viernes, 23 de septiembre de 2022

Don Quijote de la Mancha (Primera parte) (Miguel de Cervantes Saavedra, 1605)

 


"En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lantejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. El resto della concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas, con sus pantuflos de lo mesmo, y los días de entresemana se honraba con su vellorí de lo más fino. Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años; era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de Quijada, o Quesada, que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso escriben; aunque, por conjeturas verosímiles, se deja entender que se llamaba Quejana. Pero esto importa poco a nuestro cuento; basta que en la narración dél no se salga un punto de la verdad.
Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso, que eran los más del año, se daba a leer libros de caballerías, con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza, y aun la administración de su hacienda. Y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendió muchas hanegas de tierra de sembradura para comprar libros de caballerías en que leer, y así, llevó a su casa todos cuantos pudo haber dellos; y de todos, ningunos le parecían tan bien como los que compuso el famoso Feliciano de Silva, porque la claridad de su prosa y aquellas entricadas razones suyas le parecían de perlas, y más cuando llegaba a leer aquellos requiebros y cartas de desafíos, donde en muchas partes hallaba escrito: La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura. Y también cuando leía: ...los altos cielos que de vuestra divinidad divinamente con las estrellas os fortifican, y os hacen merecedora del merecimiento que merece la vuestra grandeza.
Con estas razones perdía el pobre caballero el juicio, y desvelábase por entenderlas y desentrañarles el sentido, que no se lo sacara ni las entendiera el mesmo Aristóteles, si resucitara para sólo ello. No estaba muy bien con las heridas que don Belianís daba y recebía, porque se imaginaba que, por grandes maestros que le hubiesen curado, no dejaría de tener el rostro y todo el cuerpo lleno de cicatrices y señales. Pero, con todo, alababa en su autor aquel acabar su libro con la promesa de aquella inacabable aventura, y muchas veces le vino deseo de tomar la pluma y dalle fin al pie de la letra, como allí se promete; y sin duda alguna lo hiciera, y aun saliera con ello, si otros mayores y continuos pensamientos no se lo estorbaran. Tuvo muchas veces competencia con el cura de su lugar -que era hombre docto, graduado en Sigüenza-, sobre cuál había sido mejor caballero: Palmerín de Ingalaterra o Amadís de Gaula; mas maese Nicolás, barbero del mesmo pueblo, decía que ninguno llegaba al Caballero del Febo, y que si alguno se le podía comparar, era don Galaor, hermano de Amadís de Gaula, porque tenía muy acomodada condición para todo; que no era caballero melindroso, ni tan llorón como su hermano, y que en lo de la valentía no le iba en zaga.
En resolución, él se enfrascó tanto en su letura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el celebro, de manera que vino a perder el juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamentos como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles; y asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas sonadas soñadas invenciones que leía, que para él no había otra historia más cierta en el mundo."

Así inicia la mejor de las novelas de todos los tiempos, en mi opinión.

Alonso Quijano leyó por años novelas de caballerías lo que lo influyó por completo a tal punto de cambiar su visión del mundo y decidir renunciar a su vida para mudar otra convertido en un caballero andante tomando como modelo los grandes héroes de aquellas novelas como Amadís de Gaula o Palmerin de Inglaterra para convertirse en Don Quijote de la Mancha. Poco después elige a Sancho Panza para que le sirva de escudero, el uno sobre Rocinante y el otro sobre su jumento empezarán las innumerables aventuras disparatadas y muy verídicas narradas por el historiador musulmán Cide Hamete Benengeli.

La bravura y el corazón puro de Don Quijote, que vive eternamente enamorado de Dulcinea del Toboso (Aldonza Lorenzo) junto con la simpleza e ingenuidad de Sancho Panza recorren los caminos de la Mancha, Sierra Morena y otros lugares donde encontrarán las más curiosísimas aventuras.

Algunos episodios por mencionar son el encuentro con los gigantes (molinos de viento), la arremetida contra los ejércitos (rebaño de ovejas), la liberación de los galeotes, el caso de Grisóstomo y Marcela, el relato de la liberación morisca, la historia de Cardenio y Luscinda, de Fernando y Dorotea, de la penitencia del Quijote en Sierra Morena, de la aparición de la Princesa Micomicona del reino de Micomicón.

