Una obra sentimental dieciochesca que se hizo muy popular en su época y que tendió el camino para la profundización de sus temas en autores posteriores como Pushkin (por ejemplo, con Eugenio Oneguin) o Dostoievski (por ejemplo, Pobre gente o Noches blancas).
La obra narra la trágica vida de una adolescente campesina (Liza) quien vive con su madre anciana a las afueras de la Moscú urbana. Viven en condiciones de miseria como consecuencia de la muerte de su padre quien era el que trabajaba la tierra para el sustento de la familia.
Liza salía todos los días hacia la zona urbana de Moscú para vender flores que recogía del campo. Un día se cruzó con un joven quien quedó prendado de su belleza. El joven era un aristócrata, se sintió atraído por la belleza y la inocencia propia de la condición campesina de Liza. Ella también se sintió atraída. Liza era una joven amable con su madre, hacendosa y de buen corazón y el joven, llamado Erast, era educado, inteligente y refinado pero voluble.
Erast decide visitar la cabaña de Liza, conoce a su madre y se llevan todos muy bien. Los sentimientos entre Liza y Erast van floreciendo, llegando a enamorarse.
Pese a que Liza sabe que una relación entre ambos no puede ser, por sus diferencias de clases, él le promete que eso no será impedimento para que consagren su amor. Pero le hace prometer a Liza que del romance no debe enterarse su anciana madre.
Las visitas son frecuentes por las noches a la orilla del río, o las sombras de unos robles o un lugar lejano del bosque y las demostraciones de afecto cada día son más.
Estaban sentados sobre la hierba, y de un modo que entre ellos quedaba no mucho espacio, se miraban a los ojos uno a otro, se decían uno a otro: “¡Ámame!”, y dos horas les parecieron un parpadeo. Finalmente Liza recordó que su madre podría inquietarse por ella. Debían separarse. “¡Ah, Erast! –dijo ella–, ¿siempre vas a amarme?” “¡Siempre, adorable Liza, siempre!”, contestó él. “¿Y puedes jurármelo?” “¡Puedo, amada Liza, puedo!” “¡No! No necesito que jures. Te creo, Erast, te creo. ¿Es posible que engañaras a la pobre Liza? ¿Podría pasar esto?” “¡No podría, no podría, adorable Liza!” “¡Qué feliz soy, y cómo se alegrará madrecita cuando sepa que me amas!” “¡Ay no, Liza! A ella no hay que contarle nada.” “¿Pero por qué?” “La gente vieja suele ser desconfiada. Se imaginará alguna cosa mala.” “No puede ser.” “No obstante, te ruego no le digas de esto ni una palabra.” “Muy bien: es preciso obedecerte, aunque yo no quisiera ocultarle nada.”
…
Lamentablemente la historia tendrá un desenlace infeliz, trágico. El amor, ese sentimiento indefinido pero poderoso trastorna a la persona y si se le traiciona o mancilla o las esperanzas de alcanzar la felicidad se rompen en mil pedazos el camino está abierto para formar parte de aquellos personajes con desenlaces fatales como el joven Werther, Ana Karénina o Madame Bovary.
Es un cuento muy conmovedor, de tristísimo final.
La traducción al castellano del póviest* ruso se puede conseguir accediendo a la revista Eslavia en esta dirección: https://eslavia.com.ar/la-pobre-liza/#_ftnref1
* Dicho género no tiene una correspondencia precisa con los géneros occidentales, e incluso dentro de Rusia su estatus y comprensión fue variando según las épocas; puede ser análogo, según los casos, a “crónica”, “relato”, “cuento”, “novela corta”, “novela”.
Sobre el autor: (Wikipedia)
Nikolái Mikháilovich Karamzín (en ruso, Никола́й Миха́йлович Карамзи́н; Známenskoye, provincia de Simbirsk, 1 de diciembre de 1766 - San Petersburgo, 3 de junio de 1826) fue un escritor, historiador y traductor ruso del sentimentalismo o prerromanticismo ruso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario