lunes, 30 de octubre de 2023

La cena del Cordero: La Misa, el cielo en la tierra (Scott Hahn, 1999, edición 26 de 2023)



El Dr. Scott Hahn nos regala un libro precioso. Nos proporciona las claves para comprender El Apocalipsis desde la tradición litúrgica. En ese sentido, la Santa Misa adquiere una importancia capital. Efectivamente es el cielo en la tierra. 

Cito:

"Porque la idea de la Misa como «el cielo en la tierra» es ahora la enseñanza explícita de la fe católica. La encontrarás, por ejemplo, en varios lugares de la exposición más básica de la fe católica, el Catecismo de la Iglesia Católica:

«Realmente, en una obra tan grande [la liturgia] por la que Dios es perfectamente glorificado y los hombres santificados, Cristo asocia siempre consigo a la Iglesia, su Esposa amadísima, que invoca a su Señor y por Él rinde culto al Padre Eterno… la cual [la liturgia] participa en la liturgia celestial» (n. 1089).
¡Nuestra liturgia participa en la liturgia celestial! ¡Eso dice el Catecismo! Y aún hay más:
«La liturgia es “acción” del “Cristo total” […]. Los que desde ahora la celebran participan ya, más allá de los signos, de la liturgia del cielo […]» (n. 1136).
En Misa, ¡ya estamos en el cielo![3]. No es que lo diga yo, o un puñado de teólogos muertos. Lo dice el Catecismo. El Catecismo cita también el mismo pasaje del Vaticano II que me impactó con tanta fuerza en los meses anteriores a mi conversión a la fe católica:
«En la liturgia terrena pregustamos y participamos en aquella liturgia celestial que se celebra en la ciudad santa, Jerusalén, hacia la cual nos dirigimos como peregrinos, donde Cristo está sentado a la derecha del Padre, como ministro del santuario y del tabernáculo verdadero; cantamos un himno de gloria al Señor con todo el ejército celestial […]» (n. 1090)."
Libro imprescindible.

jueves, 26 de octubre de 2023

Carta de una desconocida (Stefan Zweig, 1927)

 


Veo mucho la influencia del escritor ruso Fiódor M. Dostoievski en esta obra. Y es que en 1920 Zwieg hubo publicado un libro titulado tres maestros sobre sus predecesores Dostoievski, Balzac y Dickens. 

Es impresionante que en un corto texto se pueda condensar una intensa carga emotiva de ilusiones, anhelos, deseos y  sufrimientos. Toda la carta es un testimonio desgarrador de una vida perdida, que perdió a otra más pequeña. La carta llena páginas enteras y me es inevitable recordar, mutatis mutandis, al hombre del subsuelo de Dostoievski, en el sentido de que luego de tantos años de silencio decide pues contar todo lo que llevaba dentro de él.

Con la desconocida, y lamentablemente nunca sabremos su nombre, nos enternecemos con esa historia de ilusión sentimental que le ocurre en el umbral de la adolescencia. Al incio es una narración de ese primer amor que a algunos les ha tocado vivir y que viene a mi mente otro personaje de Dostoievski, Nietochka Nezvánova, una niña dulce, inocente, muy pobre pero con ganas de vivir y que fija sus esperanzas de una vida mejor en el, aparentemente, más educado y buena persona, aquel escritor famoso. 

Es interesante notar que aquella criatura estaba ansiosa de llenar algo en su interior, deduzco que no tuvo una sólida formación religiosa y que su única conexión con el mundo fueron esos doce libros viejos que poseía, son pues los libros los que vehiculizan esas ansias de amor e ilusión por otro mundo, uno muy distinto a su pobreza material y espiritual, lo que le lleva a identificar a ese nuevo inquilino, famoso escritor, como su salvador. ¿Qué era lo que hubo leído aquella niña desconocida hasta entonces? ¿A sus trece años puede que alguna novela romántica?, no lo sabemos.

Pero también la desconocida me recuerda luego, cuando ya es adulta, a otro personaje femenino, Natalia Nikoláievna (Natasha), de la novela Humillados y ofendidos. Así que bien puede esta desconocida ser parte de ese mundo construido por el escritor ruso.