Asimismo es notable el discurso del Quijote sobre las armas y las letras.
"Quítenseme delante los que dijeren que las letras hacen ventaja a las armas, que les diré, y sean quien se fueren, que no saben lo que dicen. Porque la razón que los tales suelen decir, y a lo que ellos más se atienen, es que los trabajos del espíritu exceden a los del cuerpo, y que las armas sólo con el cuerpo se ejercitan, como si fuese su ejercicio oficio de ganapanes, para el cual no es menester más de buenas fuerzas; o como si en esto que llamamos armas los que las profesamos no se encerrasen los actos de la fortaleza, los cuales piden para ejecutallos mucho entendimiento; o como si no trabajase el ánimo del guerrero que tiene a su cargo un ejército, o la defensa de una ciudad sitiada, así con el espíritu como con el cuerpo. Si no, véase si se alcanza con las fuerzas corporales a saber y conjeturar el intento del enemigo, los disignios, las estratagemas, las dificultades, el prevenir los daños que se temen; que todas estas cosas son acciones del entendimiento, en quien no tiene parte alguna el cuerpo. Siendo pues ansí, que las armas requieren espíritu, como las letras, veamos ahora cuál de los dos espíritus, el del letrado o el del guerrero, trabaja más. Y esto se vendrá a conocer por el fin y paradero a que cada uno se encamina, porque aquella intención se ha de estimar en más que tiene por objeto más noble fin. Es el fin y paradero de las letras..., y no hablo ahora de las divinas, que tienen por blanco llevar y encaminar las almas al cielo, que a un fin tan sin fin como éste ninguno otro se le puede igualar; hablo de las letras humanas, que es su fin poner en su punto la justicia distributiva y dar a cada uno lo que es suyo, entender y hacer que las buenas leyes se guarden. Fin, por cierto, generoso y alto y digno de grande alabanza, pero no de tanta como merece aquel a que las armas atienden, las cuales tienen por objeto y fin la paz, que es el mayor bien que los hombres pueden desear en esta vida. Y así, las primeras buenas nuevas que tuvo el mundo y tuvieron los hombres fueron las que dieron los ángeles la noche que fue nuestro día, cuando cantaron en los aires:
''Gloria sea en las alturas, y paz en la tierra, a los hombres de buena voluntad''; y a la salutación que el mejor maestro de la tierra y del cielo enseñó a sus allegados y favoridos, fue decirles que cuando entrasen en alguna casa, dijesen: ''Paz sea en esta casa''; y otras muchas veces les dijo: ''Mi paz os doy, mi paz os dejo: paz sea con vosotros'', bien como joya y prenda dada y dejada de tal mano; joya que sin ella, en la tierra ni en el cielo puede haber bien alguno. Esta paz es el verdadero fin de la guerra, que lo mesmo es decir armas que guerra. Prosupuesta, pues, esta verdad, que el fin de la guerra es la paz, y que en esto hace ventaja al fin de las letras, vengamos ahora a los trabajos del cuerpo del letrado y a los del profesor de las armas, y véase cuáles son mayores."
Asimismo es de resaltar la apreciación del canónigo y el cura sobre qué es la literatura, diferenciando los buenos y malos autores y los buenos y malos lectores.

"-Yo, a lo menos -replicó el canónigo-, he tenido cierta tentación de hacer un libro de caballerías, guardando en él todos los puntos que he significado; y si he de confesar la verdad, tengo escritas más de cien hojas. Y para hacer la experiencia de si correspondían a mi estimación, las he comunicado con hombres apasionados desta leyenda, dotos y discretos, y con otros ignorantes, que sólo atienden al gusto de oír disparates, y de todos he hallado una agradable aprobación; pero, con todo esto, no he proseguido adelante, así por parecerme que hago cosa ajena de mi profesión, como por ver que es más el número de los simples que de los prudentes; y que, puesto que es mejor ser loado de los pocos sabios que burlado de los muchos necios, no quiero sujetarme al confuso juicio del desvanecido vulgo, a quien por la mayor parte toca leer semejantes libros. Pero lo que más me le quitó de las manos, y aun del pensamiento, de acabarle, fue un argumento que hice conmigo mesmo, sacado de las comedias que ahora se representa, diciendo: ''Si estas que ahora se usan, así las imaginadas como las de historia, todas o las más son conocidos disparates y cosas que no llevan pies ni cabeza, y, con todo eso, el vulgo las oye con gusto, y las tiene y las aprueba por buenas, estando tan lejos de serlo, y los autores que las componen y los actores que las representan dicen que así han de ser, porque así las quiere el vulgo, y no de otra manera; y que las que llevan traza y siguen la fábula como el arte pide, no sirven sino para cuatro discretos que las entienden, y todos los demás se quedan ayunos de entender su artificio, y que a ellos les está mejor ganar de comer con los muchos, que no opinión con los pocos, deste modo vendrá a ser un libro, al cabo de haberme quemado las cejas por guardar los preceptos referidos, y vendré a ser el sastre del cantillo''. Y, aunque algunas veces he procurado persuadir a los actores que se engañan en tener la opinión que tienen, y que más gente atraerán y más fama cobrarán representando comedias que hagan el arte que no con las disparatadas, y están tan asidos y encorporados en su parecer, que no hay razón ni evidencia que dél los saque. Acuérdome que un día dije a uno destos pertinaces: ''Decidme, ¿no os acordáis que ha pocos años que se representaron en España tres tragedias que compuso un famoso poeta destos reinos, las cuales fueron tales, que admiraron, alegraron y suspendieron a todos cuantos las oyeron, así simples como prudentes, así del vulgo como de los escogidos, y dieron más dineros a los representantes ellas tres solas que treinta de las mejores que después acá se han hecho?'' ''Sin duda -respondió el autor que digo-, que debe de decir vuestra merced por La Isabela, La Filis y La Alejandra''. ''Por ésas digo -le repliqué yo-; y mirad si guardaban bien los preceptos del arte, y si por guardarlos dejaron de parecer lo que eran y de agradar a todo el mundo. Así que no está la falta en el vulgo, que pide disparates, sino en aquellos que no saben representar otra cosa."

