domingo, 17 de marzo de 2013

Diario de un seductor (Sören Kierkegaard)

El octavo libro del presente año y décimo quinto desde el inicio del blog, me permitió conocer a un autor cuyo nombre siempre había escuchado pero me parecía lejano acercarme a él debido a la cola de libros que quería leer.

Lectura # 15


Tras el libro anterior, "El Mito de Sísifo", Albert Camus, menciona a este autor cuyo pensamiento era el reclamo del tercer sacrificio exigido por San Ignasio de Loyola: "El sacrificio del Intelecto" y más adelante Camus menciona "cómo es posible no leer en sus obras los signos de una mutilación casi voluntaria del alma frente a la mutilación consentida sobre lo absurdo? Es el leit-motiv del Diario." Tras leer esto y varias líneas más que Camus argumenta para comparar su planteamiento filosófico, la curiosidad por leer "El Diario..." germinó, así que tras conseguirlo decidí leerlo  antes que "El Castillo" de Franz Kafka, que será el noveno libro.

Sören Kierkegaard, fue un filósofo y teólogo danes considerado como el padre del existencialismo, por hacer filosofía del "sufrimiento y la angustia" , es el autor del libro "Diario de un seductor" publicado en 1843.

El libro, en sus primeras páginas, a la manera de Herman Hesse en "El Lobo Estepario" (1927), inicia con la narración en primera persona de no se sabe quién, declarando que ha transcrito una copia de un diario encontrado en el cajón abierto de un escritorio, la primera página se encontraba abierta, y en él, escrita con puño y letra se encontraba un título sugestivo "Comentarius perpetuus N° 4", lo ha leído y nos lo contará todo. El narrador, expone su impresión sobre el autor de tal diario (Johansen) manifestando que poseía un temperamento de poeta, que padecía de un exacerbado cerebro, por lo que el mundo real no tenía para el suficientes estímulos.

Una hermosa joven llamada Cordelia, es el tema central del libro, a quien Johansen desea poseerla y para ello elaborará un minucioso plan.
El narrador, antes de empezar a leer el diario nos advierte de Johansen: "Él sabía conducir a una muchacha hasta sentirse seguro de que ella iba a sacrificarlo todo por él".

"Antes que nada, una muchacha debe ser conducida al punto en que no conozca más que una tarea: la de abandonarse por completo al amado, igual que si debiera mendigar con profunda beatitud ese favor. Solo entonces se pueden obtener de ella los grandes y verdaderos placeres..." (Johansen, p. 43).

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