Cito:

"y mientras estaba delante del espejo, te vi detrás de mí —creía que me moría de horror y de vergüenza— a través del espejo vi cómo, discretamente, introducías unos billetes de los grandes en mi manguito. ¿Cómo fui capaz de no gritar en aquel momento, de no abofetearte? ¡A mí, la que te quería desde pequeña, la madre de tu hijo, me pagabas por aquella noche! Una cualquiera encontrada en el Tabarin, eso es lo que yo era para ti, nada más. ¡Me habías pagado, me habías pagado a mí! No tenías suficiente con olvidarte de mí, también tenías que humillarme."

Es muy doloroso ser testigos de ese sufrimiento que la desconocida atraviesa por haber depositado su esperanza en un hombre, precisamente en el destinatario de la carta, un hombre que no sabemos casi nada de su vida solo que es un intelectual y mujeriego empedernido.

Cito

"Todas las vías de desprecio, de frialdad, de indiferencia, todas me las había representado en visiones apasionadas, pero justamente ésta no me había arriesgado a considerarla ni en mis momentos más pesimistas, ni en los momentos en que tenía la conciencia más extrema de mi inferioridad, porque esto era lo peor que podía suceder: que no me reconocieras en absoluto. Ahora sí, ahora ya entiendo —¡ah, a comprender las cosas sí me has enseñado!— que la cara de una chica, de una mujer, resulta terriblemente cambiante para un hombre, porque no suele ser sino el reflejo de una pasión o de una ingenuidad o de una fatiga, que se borra tan fácilmente como la imagen de un espejo. Y un hombre puede olvidar rápidamente el rostro de una mujer, porque la edad que en ella se refleja cambia según si hay sol o sombra y según la forma de vestirse de un día para otro"

También se puede leer como una alegoría, de dos lados de un mundo en ruinas, la cara visible representado por aquel hombre de fama que representa a la crema y nata de la intelectualidad, que lleva por bandera la búsqueda del placer sin comprometer sus sentimientos, usando a las personas como meros instrumentos para satisfacer sus bajas pasiones, que no se entera del sufrimiento de aquellas otras personas, anónimas, desconocidas, representantes de esa otra cara de ese mundo, de aquellas personas con una infancia llena de ilusiones por vivir, que se aferran a una esperanza, inocentes pero que terminan padeciendo terribles tribulaciones.

Cito

"...Porque a ti, ciertamente, sólo te gustan las cosas fáciles, juguetonas, nada pesadas, tienes miedo de inmiscuirte en un destino ajeno. Lo que quieres es entregarte a todos, al mundo, no quieres ninguna víctima."

Es doloroso leer cada tanto en la carta como un recordatorio la frase "Nuestro hijo murió ayer" y allí va Europa, convertida en un cementerio tras la Gran Guerra (1914-1919) y que morirían muchos más. La carta inicia relatando la inocente pero equivocada dirección de un alma joven, aferrándose a un hombre, llegando a la idolatría e inclusive a reemplazarlo por Dios mismo. Se ha perdido el vínculo con lo divino. Triste muy triste.

Cito:

"Yo ya no creo en Dios ni quiero ninguna misa, sólo creo en ti, sólo te quiero a ti y sólo quiero continuar viviendo dentro de ti… ay, sólo un día al año, muy, muy silenciosamente, como siempre he vivido a tu lado… Te lo suplico, hazlo, querido… es la primera y última cosa que te pido… te lo agradezco… te quiero… te quiero… adiós."

Impresiona la crudeza de las míseras condiciones de vida que padeció en la maternidad la desconocida, un mundo de desolación que la narradora lo llama por momentos un infierno. 

Cito:

"Una semana antes, una lavandera me robó las últimas coronas que me quedaban en el armario y tuve que ir a la casa de maternidad. Allí, por donde sólo se arrastran las mujeres verdaderamente pobres, las despreciadas y olvidadas en su penuria, allí, en medio de las sobras de la miseria, allí nació el niño, tu hijo. Era como para morirse, todo se hacía extraño, extraño, extraño… solas y llenas de odio mutuo, las que permanecíamos allí éramos extrañas entre nosotras mismas, llevadas solamente por la miseria, por el mismo tormento, hasta el interior de aquella sala que olía a cerrado, a cloroformo y a sangre, llena de gritos y suspiros. La degradación, la deshonra anímica y física que la pobreza debe soportar, yo las sufrí allí, al lado de prostitutas y enfermas que hacían del encuentro de sus destinos una injusticia. También sufrí el cinismo de los médicos jóvenes que levantaban la sábana de las indefensas con una sonrisa irónica y las palpaban con actitud científica, la mezquindad de las enfermeras… Crucifican"

