo, a quien debemos tomarle de la mano para ir juntos hacia ese encuentro celestial.

Pero ahora surge la pregunta: de este modo, ¿no hemos recaído quizás en el individualismo de la salvación? ¿En la esperanza sólo para mí que además, precisamente por eso, no es una esperanza verdadera porque olvida y descuida a los demás? No. La relación con Dios se establece a través de la comunión con Jesús, pues solos y únicamente con nuestras fuerzas no la podemos alcanzar. En cambio, la relación con Jesús es una relación con Aquel que se entregó a sí mismo en rescate por todos nosotros (cf. 1 Tm 2,6). Estar en comunión con Jesucristo nos hace participar en su ser « para todos », hace que éste sea nuestro modo de ser. Nos compromete en favor de los demás, pero sólo estando en comunión con Él podemos realmente llegar a ser para los demás, para todos. Quisiera citar en este contexto al gran doctor griego de la Iglesia, san Máximo el Confesor († 662), el cual exhorta primero a no anteponer nada al conocimiento y al amor de Dios, pero pasa enseguida a aplicaciones muy prácticas: « Quien ama a Dios no puede guardar para sí el dinero, sino que lo reparte ‘‘según Dios'' [...], a imitación de Dios, sin discriminación alguna ». Del amor a Dios se deriva la participación en la justicia y en la bondad de Dios hacia los otros; amar a Dios requiere la libertad interior respecto a todo lo que se posee y todas las cosas materiales: el amor de Dios se manifiesta en la responsabilidad por el otro. En la vida de san Agustín podemos observar de modo conmovedor la misma relación entre amor de Dios y responsabilidad para con los hombres. Tras su conversión a la fe cristiana quiso, junto con algunos amigos de ideas afines, llevar una vida que estuviera dedicada totalmente a la palabra de Dios y a las cosas eternas. Quiso realizar con valores cristianos el ideal de la vida contemplativa descrito en la gran filosofía griega, eligiendo de este modo « la mejor parte » (Lc 10,42). Pero las cosas fueron de otra manera. Mientras participaba en la Misa dominical, en la ciudad portuaria de Hipona, fue llamado aparte por el Obispo, fuera de la muchedumbre, y obligado a dejarse ordenar para ejercer el ministerio sacerdotal en aquella ciudad. Fijándose retrospectivamente en aquel momento, escribe en sus Confesiones: « Aterrado por mis pecados y por el peso enorme de mis miserias, había meditado en mi corazón y decidido huir a la soledad. Mas tú me lo prohibiste y me tranquilizaste, diciendo: "Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para él que murió por ellos" (cf. 2 Co 5,15) ». Cristo murió por todos. Vivir para Él significa dejarse moldear en su « ser-para » (28).

Recordemos entonces que esa esperanza en la vida eterna, promesa de Cristo, que ya está como germen en nuestro interior, debe mantenernos firmes en nuestro caminar con Jesús, cargando nuestra cruz y, nosotros, como Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia, completemos en nuestra carne los sufrimientos que nos acerquen más a Cristo (1Col 24) para permanecer en Cristo, que es Cabeza de la Iglesia y que, estando a la derecha de Dios Padre, intercede ante Él por nosotros en todo momento.

Benedicto XVI, en las páginas finales, invoca una oración a nuestra madre María, Mater Dei, estrella del mar,  para que con su luz guíe nuestra barca en medio de este mar, al encuentro con Dios. 

 Stella Maris, ora pro nobis 

lunes, 28 de octubre de 2024

287. Señor de los Milagros. Guarda y custodio desta ciudad (Munilibros)


 Continuando la formación católica hoy quiero compartir unas breves notas sobre esta joya de libro histórico que encontré. Se trata de un trabajo publicado por la Municipalidad de Lima para dar a conocer la historia de la devoción al Señor de los Milagros.

Impresiona enterarse del posible origen divino del mural que actualmente sobrevive en la Iglesia de las Nazarenas, aquel mural que data de mediados del siglo XVII y que dió vida a la devoción más multitudinaria de América. Una devoción que a través de los años se mantiene con ese fervor cada octubre. 

Con sus cinco recorridos en el mes morado, la imagen de Nuestro Señor Jesuscristo, el Señor de los Milagros, recorre las calles de Lima. La imagen del Señor, cuyo peso suma aproximadamente 1900 kilogramos es levantado lo más alto posible por los hombros de los miembros de las cuadrillas de la orden del Señor de los Milagros. Hombres de fe que, cargando el anda hacen la figura de cargar la cruz, pero al llevarla todos en comunión y teniendo a Cristo como centro, la carga se hace llevadera e incluso gozosa porque es la representación del Hijo del Hombre, de nuestro Salvador, de la Cabeza de la Iglesia la que levantamos para que todos lo vean y crean. 

 Hoy mismo, 28 de octubre, es su cuarto recorrido, para finalizar el día 1 de noviembre, día de todos los santos, siendo Jesús el Santo de los Santos, hombre verdadero, Dios verdadero, engendrado , no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quién todo fue hecho.