También en El Quijote encontramos una novela llamada 'El curioso impertinente' una historia entre dos buenos amigos (Anselmo y Lotario) y Camila (esposa de Anselmo) que no por ser entretenida carezca de sabios consejos.

En fin, que el libro tiene de todo. Novela picaresca, pastoril y de caballería. Cervantes reúne varios géneros haciendo un deleite la lectura del libro.

Oh Don Quijote, 'El caballero de la triste figura', que decidiste ser caballero para arreglar los males del mundo teniendo como guía Dios, como compañero su escudero Sancho Panza y como inspiración su bien amada Dulcinea del Toboso.

"A esto respondió el labrador:
-Mire vuestra merced, señor, pecador de mí, que yo no soy don Rodrigo de Narváez, ni el marqués de Mantua, sino Pedro Alonso, su vecino; ni vuestra merced es Valdovinos, ni Abindarráez, sino el honrado hidalgo del señor Quijana.
-Yo sé quién soy -respondió don Quijote-; y sé que puedo ser no sólo los que he dicho, sino todos los Doce Pares de Francia, y aun todos los Nueve de la Fama, pues a todas las hazañas que ellos todos juntos y cada uno por sí hicieron, se aventajarán las mías."

Sobre el autor:


Miguel de Cervantes Saavedra (Alcalá de Henares, 29 de septiembre de 1547-Madrid, 22 de abril de 1616) fue un novelista, poeta, dramaturgo y soldado español.

Es ampliamente considerado una de las máximas figuras de la literatura española. Fue el autor de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, novela conocida habitualmente como El Quijote, que lo llevó a ser mundialmente conocido y a la cual muchos críticos han descrito como la primera novela moderna, así como una de las mejores obras de la literatura universal, cuya cantidad de ediciones y traducciones solo es superada por la Biblia. A Cervantes se le ha dado el apelativo de «Príncipe de los Ingenios».

Sobre el editor:



Francisco Rico Manrique (Barcelona, 28 de abril de 1942) es un filólogo y académico de la lengua española.

Ha editado clásicos medievales y del Siglo de Oro español, en especial el Quijote, y ha escrito sobre literatura e historia medieval y renacentista, con particular atención al Humanismo y sobre todo Petrarca. Ha dirigido asimismo la Historia y crítica de la literatura española (editada por Crítica, compuesta por nueve volúmenes, más nueve suplementos).

En la actualidad dirige la Biblioteca Clásica de la Real Academia Española, iniciada en la editorial Crítica, bajo las pautas del Centro para la Edición de los Clásicos Españoles que el propio Rico promovió y dirige.

En 1998 ganó el XII Premio Internacional Menéndez Pelayo, en el 2004 el Nacional de Investigación Ramón Menéndez Pidal, en el 2013 el Internacional de Ensayo Caballero Bonald y el Internacional Alfonso Reyes del Colegio de México.

viernes, 16 de septiembre de 2022

El punto ciego. Las conferencias Weidenfeld 2015 (Javier Cercas, 2016)

 


El libro es un análisis sobre los caminos que ha emprendido la novela moderna tomando como punto de partida la inmarcesible novela El Quijote de la Mancha del español Miguel de Cervantes Saavedra.