¿A dónde va el mundo? Para Stefan Zweig estaba clarísimo.

lunes, 23 de octubre de 2023

Mendel, el de los libros (Stefan Zweig, 1929)


Stefan Zweig inventa un personaje completamente sorprendente. Me refiero a Mendel. Mendel es un hombre de cabello plateado, corto de vista, descuidado en su apariencia personal, judío, ex postulante para rabino, y cuyo mundo es ocupado absolutamente por los libros. Mendel, siempre sentado en un rincón en el Café Gluck, se dedica a leer y leer títulos de libros, de lo que sea, recopila en su prodigiosa memoria datos como las fechas de publicación, nombre de autores, número de páginas, precios, etc, y los va acumulando en su gigantesca memoria para convertirse en un catálogo andante. Es esquivo con la gente, es evidente que Mendel aprecia más a los libros que a las personas, pero no fastidia a nadie. Solo desea leer horas enteras. Uno queda fascinado por Mendel, librero de viejos pero también siento tristeza porque es un hombre solitario, sin familia, y pese a su extraordinaria memoria para los datos de inventario, su inteligencia no le permite sumergirse a las literatura, como un lector natural lo haría. Toda actividad mental esta dedicada a acumular datos que pueden encontrarse en los ficheros de biblioteca, pero Mendel, lamentablemente no entra a la lectura como se puede suponer. No va al contenido. Y eso es lo triste, y paradójico de su existencia. No es un lector de verdad. Porque la lectura te transforma, te regocija, te permite entender muchas cosas y mejorar como persona. En tiempos de Mendel, primeras décadas del siglo XX, no había publicado tantos libros horrendos como ahora se pueden encontrar en cualquier anaquel de las librerías que invierten en publicidad más que en tener libros de autores clásicos e inmortales.

Pero bien, aceptamos a Mendel, que es como un niño que juega eternamente el mismo juego, que no levanta la mirada porque está ensimismado, regocijado con lo que le ofrecen libros tras libros. Ha dejado de llegar a ser un rabino para convertirse en un vendedor de libros. Pero pese a todo, es una actividad de lo más pacifica, cero violencia, de una aspiración elevada, de un encuentro con la historia y el intelecto de los hombres.

Mendel, causa también admiración. Es como un eremita, un asceta que vive en un desierto dedicándose a la lectura pese a estar rodeado de tanta gente bulliciosa.

Cito

"Pero tampoco leía aquellos libros para entenderlos, en su contenido espiritual y narrativo. Tan sólo su título, su precio, su aspecto, la página de créditos atraían su atención. Aquella memoria específica de anticuario de Jakob Mendel, en último término improductiva y no creativa, mero inventario de cientos de miles de títulos y nombres grabados en la blanda corteza cerebral de un mamífero, en lugar de, como en otro tiempo, escritos en un catálogo en forma de libro era, no obstante, en su perfección, única, un fenómeno de no menor importancia que la de Napoleón para las fisonomías, la de Mezzofanti para los idiomas, la de Lasker para las aperturas de ajedrez o la de Busoni para la música."

Dejemos a Mendel leyendo en su rincón favorito en el Café Gluck.

Pero el libro también presenta otro personaje. Uno completamente distinto. Uno que viene con la Gran Guerra. Se trata de la administración pública, del gobierno alemán que canallescamente atropella contra todo lo extranjero en plena guerra mundial.

Y aquí necesariamente uno toma partido por Mendel. Mendel que se ve aplastado por ese monstruo burocrático, ese Leviathan, esa bestia infernal que va contra inocentes y destruye sus almas. Porque eso es lo que hicieron con el tierno Mendel, lo agarraron como un trapo viejo y destruyeron su alma, su amor, su fe, su vida. 

Solo una mujer nunca se olvidó de él, una mujer sencilla, que hacía la limpieza del bar y le atendía con buñuelos o le cocía los botones de la camisa. Una mujer caritativa que vió en Mendel un hermano a quien socorrer. Fue la única. Todos los demás solo se aprovecharon de su fascinante memoria para obtener lo suyo de manera egoísta. Eso refleja también una ruptura en el mundo espiritual, una pérdida de las virtudes. 

lunes, 16 de octubre de 2023

Vida de Santos 3, julio, agosto septiembre (Padre Eliecer Sálesman)

 


Continúo leyendo y maravillándome de la vida de los santos de la Iglesia. En esta oportunidad los correspondientes a los meses de julio, agosto y septiembre. 

