martes, 26 de enero de 2016

El invierno del mundo (Ken Follett)

Finalmente he acabado de leer la extensa segunda parte de la trilogía del Siglo. Cuán cortas han quedado las casi mil páginas de este libro para abarcar tanta información histórica.

Lectura # 69

Esta es la portada que poseo en una versión paperback y en digital.
Ken Follett continúa la trilogía "El siglo" con esta segunda obra. La novela, El invierno del mundo, publicado en el 2012 y con casi mil páginas narra la historia que va desde el ascenso de Hitler al poder en 1933 hasta la culminación de la Segunda Guerra Mundial y la posterior división de Alemania repartida entre los Aliados en 1949.

El libro está dividido en tres grandes partes, La otra mejilla, Los años sangrientos y La paz fría, siendo la segunda parte la más amplia con una extensión de quince capítulos de un total de veinticinco.

El paso del tiempo en la historia del siglo XX ha hecho que una nueva generación heroica cobre protagonismo a lo largo de toda esta obra. Se tratan nada menos que de los hijos de cada uno de los principales personajes del primer libro (La caída de los gigantes). Esto queda evidenciado ya desde las primeras páginas. 

Bajo el contexto de la fatídica Segunda Guerra Mundial, numerosos personajes arriesgarán sus vidas por diferentes ideales. Definitivamente el autor ha desplegado todos los recursos narrativos para mantener al lector muy entretenido con la narración. Fue muy triste haberme enterado de muchos detalles que hasta entonces ignoraba, como el caso de la venganza soviética sobre los alemanes, por ejemplo. Asimismo, el ataque de Pearl Harbor, el rescate de supervivientes atravesando los Pirineos hasta llegar a España, la creación de la bomba atómica, la sorprendente política internacional con sus redes de espionaje y contra-espionaje, son algunos de los temas que se contarán en el libro.

Pero aunque esta historia esta envuelta de una tragedia terrible, sentimientos muy nobles serán los pilares para soportar.

Particularmente, debo reconocer que el autor ha hecho una magnífica labor de visionario al introducir a cada uno de los personajes en los lugares y momentos más importantes de la historia del siglo XX. No obstante, como dije arriba, las páginas han quedado muy cortas para tanto que narrar. 

Todos han cobrado en su momento protagonismo y creo que los personajes más relevantes de esta historia son Lloyd Williams, Carla Von Ulrich y Volodia Peshkov. 

A por la tercera y última parte.

miércoles, 6 de enero de 2016

La muerte de Iván Ilich (León Tolstoi)

Finalmente, luego de postergarlo por un tiempo, puedo concluir el libro "Cuentos rusos" que alberga tres hermosos cuentos: El último es La muerte de Iván Ilich.

Lectura # 68
Esta es la portada del libro en edición digital que he leído.
"Cuando yo deje de existir, ¿Qué habrá? No habrá nada. Entonces, ¿Dónde estaré cuando ya no exista? ¿Será la muerte? No, no quiero" (La muerte de Iván Ilich, Fragmentos del capítulo V)"
El libro N° 29 de la Biblioteca Babel de las Ediciones Siruela, contiene tres cuentos. El cocodrilo de Fedor Dostoievski, Lázaro de Leónid Andreíev y La Muerte de Iván Ilich de León Tolstoi. Los dos primeros ya lo había leído el año pasado quedando el último cuento pendiente de su lectura. Finalmente, luego de varios días de fiestas y celebraciones pude conocer a Iván Ilich de León Tolstoi.

La Muerte de Iván Ilich es un cuento publicado por primera vez en 1886. Consta de doce capítulos narrados en tercera persona. Es importante resaltar que, según Wikipedia, este cuento fue aclamada en sendas ocasiones por Vladímir Nabókov y por Mahatma Gandhi como la más grande de toda la literatura rusa.


Jorge Luis Borges en el prólogo escribe:

"... No es una hipérbole afirmar que el último cuento de nuestra serie es uno de los más admirables que la literatura pueda ofrecernos. En términos teológicos cabría decir que su tema esencial es la salvación por la gracia, no por las obras. Pera esta afirmación abstracta corre el albur de profanar la certidumbre y el inesperado esplendor de las últimas páginas..."

Comentario:

En la época de la Rusia Imperial bajo los mandatos sucesivos de los Zares Nicolás I, Alejandro II y Alejandro III, se desarrolló la historia de la vida de un hombre. Un hombre como cualquiera de nosotros, con virtudes y defectos, con sueños y miedos, que tan solo vivió cuarenta y cinco años y cuyo desenlace es tan lamentable que horroriza pensar que pronto será el turno de nosotros.

El cuento inicia dentro del Palacio de Justicia en donde algunos funcionarios aprovechan su breve descanso para charlar sobre los más aderezados casos judiciales. En ese ínterin, uno de ellos comunica el "inesperado" desenlace fatal de Iván Ilich Golovín, funcionario del Palacio de Justicia y colega y amigo de los caballeros allí reunidos.

