domingo, 16 de octubre de 2022

Don Quijote de la Mancha (Segunda Parte) (Miguel de Cervantes Saavedra, 1615)

 

¡Oh gloriosos Don Quijote y Sancho Panza!


Don Miguel de Cervantes Saavedra dio término a las andanzas de Don Quijote y Sancho Panza en la legendaria España con un nuevo libro "Segvnda Parte del ingenioso cavallero Don Qvixote de la Mancha"

Publicado en 1615, un año después de la aparición del libro apócrifo de un tal Alonso Fernández de Avellaneda, de la villa de la Tordesillas llamado "El segundo tomo del Ingenioso hidalgo Don Qvixote de la Mancha".

Pero volvamos al libro del genio de Cervantes. En esta segunda parte, Cide Hamete Benengeli, el autor de esta famosísimo y verídica historia, introduce a muchos nuevos personajes y a uno en especial: el bachiller Sansón Carrasco, personaje clave para trocar en infortunio las aventuras de Don Quijote y Sancho Panza. Un personaje al que no le perdonaré lo que hizo.

Esta segunda parte, que corresponde a la tercera salida de DQ y Sancho Panza, está llena de infinitas e inolvidables aventuras que en cada una confirmaban el valor y la bondad de Don Quijote y la simpleza y astucia de su fiel escudero Sancho Panza.

Mencionaré algunos episodios formidables como el enfrentamiento que Don Quijote tuvo con un león tras lo cual don Quijote trocó su apelativo a El caballero de los leones; dus enfrentamientos con el caballero de los espejos y el caballero de la blanca luna; su descenso a la cueva de Montesinos donde don Quijote vió increíbles cosas muy verídicas; el viaje en el alado caballo Clavileño hasta alturas inimaginables para desencantar a la dolorida princesa Trifaldi y a donde Sancho Panza llegó a ver a las siete cabrillas del firmamento; las aventuras de Sancho Panza como gobernador de la ínsula Barataria; las discreciones de don Quijote y las del mismo Sancho; los infinitos refranes de Sancho Panza, la boda de Camacho y el inesperado desenlace de Don Basilio; los consejos de Don Quijote a Sancho Panza para tener un buen gobierno; las incontables burlas que crearon la duquesa y el duque, la muerte de Altisidora y la manera mágica de devolverle a la vida así como la manera en que teníase que hacer para desencantar a Dulcinea, todo gracias al sufrimiento de las carnes de Sancho Panza y un sinfín de aventuras más.

Sin duda alguna tanto la primera como esta segunda parte forma una amalgama de lo que representa Don Quijote y Sancho, una inmarcesible fuente de inspiración para que la humanidad haga más el bien y menos el mal. 

Dejo aquí un fragmento de los consejos que dió Don Quijote a Sancho Panza para ser un buen gobernador:

"-Infinitas gracias doy al cielo, Sancho amigo, de que, antes y primero que yo haya encontrado con alguna buena dicha, te haya salido a ti a recebir y a encontrar la buena ventura. Yo, que en mi buena suerte te tenía librada la paga de tus servicios, me veo en los principios de aventajarme, y tú, antes de tiempo, contra la ley del razonable discurso, te vees premiado de tus deseos. Otros cohechan, importunan, solicitan, madrugan, ruegan, porfían, y no alcanzan lo que pretenden; y llega otro, y sin saber cómo ni cómo no, se halla con el cargo y oficio que otros muchos pretendieron; y aquí entra y encaja bien el decir que hay buena y mala fortuna en las pretensiones. Tú, que para mí, sin duda alguna, eres un porro, sin madrugar ni trasnochar y sin hacer diligencia alguna, con solo el aliento que te ha tocado de la andante caballería, sin más ni más te vees gobernador de una ínsula, como quien no dice nada. Todo esto digo, ¡oh Sancho!, para que no atribuyas a tus merecimientos la merced recebida, sino que des gracias al cielo, que dispone suavemente las cosas, y después las darás a la grandeza que en sí encierra la profesión de la caballería andante. Dispuesto, pues, el corazón a creer lo que te he dicho, está, ¡oh hijo!, atento a este tu Catón, que quiere aconsejarte y ser norte y guía que te encamine y saque a seguro puerto deste mar proceloso donde vas a engolfarte; que los oficios y grandes cargos no son otra cosa sino un golfo profundo de confusiones.