Acabo de terminar de leer la vida de San Jerónimo a quien la Iglesia lo recuerdo el 30 de septiembre, último día de este trimestre.

Cada vida de los Santos contiene muchísimas enseñanzas.

Citaré parte del texto sobre San Jerónimo: 

En una carta que escribió a santa Eustaquia, san Jerónimo le cuenta el diálogo aterrador que sostuvo en un sueño o visión. Sintió que se presentaba ante el trono de Jesucristo para ser juzgado. Nuestro Señor le preguntaba: "¿A qué religión pertenece?" El respondió "Soy cristiano - católico" y Jesús le dijo: "¡No es verdad! Que borren sus nombres de las listas de los cristianos católicos. No es cristiano sino pagano, porque sus lecturas son todas paganas. Tiene tiempo de leer a Virgilio, Cicerón y Homero pero no encuentra tiempo para leer las Sagradas Escrituras". Se despertó llorando y en adelante su tiempo será para meditar libros sagrados y exclamará emocionado: "Nunca más me volveré a trasnochar por leer libros paganos". A veces dan ganas de que a ciertos católicos les sucediera una aparición como la que tuvo San Jerónimo, para ver si dejan de dedicar tiempo a lecturas paganas e inútiles (periódicos, revistas, novelas) y dedican unos minutos más cada día a leer el libro que los va a salvar, ¡La Sagrada Biblia!

 Me gustaría también dejar unas líneas del texto referido a la vida de San Alfonso María de Ligorio, a quien se le recuerda el 1 de agosto, dice así:

"Cuando algunas personas le preguntaban acerca de qué penitencias debían hacer para llegar a la santidad, les respondía: "la mejor penitencia es leer, leer, leer libros espirituales. Esto aprovecha más de mil cilicios".

Noventa y dos días llenos de recuerdos de la vida de Santos, por ejemplo tenemos a Santo Tomás, apóstol (3 de julio), San Buenaventura (15 de julio), Santa María Magdalena (22 de julio), Santiago, apóstol (25 de julio), San Ignacio de Loyola (31 de julio), San Juan Vianey (4 de agosto), Santo Domingo de Guzmán (8 de agosto), Santa Clara de Asís (11 de agosto), San Maximiliano Kolbe (14 de agosto), San Esteban, rey de Hungría (16 de agosto), San Bernardo (20 de agosto), San Pío X (21 de agosto), María, Reina (22 de agosto), Santa Rosa de Lima (23 de agosto, en Perú el 30 de agosto), San Bartolomé, apóstol (24 de agosto), San Luis, rey de Francia (25 de agosto), San Agustín (28 de agosto), martirio de San Juan Bautista (29 de agosto), beato Tomás de Kempis (30 de agosto), San Gregorio Magno (3 de septiembre), San Juan Crisóstomo (13 de septiembre), San Mateo, apóstol (21 de septiembre), Santos Cosme y Damián (26 de septiembre), San Vicente de Paúl (27 de septiembre), San Miguel, San Gabriel, San Rafael (29 de septiembre).

Libro imprescindible.

 

sábado, 14 de octubre de 2023

La felicidad conyugal (Lev Tolstói, 1859)


 La novela "La felicidad conyugal" (1859, título original en ruso (Семейное счастие)) es una de las primeras obras escritas por Lev Tolstói (1828 - 1910), apareció después de sus tres primeras obras (Infancia (1852), Juventud (1854) y Adolescencia (1856)) y varios años antes de sus famosas novelas la Guerra y Paz (1867-1869) y Ana Karénina (1878).

"La felicidad conyugal" cuenta la experiencia de vida de la protagonista Maria Alexándrovna (Masha), una joven de 16 años que al inicio de la novela queda huérfana (la novela nos hace saber que acaba de morir su madre y su padre hubo fallecido años atrás), queda como heredera de los bienes familiares cuya administración es asumida por Serguéi Mikhailovich, el administrador, amigo de la familia, 16 años mayor que ella y quién poco tiempo después sería su esposo.

La novela está narrada por la propia protagonista, y divide la historia en dos partes muy definidas. En la primera parte nos narra su vida, apenas tiene 16 años, tiene una hermana menor (Sonia) y una institutriz (Katya), y criados, todos viven en una casa en el campo, en Rusia.