"Con profundo dolor, Praskovia Fiódorovna Golviná (esposa de Iván) participa a sus parientes y amigos el fallecimiento de su amado esposo, Iván Ilich Golovín, miembro del Palacio de Justicia, acaecida el 4 de febrero de 1882. El sepelio tendrá lugar el viernes a la una de la tarde".  (Fragmento del capítulo I).

Desde las primeras líneas se evidencia que nadie con sinceridad se conmueve ante su partida.

"...De modo que, al enterarse de la defunción de Iván Ilich, cada uno de los que se hallaban en el despacho pensó, antes que nada, en el influjo que podría ejercer aquella muerte en su escalafón o en el de sus conocidos."(Fragmento del capítulo I).

"...el propio hecho de la muerte de un conocido suscitó como siempre en todos, al enterarse, una sensación de alivio al considerar que el muerto era otro, y no ellos. "Con que se ha muerto, ¿eh? Pero yo no" pensó o sintió cada cual." (Fragmento del capítulo I)

"En cuanto a los conocidos de más confianza, los amigos de Iván Ilich, por así llamarlos, pensaron además, aun sin proponérselo, que ahora habrían de cumplir con una serie de obligaciones, de circunstancias, muy fastidiosas, asistir a las exequias y hacerle una visita de pésame a la viuda." (Fragmento del capítulo I).

A partir del segundo capítulo la línea temporal de la historia cambia y nos lleva al pasado, desde los inicios de un Iván joven y ambicioso de éxito y se narrará cómo hubo construyéndose su vida como funcionario, contando sus éxitos más descollantes en su vida personal y profesional, así como su decadencia estrepitosa y penosa, al finalizar su vida.

"La historia de la existencia vivida por Iván Ilich era de lo más sencillo y corriente, y de lo más horripilante. Había muerto a los cuarenta y cinco años, siendo miembro del Palacio de Justicia." (Fragmento del capítulo II).

Iván era considerado le phénix de la famille. Era inteligente, abierto, afable y formal, también era capaz, cordialmente jovial y sociable a la vez que cumplidor riguroso de lo que consideraba su deber, como narra el cuento. Era el que con mayor probabilidad de entre todos sus hermanos alcanzaría el mayor éxito.

Tras culminar su carrera con éxito recibió dinero de su padre para salir a ejercer su profesión como funcionario para misiones especiales del Gobernador de una provincia. Es interesante captar el detalle de la inscripción de uno de los dijes de su reloj "Respice finem" que significa "Mira el fin".

Todo iba sobre ruedas, rápidamente se granjeó éxito en su labor, mantuvo relaciones amorosas con ciertas damas, organizó francachelas. Así pasaron cinco años.

Iván tuvo que cambiar de empleo como Juez de Instrucción en otra provincia.

"Iván Ilich notaba que tenía entre sus manos a todo el mundo sin excepción" (Fragmento del capítulo II).

Luego, "A los dos años de ejercer en aquella nueva ciudad, Iván Ilich conoció a su futura esposa. Praskovia Fiódorovna Míjel era la joven más sugestiva, inteligente y brillante del círculo en el que se desenvolvía Iván Ilich..."  "...Fiódorovna se enamoró de él. Iván Ilich no tenía el propósito claro y determinado de casarse; pero, al advertir la predilección de la muchacha, se preguntó: "Bueno, y ¿por qué no casarme""(Fragmento del capítulo II).

Es interesante resaltar que cuando Iván inicia su vida matrimonial, todo fue de maravilla hasta el primer embarazo de su esposa:

"...Desde los primeros meses del embarazo de su esposa sucedió algo nuevo, desagradable, molesto e indecoroso que de ningún modo se podía prever y de lo que tampoco había modo de librarse." (Fragmento del capítulo II).

Por desventura, Praskovia alteró su carácter y trato hacia Iván y en este nuevo estado su vida se hacía cada vez más complicada. Y, aunque siempre buscó algún aliciente porque su matrimonio sea llevadero, no pudo escapar a las vejaciones sufridas. Desde entonces, el centro de gravedad de su vida torna hacia su trabajo. Es evidente que Iván no hubo previsto las innumerables dificultades para sacar su matrimonio a flote.

Al cabo de siete años de vivir en aquella ciudad fue ascendido a Fiscal y trasladado a otra provincia. La familia perdió dos hijos y eso hizo que se complicaran las cosas.

"Reducía al mínimo el tiempo que pasaba con la familia y, cuando no podía evitarlo, procuraba mitigar su situación con la presencia de extraños. Pero lo principal era que Iván Ilich tenía su fiscalía." (Fragmento del capítulo II).

Pasaron siete años más. La hija mayor tenía dieciséis, se les había muerto otra criatura, y aún quedaba un varón, que estudiaba en el liceo.

El capítulo III resalta que así se pasaron diecisiete años desde su matrimonio e Iván ya era un fiscal veterano. Nos encontramos en 1880. Un año difícil económicamente para la familia. Iván, en un acceso de búsqueda desesperada en remediar su situación económica, emprende un breve viaje a San Petersburgo para hacer gestiones en busca de algo mejor, finalmente gracias a sus contactos y sus influencias, logra un mejor puesto y sueldo.  Tras ello el matrimonio cobró nuevos bríos.

