Prometeo encadenado es una tragedia griega atribuida al autor Esquilo, aunque recientemente su autoría es objeto de discusión.
La obra narra el castigo a que es sometido Prometeo, hijo del titán Japeto y Tetis, quien, por amor a los hombres, a los seres efímeros, les regaló la esperanza y el fuego, que robó de Hefesto, con lo cual les otorgó a los hombres la inteligencia.
Ante tal atrevimiento, el nuevo dios todopoderoso, Zeus, decide castigarle porque el plan de Zeus era acabar con la raza humana y Prometeo fue el único quien se negó a ello.
Su castigo fue que sea enviado a una tierra muy lejana para ser sujetado de por cadenas y clavijas a unas rocas para que no pueda moverse y quedarse allí por largo tiempo.
Fuerza, Violencia y Hefesto son los encargados de llevar a cabo tal castigo.
Hefesto, dios del fuego y herrero, tiene cierto remordimiento en cometer tal castigo, Prometeo es su pariente, y actúa con tristeza; no obstante Fuerza le incita a que no desista en aprisionar a Prometeo quien no se merece la mínima misericordia por haberse rebelado a los planes de Zeus.
Luego de hacerlo prisionero lo dejan solo. Después aparecen las Oceánidas y su padre Océano quienes se lamentan del castigo de Prometeo. Océano quiere ayudarlo a liberarse, pero Prometeo le advierte que si lo hace también recibirá un castigo y le convence de no hacerlo y dejarlo tal como está.
Después aparece Io, de aspecto vacuno, con cuernos y corriendo de un lado a otro por el dolor que le produce unos tábanos. Prometeo adivina por qué Io se encuentra así y le predice su futuro. Además, se muestra confiado de que el poder de Zeus no durará mucho porque llegará alguien aún más fuerte y acabará con él, pero es un secreto que solo Prometeo lo sabe y que para evitar que Zeus sea derrotado deberá recurrir en su ayuda, pero para que eso ocurra tiene que liberarlo antes.
Poco después llegar Hermes, enviado por Zeus, quien se dirige a Prometeo y le exige que revele ese secreto, Prometeo se niega y Hermes le informa que si no lo hace Zeus le castigará todavía más. Prometeo no cede. Hermes se va no sin antes mencionarle que su nuevo castigo será estar sepultado por mucho tiempo y cuando vuelva a ver la luz, el perro alado de Zeus le hará jirones en la piel y se devorará su hígado negro todos los días.
Prometeo declara que ya sabía que eso pasaría y también sabe que en un futuro un descendiente de Io lo liberará.
La obra narra el castigo a que es sometido Prometeo, hijo del titán Japeto y Tetis, quien, por amor a los hombres, a los seres efímeros, les regaló la esperanza y el fuego, que robó de Hefesto, con lo cual les otorgó a los hombres la inteligencia.
Ante tal atrevimiento, el nuevo dios todopoderoso, Zeus, decide castigarle porque el plan de Zeus era acabar con la raza humana y Prometeo fue el único quien se negó a ello.
Su castigo fue que sea enviado a una tierra muy lejana para ser sujetado de por cadenas y clavijas a unas rocas para que no pueda moverse y quedarse allí por largo tiempo.
Fuerza, Violencia y Hefesto son los encargados de llevar a cabo tal castigo.
Hefesto, dios del fuego y herrero, tiene cierto remordimiento en cometer tal castigo, Prometeo es su pariente, y actúa con tristeza; no obstante Fuerza le incita a que no desista en aprisionar a Prometeo quien no se merece la mínima misericordia por haberse rebelado a los planes de Zeus.
Luego de hacerlo prisionero lo dejan solo. Después aparecen las Oceánidas y su padre Océano quienes se lamentan del castigo de Prometeo. Océano quiere ayudarlo a liberarse, pero Prometeo le advierte que si lo hace también recibirá un castigo y le convence de no hacerlo y dejarlo tal como está.
Después aparece Io, de aspecto vacuno, con cuernos y corriendo de un lado a otro por el dolor que le produce unos tábanos. Prometeo adivina por qué Io se encuentra así y le predice su futuro. Además, se muestra confiado de que el poder de Zeus no durará mucho porque llegará alguien aún más fuerte y acabará con él, pero es un secreto que solo Prometeo lo sabe y que para evitar que Zeus sea derrotado deberá recurrir en su ayuda, pero para que eso ocurra tiene que liberarlo antes.
Poco después llegar Hermes, enviado por Zeus, quien se dirige a Prometeo y le exige que revele ese secreto, Prometeo se niega y Hermes le informa que si no lo hace Zeus le castigará todavía más. Prometeo no cede. Hermes se va no sin antes mencionarle que su nuevo castigo será estar sepultado por mucho tiempo y cuando vuelva a ver la luz, el perro alado de Zeus le hará jirones en la piel y se devorará su hígado negro todos los días.
Prometeo declara que ya sabía que eso pasaría y también sabe que en un futuro un descendiente de Io lo liberará.
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