Se destaca la inocencia de Masha, su fe cristiana (reza, va a misa, practica las penitencias como el ayuno y reconoce el valor sagrado del matrimonio). 

Tras la muerte de su madre una gran tristeza la embargará. La visita regular y frecuente del administrador, Serguéi Mikhailovich, consolará sus días y poco a poco unos nuevos sentimientos empezarán a florecer en ella. Se enamorará. Ambos se declaran su amor y contraen matrimonio augurando un feliz porvenir. Así concluye la primera parte. 

En la segunda parte, el autor nos muestra otra faceta de la narradora (Masha). Luego de sentir alegría por su unión, pronto empieza a aburrirse. El ímpetu de su propia juventud no tolera la vida tranquila del campo, siente que su felicidad fue conquistada muy fácilmente, no ve ningún sacrificio realizado por su amor. Finalmente el matrimonio acuerda mudarse una temporada a San Petersburgo (la capital rusa en aquella época, hoy vuelve a ser Moscú). 

Pero San Petersburgo estaba contaminada por las ideas liberales y progresistas de Europa occidental (pensemos en Francia), es decir por una ideología anticristiana.

En ese contexto llega el matrimonio a pasar una temporada.

La vida en sociedad, sus bailes y lujos impresionaron la joven alma de Masha haciéndole perder poco a poco su centro, su perspectiva y dejándose llevar por las adulaciones de la gente y sus frivolas costumbres mundanas. En esta segunda parte de la novela ya casi no se escribe sobre sus prácticas religiosas. El marido queda al margen como alguien que de lejos ve con reprobación ese cambio, esperará con paciencia hasta que Masha por su propia cuenta vea el error que comete al elegir ese tipo de vida mundana. Acontece un episodio que llega a poner en riesgo su honor y la lealtad a su esposo, ella se asusta y se da cuenta de las tonterías que estaba cometiendo. (Abro paréntesis para recordar que años atrás un escritor francés famoso había hecho caminar por senderos pecaminosos a su heroína, una lectora voraz de novelas romanticonas). 

Masha recobra la conciencia a costa de debilitar la armonía conyugal. 

Con dos hijos, el matrimonio decide regresar al campo para vivir en paz, esta vez fortalecidos tras superar el trago amargo y enfocándose sobre todo en el bienestar y porvenir de los niños, viviendo una nueva felicidad conyugal. Así termina la novela.

La novela nos brinda una lección de los peligros a que un matrimonio se ve amenazado y cómo se puede vencer esos problemas para mantener a flote el sagrado matrimonio. La felicidad conyugal se logra amando a Dios. Sacrificándose mutuamente por amor.

Hay un pasaje de la novela donde aparece la frase que da título al libro, tras una discusión entre los esposos: 

"Decididamente no te entiendo —dije sin moverme y siguiéndolo con los ojos—. Dices que siempre estás tranquilo —jamás lo había dicho—. ¿Por qué hablas de esa forma tan extraña conmigo? ¡Por ti estoy dispuesta a sacrificar este gusto y tú me hablas como con ironía, como nunca antes lo habías hecho, y encima me exiges que vaya!

—¡Vaya, vaya! Tú sacrificas —puso un acento especial en esa palabra— y yo sacrifico. ¿Acaso puede haber algo mejor? Una lucha de generosidades. ¿No es eso la felicidad conyugal?"

A propósito de la novela, quisiera compartir un fragmento que acabo de escuchar de Dante Urbina quien en su cuenta de instagram citó un pasaje del libro "Luces en la noche" del predicador laico Abelardo de Armas que en la página 34 dice: 

"Hemos dejado de hacer oración personal. en medio de este tráfago en el que vivimos, necesitamos del silencio, del recogimiento, para ponernos en contacto con Dios. Si no hacemos oración personal iremos languideciendo en la fe, viviremos al ritmo de las doctrinas que halagan las pasiones humanas, perderemos el contacto con Dios y entonces nos creeremos todo lo que nos soplen al oído personas de fuera".

miércoles, 11 de octubre de 2023

La evangelización de los católicos. Manual para la misión de La Nueva Evangelización (Scott Hahn, 2014)


Recientemente he encontrado a un gran autor como Scott Hahn, católico converso desde hace años, autor de varios libros en defensa de la Fe de la Iglesia Católica.