Tras acondicionar su nuevo hogar, Iván se golpeó en un costado con la falleba de la ventana. Se resintió un poco por el dolor pero pronto se le pasó.

"Todo aquel tiempo se sintió Iván Ilich especialmente alegre y rebosante de salud. "Noto como si me hubieran quitado quince años de encima". " (Fragmento del capítulo III).

A partir del capítulo IV, de pronto, Iván empieza a sentir un dolorcillo en la parte costal del vientre y un desagradable sabor de boca. Esta nueva situación termina por trastocar el carácter de Iván, haciéndole irritable, uraño y quejumbroso a cada momento. Su esposa lo odiaba por ello y se sentía desgraciada. Finalmente, a sugerencia de ella, deciden buscar ayuda médica para Iván y en muchas líneas Tolstoi se mofa abiertamente de los médicos de la época demostrando un fino humor cargado de sarcasmo:

"El doctor decía que tal y tal síntoma indicaba que dentro de él sucedía tal y tal cosa; pero que si tales y tales pruebas no lo confirmaban así, habría que suponer tal y tal otra cosa. Entonces, admitiendo tal y tal cosa...Y así sucesivamente." (Fragmento del capítulo IV).

" - Los médicos no conseguían diagnosticar. Mejor dicho: sí que lo hacían, pero cada cual a su manera." (Fragmento del capítulo I).

Los médicos nunca demostraron la agudeza para dar ni con el diagnóstico ni por ende con el tratamiento.

"-Demasiado sabe usted que no puede hacer nada..."  (Fragmento del capítulo XI).

Desde allí la narración se hará más íntima, densa y con un incesante monólogo interior que Iván se va devanando los sesos reflexionando sobre la enfermedad, la vida y la muerte. Desde ese punto en adelante y hasta el final de la historia, conoceremos, como testigos mudo, cada uno de los padecimientos del protagonista, como si fuéramos parte de él. De pronto nos vamos dando cuenta de que en la inminencia de la muerte, solo quien la padece es el que verdaderamente sufre. Los demás solo representan una sobreactuada y fingida compasión. ¡Hasta en su propia familia! excepto su hijo Vasia que lo compadeció, pero nada más. No obstante hubo alguien que sí le dio las atenciones debidas: el mozo de comedor Guerasim.

"Durante la última visita que le hizo a su colega (Piotr Ivánovich a Iván Ilich) había visto a aquel criado en el despacho, haciendo de guarda del enfermo, y se dio cuenta de que Iván Ilich parecía quererle mucho". (Fragmento del capítulo I).

Creo que si Iván Ilich no hubiera estado enfermo sino otro, también desempeñaría su sobreactuada compasión, su engañifa como los demás actúan ante él. Porque, en esta obra, se desvela que cada uno no está pensando en la desgracia del otro sino en el éxito propio y en ganar popularidad y prestigio, con lo cual la vida se torna ligera y poco reflexiva.

"...se daba cuenta de que sus familiares - en particular la esposa y la hija, muy metidas en la vida de sociedad - no entendían nada, y les irritaba que se mostrara tan malhumorado y exigente, como si él tuviese la culpa". (Fragmento del capítulo IV).

"En el Palacio de Justicia...le miraban como a un hombre que pronto dejaría vacante su puesto y ... de pronto empezaban sus amigos a burlarse..."  (Fragmento del capítulo IV).

Iván ha vivido de esta manera. Él dice que ha vivido bien. Correctamente. Ha vivido según la preconcepción de cómo hay que hacerlo para triunfar en la sociedad.

Pero cuando sientes (Iván) que todo aquello es simple polvo cuando sabes que la muerte es inminente y está más próxima mientras más pasan los días, es en este estado de cosas cuando inicias (Iván) un profundo cuestionamiento sobre la vida y muerte. Sobre el sentido de vivir. Sobre cómo vivir. Sobre la invencible muerte que a todos nos llegará.

En su lecho de muerte, cuando su vida laboral y social está estancada, cuando solo se encuentra postrado, muy desmejorado y en una soledad absoluta de espíritu. Es allí cuando Iván Ilich reflexiona. Es allí donde por vez primera en toda su vida Iván reflexiona.

"No podía ser que la vida fuese tan disparatada y odiosa. Y si, en efecto, era tan disparatada y odiosa, ¿A santo de qué morir, y morir padeciendo, además?" (Fragmento del capítulo IX).

Esta situación es estremecedora porque si uno se pone en el lugar de Iván verás que es muy insoportable vivir de esa manera.

"Y esa existencia al borde de la nada, tenía que vivirla él solo, sin una persona siquiera que le comprendiera y se condoliera con él". (Fragmento del capítulo IV).

""¡Dios mío, Dios mío! - profirió-. ¡Otra vez! Ya está otra vez, y no cesará nunca (el dolor).""(Fragmento del capítulo V).

Evidentemente esta es una obra maestra de la literatura universal.