Lectura # 20
Título Original: Quo vadis?
Autor: Henryk Sienkiewicz.
Año de la publicación original: 1896
Editorial: Sol90
Páginas: 495
Año de la edición: 2003
A mediados de marzo nació en mí
la curiosidad de saber el contenido de Quo Vadis?, la ignorancia del idioma en
que fue escrito el título y su significado llamaron mi atención, si bien el título
me era familiar bajo el contexto de las fechas de celebración de la Semana
Santa debido a las emisiones anuales de una película homónima. Por suerte, no
he visto aún ninguna película basada en el libro y eso terminó por decidirme a
tenerla en la lista.
Al enterarme del autor, me enteré
varias cosas sorprendentes, entre ellas, por ejemplo, su nombre me era
complicado de pronunciar y recordar (Henryk Sienkiewicz), que era polaco (nunca
había leído a un polaco), y además era el ganador del premio nobel del año
1905, notable descubrimiento. También me enteré que se inició como periodista
llegando a ser muy destacado y luego se dedicó a la literatura.
Otra de las cosas que llamó mi
atención era que este autor antes de publicar su Quo Vadis?, había publicado una
saga histórica, una trilogía, considerada como la epopeya nacional de Polonia (A
Sangre Y Fuego, El Diluvio y Un Héroe Polaco).
Tras estos datos, me dije que
antes de iniciar con la lectura de Quo Vadis?, leería la saga por ser cronológicamente
anterior y… tras algunos meses de haber disfrutado de la lectura de la saga
acabo de concluir con la de Quo Vadis?
¡Y qué libro ha resultado ser!,
un libro de tremendas enseñanzas, un libro, que como pocos, ha hecho de sus
personajes una fuente de trasmisión de profundos sentimientos cristianos, lo
cual me ha dejado completamente nostálgico.
El autor nos transporta a la
época del siglo I D.C., en la ciudad de Roma, capital del más grande imperio del
mundo de entonces gobernado por Nerón, un ser completamente abyecto y
psicópata.
La trama de la historia es una
apasionada historia de amor entre un patricio romano llamado Marco Vinicio, de
gran estatus social, de creencia pagana y cercano al círculo del César, y una
joven huérfana descendiente de los reyes del pueblo Ligio, educada bajo
preceptos cristianos y de condición socioeconómica precaria.
Marco Vinicio tiene un tío muy
influyente en Roma y fiel adulador del César, llamado Petronio y es catalogado
como el arbiter elegantiarum por sus
gustos exquisitos y refinados de la moda, poesía y música, de una inteligencia
perspicaz.
En la historia se encuentran dos
personajes importantísimos que hace que el libro sea invalorable, me refiero a
los apóstoles Simón Pedro y Pablo de Tarso, ambos se encuentran en Roma aumentando
la grey de fieles siguiendo los
preceptos de Cristo.
El desarrollo de la historia está
muy bien construido pese a lo complejo de los hechos históricos. El personaje
de Nerón está magistralmente creado, él sólo encarna el grado más cruel y
estúpido que puede llegar a ser un hombre, la figura de Nerón representa lo
pagano, la tiranía, la crueldad sin límites, el desprecio a la vida ajena, el
gusto retorcido por la contemplación de torturas terribles, el egoísmo supremo,
el narcisismo total y la idiotez como estadista. Esta maldad personificada
golpeará con su poderoso puño a la numerosa comunidad de fieles cristianos
liderados por los apóstoles Pedro y Pablo.
El desenlace de la relación entre
Vinicio y Ligia a través de las páginas es emocionante y angustioso a la vez, advertiremos
el poderoso sentimiento de amor cristiano que trasciende y resiste toda maldad
y que tiene la increíble fuerza espiritual de cambiar corazones paganos o de
piedra al servicio de Cristo, al mismo tiempo el autor va narrando con gran
dominio y detalle los terribles hechos históricos que van suscitándose, como
por ejemplo el dantesco incendio romano que duró cerca de una semana entera.
Este libro es una bellísima obra
maestra que deja una profunda reflexión sobre la vida cristiana, su fortaleza
en la fe, su capacidad de perdonar y de mostrar misericordia, sobre las
amenazas que aún persisten en la actualidad y es también un llamada a la
conciencia de todos nosotros a llevar una vida de paz, de fe y de amor, que como
era el precepto de los primeros cristianos: de dar bien por mal.
Sin duda lo releeré nuevamente.
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