La evangelización de los católicos es un libro que nos recuerda el mensaje de Nuestro Señor Jesucristo, evangelizar a todos los pueblos. Pero es un mensaje dirigido a los fieles seglares, un llamado a proclamar la Buena Noticia (Kerigma) desde el lugar donde nos encontremos. Empezando dentro de nuestra propio familia, centro de trabajo, entre las amistades, en la universidad, entre los vecinos, es una llamado a vivir coherentemente con nuestra Fe.

Asimismo el libro aborda el significado de la Eucaristía, la Iglesia como familia de Dios, el Amor, etc.

cita: "Todos vamos a vivir para siempre. La única pregunta es dónde, y la respuesta a esa pregunta depende de lo que hagamos con los días que se nos den: cómo vivamos, cómo amemos, cómo nos abracemos a las cruces que encontremos en el camino.

Como católicos, en eso creemos. Lo celebramos en cada misa y lo compartimos cuando evangelizamos. Es también cómo evangelizamos. No solo con palabras, sino mediante obras. No es solo lo que decimos, sino cómo vivimos. No es solo lo que compartimos con los demás, sino lo que nos sacrificamos por los demás."

Un libro muy recomendable. 

Sobre el autor:


SCOTT HAHN (28 de octubre de 1957). Hahn se licenció en Teología, Filosofía y Economía (magna cum laude) en el Grove City College (Pennsylvania) el año 1979. Hizo un máster del seminario Gordon-Conwell Theological Seminary en 1982, obteniendo la calificación de summa cum laude. En mayo de 1995, se doctoró en teología sistemática en la Universidad Marquette (Phi Beta Kappa).

Scott Hahn se convirtió al catolicismo en la Pascua de 1986 en Milwaukee, Wisconsin. Muchas personas, usando las palabras de su esposa, han empezado a llamarlo “Lutero a la inversa”, ya que un gran número de pastores protestantes y los eruditos de la Biblia a partir de entonces han seguido el ejemplo en la conversión al catolicismo.

Scott W. Hahn es profesor de Teología y Sagrada Escritura en la Franciscan University of Steubenville (Ohio). Está casado y es padre de seis hijos. Actualmente vive en Steubenville. Ha sido nombrado por el Papa Benedicto XVI catedrático de Teología Bíblica y Proclamación Litúrgica del Saint Vincent Seminary (en Latrobe, Pennsylvania).

domingo, 8 de octubre de 2023

San Francisco de Asís (G. K. Chesterton, 1923)

 


El 04 de octubre me hube enterado, gracias a la homilía del padre Santiago Martín, que era el día en el que la Iglesia conmemora la vida y obra de San Francisco de Asís. Pude obtener un ejemplar de la biografía del santo escrita por el prolífico escritor católico Chesterton.

Chesterton divide su biografía en diez capítulos, siendo los primeros un estudio de la época anterior al santo, refiriéndose a la Edad Oscura, una época dominada por el paganismo y luego ese mismo paganismo convirtiéndose al cristianismo para empezar una nueva manera de ver el mundo. Chesterton luego describe la época en el que le tocó vivir a San Francisco de Asís, el siglo XIII.

Chesterton le imprime su característica lucidez a una biografía tan conocida y me ha dejado la impresión de la gran veneración que sintió el autor por el santo y creo que no podría ser de otra manera luego de conocer la vida de San Francisco.

Nacido en Asís, un pueblo italiano, el joven Francisco vivía cómodamente, era poeta, le gustaba divertirse y tenía el ímpetu de servir en batalla por defender su patria. Como ocurre en muchas vidas de santos, hay algo misterioso que ocurre en sus vidas que cambia la dirección que tomaba para dirigirse a la santidad. 
Y sucedió un día en que el joven Francisco, comerciante de telas, atendía a un cliente y poco después, sin haber terminado de atenderlo, apareció un pobre mendigo pidiendo una limosna. El joven Francisco experimentó en ese momento un problema, a quién atender primero, al cliente rico o al pobre mendigo. Luego de pensarlo rápidamente optó por atender primero al rico comerciante. Luego de atenderlo quiso ayudar al pobre mendigo pero se dio con la sorpresa de que ya no estaba. En ese momento el joven Francisco sintió tal angustia que no le importó dejar sus mercancías y se lanzó a correr por el mercado buscando al mendigo. Luego de correr por algunas calles finalmente lo encontró. Le ayudó con monedas y juró ante Dios que siempre ayudaría a los pobres. A partir de allí poco a poco Francisco hubo experimentando un cambio en su espíritu.