En este mes devocional digamos a Cristo, aquí estoy, aquí estoy Jesús para servirte, aquí estoy Jesús para cargar contigo la Cruz, aquí me tienes Señor. Imitimos a María para decirle aquí está tu esclavo Señor, hágase en mi según tu Palabra.

Sagrado corazón de Jesús, en vos confío.

¡Viva Cristo Rey!

viernes, 11 de octubre de 2024

Para qué sirve la Fe (P. Santiago Martín, FM)


La contra portada expresa lo siguiente: 

¿Qué motivos ha encontrado históricamente el hombre para elegir entre la Fe y la increencia? Creer o no creer es la gran cuestión existencial que se ha planteado desde siempre. Es la elección que cada ser humano, individual y único, enfrenta desde que empieza a ser consciente de su existencia.
¿Qué le ha dado mejor resultado? ¿Ante los grandes problemas de la vida, está mejor preparado el creyente o el no creyente? ¿Y ante la muerte? ¿Es el hombre razón pura?
Este libro trata de dar respuesta a estas preguntas y aportar un poco de luz a un problema tan vital como eterno; luz procedente del sentido común, del equilibrio integrador entre lo que dicta la razón y lo que enseña el corazón, con el fin de ayudarnos a vivir con paz y esperanza.

Ya desde el subtítulo del libro: Aportaciones para un diálogo con los no creyentes, se deja claro cuál es el objeto del libro. 

El libro consta de una Introducción y seis capítulos titulados como sigue:

Capítulo I. Una larga marcha 

Capítulo II. El debate sobre la razón, ¿ceguera de la fe?

Capítulo III. El debate desde el corazón. El triunfo del sentido común.

Capítulo IV. La crisis de fe y de increencia.

Capítulo V. Aprender a creer.

Capítulo VI. La opción cristiana.

Cómo hubiera dejado de perder tanto tiempo si hubiera encontrado este tipo de libros, llenos de sabios consejos cristianos para llevar una vida de espiritualidad apegado a la doctrina católica. 

En el capítulo I, el padre Santiago Martín advierte del avance del ateísmo. Menciona que la "Cristiandad" empieza a quebrarse por el avance de la ciencia y por la emancipación de la filosofía con relación a la teología (p.19). El hombre considera que puede competir con Dios al que puede apartar de su camino y ocupar su lugar.

El padre señala que, son muchos los autores que señalan que el ateísmo actual se origina en el Renacimiento, aunque se fragua sobre todo en la Ilustración. Este ateísmo parte de la confianza en la razón humana para dominar la naturaleza, confianza favorecida por el progreso de las ciencias [Thomas Kuhn no lo llamaría progreso en su libro La estructura de las revoluciones científicas] desde finales de la Edad Media y el desarrollo de la técnica que facilita la vida cotidiana de los hombres. 

El padre Santiago puntualiza que, el Dios de muchos filósofos de la Ilustración es un Dios superfluo [Hay un libro de Benedicto XVI que se titula el Dios de la fe y el Dios de los filósofos], un Dios del que se puede prescindir en casi todos los aspectos de la vida, sobre todo cuando se está iluminado por la "diosa razón", la cual se entronizó tras la Revolución francesa [Revolución criminal contra los cristianos]. El Dios de los cristianos de esa época (la ilustración) es, sobre todo, un Dios que no fundamenta los valores morales. Y el padre añade que, de un Dios del que se puede prescindir se termina, más pronto o más tarde, prescindiendo. Por eso, de aquel ateísmo light se pasará después al ateísmo militante para concluir con el actual agnosticismo o ateísmo práctico, en la indiferencia.

El padre señala como promotores de esta destrucción del cristianismo a Descartes, Kant y Hegel y los discípulos de este último: Feuerbach, Marx, Freud, Nietzsche, Sartre y Bloch (estos discípulos son denominados como "los padres de la sospecha").

El ateísmo de estos razonadores se caracteriza por negar a Dios para ensalzar al hombre. Dios como obstáculo que encuentra el hombre para su camino a la plenitud, por eso Dios tiene que ser eliminado, no solo del culto social y público sino también, de la conciencia humana. Es en resumen el pensamiento de estos señores ateos (p. 23).

Sin embargo, pese a tantos ataques a la religión, el hombre común sigue preguntándose por Dios, con un corazón que no se sacia con las cosas de este mundo (p.46).

Por ejemplo, una interrogante capital es sobre el problema del mal y su frecuente triunfo sobre el bien. Asimismo, todos, sin excepción, no escaparemos a la muerte. 

Entonces, el padre termina el capítulo I diciendo que, demostrar que las respuestas que nacen desde la fe son no sólo más útiles, sino también más racionales y por tanto más humanas, será el objetivo del resto del libro. Y demostrar que en Cristo ha llegado a la plenitud el sentimiento religioso y que las preguntas de creyentes y no creyentes hallan en el hijo de María de Nazaret las mejores respuestas [La llena de Gracia], constituirá la última parte de esta obra. 

Obra que, efectivamente en su capítulo final dedica temas fundamentales para la vida en la fe como sobre el dogma cristiano, la moral, la vida de oración y la misión de la Iglesia.

Recomiendo este libro de espiritualidad tanto para católicos practicantes, "paganos bautizados", agnósticos, ateos y otros.