domingo, 7 de noviembre de 2021

El sueño del príncipe (Dostoievski, 1859)

Por eso me sorprende de veras encontrar a menudo en provincias tantos asnos junto con psicólogos e intérpretes del corazón humano (El sueño del príncipe)

 

No solamente las situaciones con una carga dramática le van bien al escritor Dostoievski sino también las situaciones cargadas de humor, ironía y sarcasmo que es precisamente lo que contiene este libro.

El argumento es sencillo, en un pueblo pequeño donde habitan muchos chismosos, hay un personaje que se destaca por ser la más chismosa de todas, la señora Marya Aleksandrovna. Un día llega al pueblo un anciano príncipe de quien se cree que tiene mucho dinero pero no le funciona bien la cabeza. A partir de la llegada del visitante las viejas arpías se lanzarán como en una competencia feroz sobre la presa donde valdrá cualquier injuria, mentiras o falsas promesas para convertirse en la favorita del anciano príncipe con la intención de convencerlo de que pueda casarse con alguna de las hija de las viejas chismosas.

Con ese argumento muchas situaciones cómicas empezaran a surgir por lo que el libro se hace muy entretenido. 

A Marya Aleksandrovna la arrastraba su genio. Elaboraba un proyecto prodigioso y atrevido. Casar a su hija con un príncipe cargado de taras físicas y de dinero, y casarla a hurtadillas de todos, aprovechándose de la debilidad mental y el desvalimiento de su huésped, casarla «a lo ladrón», como dirían los enemigos de Marya Aleksandrovna, sería no sólo atrevido, sino audaz.
 
Es interesante notar la ironía cuando la Sra. Marya Aleksandrovna critica a uno de los personajes, un joven enfermo, diciéndole que no conseguirá nada en la vida si se la pasa leyendo a Shakespeare. Evidentemente la Sra. no conoce a Shakespeare, sin embargo, actúa con una astucia a la altura de Yago, el personaje de Otelo.

También podemos evidenciar una crítica a la clase aristocrática reflejada en la figura del anciano príncipe quien se pasa muchas horas en el baño para intentar verse bien poniéndose peluquines, pomadas y diferentes accesorios para aparentar una imagen que no se corresponde con la realidad, como si fuera un Dorian Gray quien desea la eterna juventud. Pero en este caso es ridículo porque es evidente que no le resulta. También se diría que este anciano es como un Quijote que vive una realidad que ya pasó que ya no es y que no acepta los nuevos tiempos.

Como dato curioso el desenlace de la novela me recordó mucho al desenlace de Eugenio Oneguin de Pushkin. 

2 comentarios:

  1. Hola Eduardo!! Debe ser una historia cargada de humor y cotilleo, de esos que me gustan leer, lo tendre entre mis pendientes, gracias por tu excelente 👌 reseña

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    1. ¡Gracias, Flor! Qué bien que lo tendrás como pendiente.

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