Javier Cercas, se considera un escritor cuya obra toma la esencia de El Quijote de la Mancha para seguir esos caminos modernos de la literatura, sus ambigüedades, contradicciones, de los planteamientos de complejas cuestiones, sin una respuesta concreta. También toma la esencia de la novela realista del siglo XIX, su estructura armónica. Dice el autor:

"Las novelas del punto ciego operan de una forma distinta, aunque en el fondo quizá no tanto. Se trata de una moderna tradición de novelas, que abarca desde las más antiguas hasta las más recientes, desde las más soberbias - el Quijote, Moby Dick o El proceso- hasta las más humildes: las que yo he escrito, por no ir muy lejos. En el centro de estas novelas hay siempre un punto ciego, un punto a través del cual no es posible ver nada. Ahora bien -y de ahí su paradoja constitutiva-, es precisamente a través del cual, en la práctica, estas novelas ven; es precisamente a través de esa oscuridad a través de la cual iluminan estas novelas; es precisamente a través de ese silencio a través del cual estas novelas se tornan elocuentes.

Podríamos decirlo de otra manera. En cierto modo el mecanismo que rige las novelas del punto ciego es muy similar, si no idéntico; al principio de todas ellas, o en su corazón, hay siempre una pregunta, y toda la novela consiste en una búsqueda de respuesta a esa pregunta central; al terminar esa búsqueda, sin embargo, la respuesta es que no hay respuesta, es decir, la respuesta es la propia búsqueda de una respuesta, la propia pregunta, el propio libro. En otras palabras: al final no hay una respuesta clara, unívoca, taxativa: solo una respuesta ambigua, equívoca, contradictoria, esencialmente irónica, que ni siquiera parece una respuesta y que solo el lector puede dar. Por eso decía que el punto ciego del ojo y el punto ciego de estas novelas no funcionan a fin de cuentas de manera tan disímil; igual que el cerebro rellena el punto ciego del ojo, permitiéndole ver donde de hecho no ve, el lector rellena el punto ciego de la novela permitiéndole conocer lo que de hecho no conoce, llegar hasta donde, por sí sola, nunca llegaría la novela"

El autor cita obras maestras de la literatura como El Quijote o Moby Dick así como autores que siguen esta tradición, según la reflexión de Cercas, como por ejemplo, Franz Kafka, Jorge Luis Borges, Mario Vargas Llosa o el checo Milan Kundera.

"...la novela no es un entretenimiento (o no solo es eso); es, sobre todo, una herramienta de investigación existencial, un utensilio de conocimiento de lo humano...

la única obligación de una novela (o por lo menos la más importante) consiste en ampliar nuestro conocimiento de lo humano, y por eso Hermann Broch afirmaba que es inmoral aquella novela que no descubre ninguna parcela de la existencia hasta entonces desconocida. 

La novela es forma... la única forma perfecta de la novela es, si acaso, la forma imperfecta pero infinitamente perfectible que concibió Cervantes.

Es mentira, lo repito, que las novelas sirvan solo para pasar el rato, para matar el tiempo; al contrario; sirven, de entrada, para hacer vivir el tiempo, para volverlo más intenso y menos trivial, pero sobre todo sirven para cambiar la forma de percepción del mundo del lector; es decir: sirven para cambiar el mundo. La novela necesita ser nueva para decir cosas nuevas; necesita cambiar para cambiarnos: para hacernos como nunca hemos sido."

Un ensayo muy interesante para quien disfrute de la literatura.

Sobre el autor:

Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962) es un escritor español, que además trabaja como columnista en el diario El País. Ejerció durante años como docente universitario de filología.

Su obra es fundamentalmente narrativa y se caracteriza por la mezcla de géneros literarios, el uso de la novela testimonio y la mezcla de crónica y ensayo con ficción. A partir de su exitosa novela Soldados de Salamina (2001), su obra ha sido traducida en más de veinte países y a más de treinta idiomas.​

viernes, 2 de septiembre de 2022

Eugenia Grandet (Honoré de Balzac, 1833)



Como el mismo Balzac lo escribe en el epílogo a sus primeras ediciones, era necesario más paciencia que arte para crear esta novela, que según el, es una miniatura imperfecta de un episodio real de una provincia francesa.

