"…repito que he perdido solamente
la vana superficie de las cosas…”
Fragmento del poema un ciego (Borges)
“…estos ojos, aunque limpios
para ver el exterior, por mancha o impureza
privados de luz, se han olvidado de ver,
y en sus globos perezosos no hay visión…”
Fragmento del soneto 22 (John Milton)
“…Mirando las tinieblas que ven los ciegos…”
Fragmento del soneto 27 (Shakespeare)
Sobre la ceguera se ha escrito mucho, y un ilustre representante es el argentino Jorge Luis Borges, quien desde su experiencia personal consideraba la ceguera como un don. (Borges, Siete noches, 1980).
En El árbol de las cerezas, Paola Peretti narra el proceso degenerativo de la visión de una niña de nueve años que sufre de una enfermedad ocular llamada la enfermedad de Stargardt.
Esta enfermedad consiste en una degeneración precoz de la retina de causa genética. La mácula, la parte de la retina responsable de la visión central (la visión que utilizamos al leer, mirar la televisión o reconocer caras), se ve afectada primariamente por esta enfermedad (http://www.institutmacula.com/patologia/enfermedad-de-stargardt/)
En la novela, el personaje de Mafalda es la protagonista y la narradora de la historia. Tiene nueve años, vive con sus padres, tiene un gato a quien llama Óptimo Turcaret, va a la escuela y tiene amigos. Es una niña feliz, pero tiene un problema. Le acaban de diagnosticar la enfermedad de Stargardt y por tanto irá perdiendo progresivamente la vista hasta que ya no pueda volver a ver, los médicos le pronostican seis meses.
̶ La rapidez con la que ha avanzado la enfermedad no nos deja muchas esperanzas. Siendo optimistas…
̶¿Cuánto? -pregunta papá en voz aún más baja, algo que nunca hace.
̶ Siendo optimistas, seis meses. (Peretti)
Mafalda tiene una conexión muy fuerte con el árbol de las cerezas porque le recuerda a su difunta abuela.
“Mi abuela decía que en el tronco de los árboles siempre vive un gigante, que es el espíritu del árbol, y se va a otro cuando le cortan el tronco. En el jardín de la abuela también había un cerezo: cuando era muy pequeña yo trepaba hasta la copa y ayudaba a a la abuela a coger las cerezas maduras. Ni siquiera necesitaba las gafas.
"Con las cerezas del árbol de la abuela hacíamos una tarta, y también mermelada, y la guardábamos para el invierno. Pero después hubo que talarlo porque estaba enfermo, tenía piojos, pero yo creo que habría bastado con que le cortáramos las hojas. A nosotros, cuando cogemos piojos en el colegio, solo nos cortan el pelo, no nos matan.
Cuando talaron el tronco decidí que el gigante se había ido a vivir al cerezo del colegio y que se había llevado consigo el espíritu de la abuela". (Peretti)
Mafalda ideará una manera de medir la progresión de su enfermedad contando cuántos pasos hay entre el árbol de cerezas del colegio y el punto en donde ella puede verlo con cierta nitidez. Y en su primer intento ella logra contar ciento cuarenta pasos, es decir setenta metros.
Este dato numérico se utiliza para estructurar los capítulos de la novela (setenta metros, sesenta metros, cincuenta metros, cuarenta metros, treinta metros) y cómo Mafalda va experimentando sus limitaciones. Es una situación muy difícil de llevar y sobre todo en una niña que apenas va conociendo el mundo.
La descripción de la perdida de la visión es sorprendentemente detallada:
“Sin las gafas lo veo todo como si hubiera niebla, como cuando me ducho con agua muy caliente. Mi niebla se llama niebla de Stargardt” (Peretti)
“Los que tienen esta niebla empiezan a ver manchas negras delante de las cosas y de la gente, y esas manchas se van haciendo más y más grandes, hasta volverse gigantes, y por eso aquellos a los que les pasa tienen que acercarse cada vez más a las cosas para verlas mejor” (Peretti)
“Mamá quería que aprendiera a tocar un instrumento, pero yo nunca quise, sobre todo desde que tengo la niebla en los ojos porque no consigo leer las notas: para mí son hormigas inmóviles sobre una raya negra” (Peretti)
Pero Mafalda no estará sola en esta experiencia, tendrá el apoyo de sus padres pero sobre todo de la bedel (persona que se encarga de cuidar del orden fuera de las aulas) Estella y su amigo de aula Filippo. Ambos serán sus pilares fundamentales para sobrellevar la enfermedad y le ayudarán en el proceso de su autoconocimiento. Valores como la amistad, la valentía, el coraje y el optimismo es lo resaltante de la novela.
Mafalda tiene un secreto: quiere vivir en la copa del árbol de las cerezas y sentir el espíritu de su abuela. El deseo surge a raíz de la lectura de su libro favorito El barón rampante (Ítalo Calvino) cuyo personaje llamado Cosimo, es un niño que se marcha a vivir a los árboles como protesta de malos tratos.
“Mi personaje favorito es Cosimo: me encanta que se vaya a vivir a los árboles, y que no vuelva a bajar porque quiere ser libre.” (Peretti)
El árbol de las cerezas es una historia conmovedora donde la dulzura y la inocencia del personaje Mafalda enternece. Una novela que enseña a buscar lo esencial en nuestras vidas (que no es lo material, sino los vínculos afectivos) y que el miedo que uno pueda tener, en este caso, el miedo de quedarse ciega y quedar en la oscuridad, puede servir para transformarlo en ese impulso que nos aferre a la vida con más fuerza.
La ceguera no ha sido para mí una desdicha total, no se la debe ver de un modo patético. Debe verse como un modo de vida: es uno de los estilos de vida de los hombres. Ser ciego tiene sus ventajas. Yo le debo a la sombra algunos dones: le debo el anglosajón, mi escaso conocimiento del islendés, el goce de tantas líneas, de tantos versos, de tantos poemas, y de haber escrito otro libro, titulado con cierta falsedad, con cierta jactancia, Elogio de la sombra. (Borges, Siete noches: La ceguera, 1980)
Sobre la autora: en este enlace https://barcelonamaculafound.org/es/paola-peretti-stargardt/ hay una reveladora entrevista a la autora.
Paola Peretti sufre la enfermedad de Stargardt y ha hecho su debut literario con “el árbol de las cerezas”, donde se inspira en su propia enfermedad para escribir una novela llena de sensibilidad, ternura y coraje.
“Con la enfermedad de Stargardt me hice fuerte, como quien decide no rendirse. Hemos de ser felices hoy, sin pensar mucho en el mañana”
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