Primeramente, ¡oh hijo!, has de temer a Dios, porque en el temerle está la sabiduría, y siendo sabio no podrás errar en nada. Lo segundo, has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse. Del conocerte saldrá el no hincharte como la rana que quiso igualarse con el buey, que si esto haces, vendrá a ser feos pies de la rueda de tu locura la consideración de haber guardado puercos en tu tierra.
...
los no de principios nobles deben acompañar la gravedad del cargo que ejercitan con una blanda suavidad que, guiada por la prudencia, los libre de la murmuración maliciosa, de quien no hay estado que se escape. Haz gala, Sancho, de la humildad de tu linaje, y no te desprecies de decir que vienes de labradores; porque, viendo que no te corres, ninguno se pondrá a correrte; y préciate más de ser humilde virtuoso que pecador soberbio. Inumerables son aquellos que, de baja estirpe nacidos, han subido a la suma dignidad pontificia e imperatoria; y desta verdad te pudiera traer tantos ejemplos, que te cansaran. Mira, Sancho: si tomas por medio a la virtud, y te precias de hacer hechos virtuosos, no hay para qué tener envidia a los que los tienen de príncipes y señores, porque la sangre se hereda y la virtud se aquista, y la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale. Siendo esto así, como lo es, que si acaso viniere a verte cuando estés en tu ínsula alguno de tus parientes, no le deseches ni le afrentes; antes le has de acoger, agasajar y regalar, que con esto satisfarás al cielo, que gusta que nadie se desprecie de lo que él hizo, y corresponderás a lo que debes a la naturaleza bien concertada. Si trujeres a tu mujer contigo (porque no es bien que los que asisten a gobiernos de mucho tiempo estén sin las propias), enséñala, doctrínala y desbástala de su natural rudeza, porque todo lo que suele adquirir un gobernador discreto suele perder y derramar una mujer rústica y tonta. Si acaso enviudares, cosa que puede suceder, y con el cargo mejorares de consorte, no la tomes tal, que te sirva de anzuelo y de caña de pescar, y del no quiero de tu capilla, porque en verdad te digo que de todo aquello que la mujer del juez recibiere ha de dar cuenta el marido en la residencia universal, donde pagará con el cuatro tanto en la muerte las partidas de que no se hubiere hecho cargo en la vida. Nunca te guíes por la ley del encaje, que suele tener mucha cabida con los ignorantes que presumen de agudos. Hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre, pero no más justicia, que las informaciones del rico. Procura descubrir la verdad por entre las promesas y dádivas del rico, como por entre los sollozos e importunidades del pobre. Cuando pudiere y debiere tener lugar la equidad, no cargues todo el rigor de la ley al delincuente, que no es mejor la fama del juez riguroso que la del compasivo. Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia. Cuando te sucediere juzgar algún pleito de algún tu enemigo, aparta las mientes de tu injuria y ponlas en la verdad del caso. No te ciegue la pasión propia en la causa ajena, que los yerros que en ella hicieres, las más veces, serán sin remedio; y si le tuvieren, será a costa de tu crédito, y aun de tu hacienda. Si alguna mujer hermosa veniere a pedirte justicia, quita los ojos de sus lágrimas y tus oídos de sus gemidos, y considera de espacio la sustancia de lo que pide, si no quieres que se anegue tu razón en su llanto y tu bondad en sus suspiros. Al que has de castigar con obras no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones. Al culpado que cayere debajo de tu juridición considérale hombre miserable, sujeto a las condiciones de la depravada naturaleza nuestra, y en todo cuanto fuere de tu parte, sin hacer agravio a la contraria, muéstratele piadoso y clemente, porque, aunque los atributos de Dios todos son iguales, más resplandece y campea a nuestro ver el de la misericordia que el de la justicia. Si estos preceptos y estas reglas sigues, Sancho, serán luengos tus días, tu fama será eterna, tus premios colmados, tu felicidad indecible, casarás tus hijos como quisieres, títulos tendrán ellos y tus nietos, vivirás en paz y beneplácito de las gentes, y en los últimos pasos de la vida te alcanzará el de la muerte, en vejez suave y madura, y cerrarán tus ojos las tiernas y delicadas manos de tus terceros netezuelos. Esto que hasta aquí te he dicho son documentos que han de adornar tu alma;"

Dejo aquí un texto que Dostoievski le dedicó al Don Quijote de la Mancha en su Diario de un escritor:

"¡Ah, estamos hablando de un gran libro, no de esos que se escriben en nuestros días! Libros así sólo se le conceden a la humanidad cada varios siglos. Y en cada página de ese libro se encuentran observaciones sobre los aspectos más profundos de la naturaleza humana....
¡Cuán de desear sería que nuestra juventud conociera a fondo esas grandiosas producciones de la literatura universal! No sé lo que enseñan ahora en las clases de literatura, pero el conocimiento de ese libro, el más grande y más triste de cuantos ha creado el genio humano, elevaría sin duda el alma de los jóvenes merced a la grandeza de su pensamiento, despertaría en su corazón profundos interrogantes y contribuiría a apartar su espíritu de la adoración del eterno y estúpido ídolo de la mediocridad, la fatuidad autosatisfecha y la insulsa sensatez. El hombre no olvidará llevar consigo ese libro, el más triste de todos, el día del Juicio Final. Mostrará el más profundo y fatal misterio del hombre y de la humanidad, revelado por ese libro."

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