Mario Vargas Llosa considera que Eugenia Grandet es una de las más hermosas novelas de La comedia humana

Fiódor Dostoievski fue un gran admirador de la obra de Balzac, tanto así que tradujo al ruso Eugenia Grandet en los años de su juventud, antes de escribir su primera novela Pobre gente.

En ese sentido, haber leído una obra tan apreciada por escritores tan admirables es gratificante.

Eugenia Grandet es una novela que se disfruta mucho leerla. El narrador no deja pasar ningún detalle trazando una fisiología muy completa de la vida en la región de Saumur, construyendo unos personajes entrañables, con sus propias formas de ver el mundo, y un estilo narrativo exquisito. 

Honoré de Balzac, pone en juego fundamentalmente dos formas de ver el mundo, la primera desde una perspectiva capitalista, materialista con un egoísmo y una ambición por el dinero a ultranza (representación del cuarto círculo del infierno de Dante) enfrentados con otra visión del mundo, la segunda, una visión cristiana, piadosa, santa, que busca la trascendencia. 

La primera visión está representado principalmente por Félix Grandet y Charles Grandet, sobrino de éste, y la segunda visión representada por Eugenia Grandet.

Para el primer caso el dinero es un fin en sí mismo, por lo que su felicidad consiste en acumular cantidades enormes de dinero sin preocuparse de nada más sin importarle que su familia viva en la miseria.

Para el segundo caso el dinero es un medio. Un medio para poner en acción los sentimientos piadosos de un alma pura, angelical y sacrificada.

Un personaje a destacar es Charles Grandet, primo de Eugenia, quien llegó de París para quedarse un tiempo en Saumur cuyos motivos verdaderos de esa visita se entera uno después. La tragedia familiar golpeó fuerte al joven Charles, un joven mimado y criado en los lujos parisienses y que, en el dolor por la pérdida familiar, la muerte de su padre, sus sentimientos se ponen en sintonía con los piadosos sentimientos de Eugenia naciendo entre ambos el primer amor. Con el tiempo solo uno de ellos seguirá conservando esa pureza, esperanza de amor verdadero.

Charles, el hombre caído que se entregará a la codicia renunciando y traicionando lo más puro que tenía, el amor de Eugenia, es un ejemplo de la transformación que un ser humano puede sufrir si solo recorre un camino sin trascendencia, lleno del inmanente materialismo que le lleva a solo acumular la riqueza. Ese viaje a las grandes indias lo lleva a convertirse en un hombre carente de la sensibilidad de antaño y pierde por completo esa sintonía sentimental con Eugenia. Se vuelve un hombre ambicioso, codicioso, cínico, calculador.

Definitivamente Eugenia Grandet, nombre que da título a la novela, es el personaje que brilla por encima del resto por su altura moral, es ella (y también su madre y en cierta medida Nanon) quien destaca por su bondad y pureza en medio de una sociedad completamente corrompida y entregada al poder del dinero, sociedad que ha mancillado su alma por el materialismo (p. ej. Charles Grandet, y los Cruchot y des Grassins).

Como escribe Balzac en su epílogo: Entre las mujeres, quizá Eugenia Grandet sea un tipo, el de los sacrificios lanzados a través de las tempestades del mundo y que se hunden en él como una noble estatua arrebatada a Grecia y que, durante el transporte, cae al mar, donde permanecerá ignorada para siempre.

Una novela maravillosa, muy recomendable.

Sobre el autor:


HONORÉ DE BALZAC nació en 1799 en Tours, donde su padre era jefe de suministros de la división militar. La familia se trasladó a París en 1814. Allí el joven Balzac estudió Derecho, fue pasante de abogado, trabajó en una notaría y empezó a escribir: obras filosóficas y religiosas, novelas de consumo publicadas con seudónimo e incluso una tragedia en verso, Cromwell, se cuentan entre estas primeras producciones, todas ellas anteriores a 1827. Fue editor, impresor y propietario de una fundición tipográfica, pero todos estos negocios fracasaron, acarreándole deudas de las que no se vería libre en toda su vida. En 1830 publica seis relatos bajo el título común de Escenas de la vida privada, y en 1831 aparecen otros trece bajo el de Novelas y cuentos filosóficos: en estos volúmenes se encuentra el germen de La comedia humana, ese vasto «conjunto orgánico» de ochenta y cinco novelas sobre la Francia de la primera mitad del siglo XIX, cuyo nacimiento oficial no se produciría hasta 1841, a raíz de un contrato con un grupo de editores. Balzac, autor de una de las obras más influyentes de la literatura universal, murió en París en 1850.