Su vida es un ejemplo de amor a Dios, a su Creación y una vida entregada al agradecimiento a Dios. Siempre fue un hombre alegre y lleno de vitalidad. Hizo voto de pobreza, obediencia y castidad. Un santo que le hizo mucho bien a la Iglesia. Fundó la orden de los Franciscanos, luego la segunda orden para mujeres (aparece Santa Clara de Asís) y también una orden terciario para hacer vida de santidad pero sin salir del mundo. San Francisco fue un santo de quien se dice fue el reflejo de Jesucristo, el que más se acercó en imitarlo. Una vida extraordinaria.

Muchos santos fueron franciscanos como por ejemplo san Pío de Pietrelcina.

Recomiendo mucho leer su biografía. 

¡San Francisco de Asís, ora pro nobis!

miércoles, 4 de octubre de 2023

Ortodoxia (Chesterton, 1908) (Traducción de Juan Luis Lorda, 2022)

 


En el encuentro entre Juan Luis Lorda y José Ramón Ayllón* organizado por el Máster de Cristianismo y Cultura Contemporánea de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra (España) en colaboración con la editorial Rialp, José Ramón Ayllón, autor del libro Ciudadano Chesterton, dijo que "Chesterton no es uno más, ni siquiera está entre los top ten. Está a otro nivel diferente de los top ten. Es uno de los poquísimos genios que ha habido en la historia". Asimismo, el sacerdote Juan Luis Lorda, editor y traductor del libro Ortodoxia que publicó en la editorial Rialp, mencionó que la traducción le ha llevado veinte largos años y como dice en sus notas finales en el libro, ha trabajado por conseguir una lectura que sea fluida, que se mantengan los hilos argumentales y por incorporar notas aclaratorias de apoyo. Yo he disfrutado muchísimo el libro y agradezco muchísimo el valioso esfuerzo realizado por el padre Juan Luis Lorda cuyo fruto es el presente libro.

Habiendo leído Ortodoxia, coincido con el profesor José Ramón Ayllón al decir que en cada página del libro hay un gozo, un regalo, un descubrimiento. Yo añadiría que hay una vitalidad, un amor por la vida, una contundencia en sus afirmaciones paradójicas llena de ejemplos y referencias históricas y literarias que uno se queda fascinado.

Ortodoxia es un ensayo en el que Chesterton desarrolla la justificación de su postura, digámoslo sin ambages, su cristianismo, su fe. Estamos en 1908 y aún no era católico pero faltaba muy poco, lo sería unos años más tarde. Chesterton combate, con argumentos y muchos ejemplos, contra los errores del modernismo que incluye la filosofía del siglo XIX, contra el budismo y mezcolanzas tipo New Age, contra el hombre que ha perdido el afán por la trascendencia, por mencionar algunos ejemplos. Para que sea más claro su postura, Chesterton pone en sus páginas a reconocidos pensadores y escritores universales para combatir sus ideas, ¿quiénes son ellos? ¿contra quiénes combate? por ejemplo contra Nietzsche, contra Lev Tolstói, contra H. G. Wells, contra Bernard Shaw, entre otros. Chesterton está lleno de recursos agudisimos, se nota que ha digerido bien la historia y las ideologías  de su época que sabe por dónde cojean y por eso mismo sabe encontrar donde lanzar certeros argumentos para desarmarlos completamente. Es un Quijote cuya lanza en ristre está lista para defender lo Bueno a través del arte de la argumentación y Chesterton sale victorioso completamente. Quiero resaltar también su profundo conocimiento de las Sagradas Escrituras que cita cada tanto de manera obvia pero también de manera indirecta y que gracias a las notas al pie del padre Juan Luis Lorda quedan más clarificadas. 

Chesterton es un patriota cósmico, ama la vida que lo cree un regalo divino. Defiende la alegría como condición natural del hombre para recorrer su camino hacia el gozo supremo que es el Cielo. Se reconoce su admiración y amor al Maestro, al Buen Pastor, al Dios verdadero y quien estuvo con nosotros como hombre verdadero hace más de dos mil años.

Es un libro impresionante e imprescindible. Como dijo en ese encuentro el profesor José Ramón Ayllón, hay que releerlo muchas veces.

* Referencia